EXQUISITEZ ANTIGUA EN CAIXAFORUM

Así era el lujo hace 2.500 años

'Lujo, de los asirios a Alejandro Magno' recorre la época dorada de la opulencia en Oriente Próximo entre los años 900 a.c. y 300 a.c.

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Mauricio Bernal

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¡Ah! Hete ahí, asirio, babilonio, aqueménide de las élites, hete ahí disfrutando del mayúsculo lujo, hete ahí echándote perfume de ese frasco exquisito con forma de pescado, y exquisitamente moldeado con láminas de oro; hete ahí, en tu tiempo antiguo, obsequiándote el regalo de un banquete pantagruélico, llevándote a los labios el vino de esa copa inverosímil, copa hecha de oro y plata, copa asentada sobre la figura dorada de un toro, copa donde caben ¡dos botellas de vino! Hete ahí, rey de los antiguos, entregado al goce de pasear entre cipreses, de comer bajo una pérgola de enredaderas mientras las doncellas te abanican, mientras los criados te traen la comida, mientras otros criados tocan delicada música solo para ti.

"Durante ese tiempo se produjo un aumento sin precedentes de la cantidad, la calidad y la variedad de los objetos de lujo", explicó la comisaria de la muestra

Hete ahí, en tu tiempo antiguo pero también en los objetos que quedaron de ese tiempo antiguo: los que el recinto de CaixaForum enseña a partir de este viernes en ‘Lujo, de los asirios a Alejandro Magno’, la exquisita exposición que, con un poco de imaginación, apunta o debería apuntar a ese reconstructor ‘hete ahí’: al fin y al cabo, las 217 piezas expuestas en el marco de la fructífera colaboración con el British Museum –es la cuarta muestra que da de sí la alianza– no son simplemente objetos, sino puertas para imaginar la vida lujosa según la entendieron en Oriente Próximo en el vasto periodo transcurrido entre el 900 a.c. y el 300 a.c. Es decir: como la entendieron los imperios asirio, babilónico, fenicio y aqueménida, así como el que presidió el conquistador mayúsculo Alejandro Magno. El lujo ya existía, por supuesto, pero las condiciones fueron idóneas para que en este medio milenio y algo más alcanzara cotas de esplendor.

El lujo es poder

"Durante este tiempo se produjo un aumento sin precedentes de la cantidad, la calidad y la variedad de los objetos de lujo. Eran objetos extravagantes, muy deseables y muy difíciles de conseguir, tal y como ocurre ahora", explicó Alexandra Fletcher, conservadora del Departamento de Oriente Próximo del British Museum y comisaria de la exposición. "La artesanía y el gusto se desarrollaron mucho". No es ajeno a este desarrollo, todo lo contrario, que fuera un periodo de expansión imperial: los núcleos del imperio recibían continuos tributos en forma de, entre otras cosas, materias primas y artículos de lujo, y por supuesto las guerras acababan en saqueos y pillajes, y se suele pillar y saquear lo mejor. "Fue una época de circulación constante de artículos de lujo", señaló Fletcher. Se volvió símbolo de poder: cuanta más opulencia, cuanta más ostentación, cuanta más pompa y boato, más poder. Oro, mucho oro. Plata, mármol, marfil, piedras preciosas, tejidos exóticos. Todos los codiciaban.

El oro, la plata, el marfil, los tejidos exóticos eran bienes muy preciados

Con qué extravagantes objetos se llevaban la comida a la boca los ricos aqueménides; por qué suntuosos palacios paseaban los reyes persas mientras pensaban qué era lo siguiente que iban a invadir; con qué exquisitas artesanías y materias primas surtieron los fenicios a sus clientes del Mediterráneo; cómo eran los artículos de imitación que inevitablemente abastecieron el mercado de los menos ricos; qué pequeñas joyas adornaban los equipamientos militares; cómo eran las primeras monedas que facilitaron el comercio. Hete ahí, asirio, babilonio, persa, viviendo la buena vida.