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Las siete mejores anécdotas de 'Siete razones para huir (de la sociedad)'

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Eduardo de Vicente

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Uno de los estrenos más curiosos de la semana es Siete razones para huir (de la sociedad). Se trata de siete historias cortas (de unos 10 minutos cada una, aproximadamente) que abordan otros tantos temas como la familia, la solidaridad, el orden, la propiedad, el trabajo, el progreso y el compromiso. Todas ellas esconden mucha crítica social y juntas conforman una especie de tragicomedia gamberra que ha sido comparada con Relatos salvajes.

Un matrimonio que explica a su hijo cómo fue concebido, un piso a la venta que incluye un ahorcado como complemento, unos esclavos que trabajan encerrados en un sótano, una mujer que niega la ayuda a un herido o una boda en la que todo sale al revés. Son algunas de las historias que denuncian la crisis hipotecaria, los abusos laborales o la nula empatía con el prójimo.

El reparto está repleto de grandes actores: Pol López, Francesc Orella, Vicky Peña, Ramón Fontseré, Sergi López, Emma Suárez, Ágata Roca, Alain Hernández, Lola Dueñas, Pepe Viyuela, Aina Clotet, Àlex Brendemühl, David Verdaguer, Núria Gago o Jordi Sánchez. Y en sus respectivas historias se habla en catalán, en castellano o se combinan ambos idiomas.

El filme ha sido dirigido por tres jóvenes cineastas a partir de las obras teatrales Contra el progreso, Contra la libertad y Contra la democracia, escritas por uno de ellos, Esteve Soler. Completan el trío Gerard Quinto y David Torras. El título juega con el número siete, al igual que uno de los episodios (Orden) y por eso les hemos pedido a los tres que nos cuenten las siete mejores anécdotas de la película.

UNO. Un elenco de ensueño. Esteve Soler: “Todo el mundo nos pregunta cómo hemos conseguido este fabuloso reparto. Y lo cierto es que siempre hubo una gran complicidad por parte de los actores y actrices que integran la película. Para Trabajo buscábamos un personaje totalmente consternado por los ruidos de las criaturas que parecen asediarla bajo el suelo. Cuando quedamos con Lola Dueñas para un primer contacto a través de Skype, descubrimos que la ficción había invadido la realidad: su gato trajo un gran ratón al interior de su residencia rural. Eso alteró por completo nuestro encuentro, pero la convirtió en la actriz perfecta para el papel”. 

DOS. Un rodaje a seis manos. Gerard Quinto: “Esteve es el único guionista, pero los episodios los hemos dirigido entre los tres. Para no volver loco al resto del equipo, nosotros discutimos cada decisión antes de comunicársela a ellos y, si nos tenemos que pelear, lo hacemos en privado. Pensamos que es más fácil dirigir entre tres que entre dos, pues ante dos posiciones enfrentadas, normalmente el tercero desempata. Núria Gago nos definió como un “monstruo tricéfalo”. Estamos muy de acuerdo con lo de tricéfalo. Quizá con lo de monstruo, no tanto”.

TRES. La película bilingüe. David Torras: “El film mezcla el catalán y el castellano en una voluntad de generar verosimilitud en la percepción del espectador. Eso nos ha permitido contar con un elenco de superlativos y variados intérpretes. Incluso algunos de ellos, como Emma Suárez, se ofrecieron a hacer el papel en catalán si era necesario. Suárez ya había interpretado un papel en catalán en La pell freda, de Isaki Lacuesta”.

CUATRO. El fantasma de Buñuel. Esteve Soler: “Buñuel aparece de muchas maneras en la película. El filme se abre con una cita de El fantasma de la libertad y la influencia del genio de Calanda se puede percibir tanto desde un punto de vista estético como narrativo. En plena adolescencia conseguí la biografía de Buñuel, Mi último suspiro, de la biblioteca del Cine Club Manresa que fue, curiosamente, el mismo lugar donde conocería más tarde a mis colegas codirectores Gerard Quinto y David Torras”.

CINCO. Un escenario peligroso. Gerard Quinto: “Nos costó mucho encontrar la localización para el episodio Trabajo, pero finalmente conseguimos dar con una que se adecuaba a nuestras necesidades y, además, muy cerca de donde rodamos Compromiso. Teníamos todo el techo lleno de luces y detectamos, al inicio del rodaje, una pequeña grieta que, a medida que pasaban las horas, se ensanchaba inquietantemente. Eduard Fisa, de producción, nos hizo salir del set a todos y tuvimos que esperar a un arquitecto para que nos asegurara de que no se nos caería el techo encima. Aplazamos el rodaje pero, finalmente, pudimos acabar Trabajo sin que, literalmente, nos costara la vida. Nuestro agradecimiento a Eduard, pues gracias a él podemos contar esta anécdota”.

SEIS. Una manifestación inspiradora. David Torras: “Tras el éxito de nuestro cortometraje Interior. Família (que volvimos a rodar para abrir Siete razones) teníamos claro que queríamos llevar al cine otra historia de las que Esteve escribió para teatro, pero no sabíamos cuál. Nos encontrábamos los tres en un bar hablando sobre ello, cuando pasó por allí una manifestación de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) a la que nos unimos. Cuando nos íbamos para nuestras casas, Esteve nos dijo que había un relato en la entonces todavía inédita Contra la libertad que era el perfecto para ese momento. Podemos decir entonces que, gracias a esa manifestación, incluimos Propiedad como una de las siete razones para huir de esta sociedad”.

SIETE. Entre nazis anda el juego. Gerard Quinto. “Justo delante de la iglesia en la que rodamos Compromiso estaban filmando El fotógrafo de Mauthausen, de Mar Targarona. A veces, salíamos a tomar el aire y veíamos, fumando mientras esperaban su turno, grupos de figurantes raquíticos vestidos como presos de un campo de concentración. El contraste entre nuestros invitados a la boda y ellos era, como mínimo, curioso. Compartíamos con el otro rodaje los urinarios portátiles instalados entre un set y otro y, en una ocasión, después de esperar un buen rato ante la puerta, ésta se abrió y salió, para mi sorpresa, un oficial nazi perfectamente ataviado.  Le saludé tímidamente. Me respondió con una seria y penetrante mirada, que tengo que confesar que me heló un poco la sangre. Pocas veces he visto a un figurante tan metido en el papel, aunque quizá no hacía falta hacerme sentir como si me fuera a gasear”.