ENTREVISTA

Ramon Mirabet: "No creo en los 'booms'"

El cantautor de Sant Feliu de Llobregat presenta en el Palau 'Begin again', su disco "más visceral", arropado por su grupo y una orquesta de veinte músicos

Ramón Mirabet, fotografiado en Barcelona

Ramón Mirabet, fotografiado en Barcelona / periodico

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Se hizo popular en Francia hace una década tras quedar tercero en el programa ‘Nouvelle star’, pero fue en su regreso a casa cuando Ramon Mirabet emprendió el camino que le lleva hasta su tercer disco, ‘Begin again’. Lo presenta este viernes en el Palau, dentro del Festival Mil·lenni, arropado por su grupo y por una orquesta de veinte músicos.

¿A qué nuevo comienzo se refiere en el título del disco?

Este último año ha sido de cambios. Con el concierto del Poble Espanyol (octubre de 2017) sentí que cerraba una etapa. He pasado el 2018 en el estudio, trabajando, y ha sido como una montaña rusa. En esta época me he dado cuenta de algunas cosas: del tiempo que dedicamos al trabajo en lugar de pasarlos hablando con tus abuelos, por ejemplo.

Hace cerca de dos años nos decía que se sentía lejos de conseguir lo que quería como artista. ¿Se ha acercado a su ideal con ‘Begin again’?

Cuando empecé a tocar en la calle, mi única inquietud era viajar, conocer gente, aprender idiomas... Eso ha cambiado. Ha ido creciendo en mí una ambición musical que antes no tenía. Ver un Cruïlla BCN con miles de personas ante ti te hacer crecer algo en tu interior que no tenías. No sé si en ‘Begin again’ me he acercado a lo que quería, pero es mi disco más visceral, en el que cuento diez historias sobre diez experiencias que me han marcado este año.

¿Qué clase de experiencias?

Es un disco en el que por primera vez hablo de amor y desamor, y de sexo, y con un punto reivindicativo. Intento hablar de lo que me mueve, de superar los miedos, de amar, de dejarte llevar. ‘Just so real’ lanza una pregunta: y te soltaras un poco, ¿qué pasaría?

Es un disco más pop y más electrónico.

Quise mezclar el sonido orgánico con sintetizadores y programaciones, y la batería orgánica con la electrónica. Aunque al final los instrumentos son los mismos: el trombón, en lugar de ser real, es de pedalera. Y he hecho más canciones con estribillos: en ‘Happy days’ apenas los había. Pero lo mío no es el ejercicio de estilo: me inspiran las carreras con cambios, como las de Bowie o los Beatles. El camino de la música es largo y me apetece experimentar y jugar. La  única premisa que hablé con Joel Condal, el coproductor, fue no poner barreras a los estilos musicales.

¿No teme desconcertar a sus seguidores?

No, la gente puede aceptar que haga una canción folk y luego otra de un estilo distinto. Tengo la sensación de poder hacer lo que quiera, y es eso lo que deseo para toda mi carrera. Y si algún día canto flamenco, que la gente quiera escucharme cantar a mí, sin plantearse el porqué lo hago.

¿Por qué versiona ‘Man next door’, canción jamaicana que adaptó Massive Attack en su disco ‘Mezzanine’ (1998)?

Ese disco es de mis diez favoritos de todos los tiempos. La canción es original del grupo The Paragons. Siempre hago una versión: la canción folk ‘Banks of the Ohio’, la afroamericana ‘Sinnerman’ y ahora esta. Quise transformarla, coger ese rock steady y llevarlo a mi imaginario.

"Cuando empecé a tocar en la calle, mi única inquietud era viajar, conocer gente, aprender idiomas... Eso ha cambiado"

Hay una canción un poco rockera, ‘Come as you are’, titulada como la de Nirvana.

Desde mi primer disco lanzo guiños a artistas que me gustan, como Nirvana. Aquí me di cuenta de la coincidencia, y me dije: ‘venga, si debe ser así, que así sea’.

¿Cómo surge una canción de Ramon Mirabet?

Ni ningún método para componer. Ni horarios: compongo cuando paseo, imaginando y buscando cosas que me remuevan por dentro. Lo toco todo, pero mal: guitarra, teclados... Pero cuando compones tocando un instrumento eso te limita.

¿Qué cree que ve el público en usted?

La gente ve que detrás de lo que hago hay una historia y que son coherente con ella, que no engaño a nadie. Al final, el público se identifica con eso. Le doy siempre las gracias.

Tuvo una primera vida como artista de éxito en Francia, a raíz del programa ‘Nouvelle star’, y ahora otra aquí. ¿Se siente infalible?

El éxito tiene que ser un viaje personal, sentirte realizado. Lo de Francia fue brutal, pero no terminé de sentirme identificado con el circo mediático. Después del programa estuve tres años tocando en la calle. Montmartre, y luego venía aquí y nadie me conocía. Es todo muy raro. Todo eso me ayudó a tener los pies en el suelo. Había podido actuar en el Olympia y hacer duetos con estrellas internacionales, pero algo dentro de mí me decía que debía bajar todos aquellos escalones. Y ahora, haber pasado del Music Hall a Apolo, y de ahí a Razzmatazz, y al Poble Espanyol, y ahora al Palau, ese proceso hace que sea algo real, de carrera sólida y larga. No creo en los ‘booms’.