EL LIBRO DE LA SEMANA

'Mañana tendremos otros nombres' : las grietas del amor

'Mañana tendremos otros nombres' se configura como un texto sugerente y heterogéneo que ni es novela ni es ensayo

El escritor argentino Patricio Pron, Premio Alfaguara 2019

El escritor argentino Patricio Pron, Premio Alfaguara 2019 / periodico

Ricardo Baixeras

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Él es escritor; Ella, arquitecta. Ambos mantienen una relación sentimental, pero sobre ellos pesa el mundo capitalista contemporáneo, la modernidad líquida que con tanta precisión ha sabido retratar Zygmunt Bauman. En 'Amor líquido' el sociólogo polaco trazaba uno de los modos que aquella modernidad instaura para diseñar los encuentros y desencuentros amorosos: "Sueltos, deben conectarse". Ese mismo mapa del deseo había sido configurado por Robert Musil en 'El hombre sin atributos'. Para el hombre sin cualidades que es Ulrich tener sentimientos significaba necesariamente ser capaz de dar un significado personal a lo que se vive y que es precisamente aquello que quisieran hacer los personajes de 'Mañana tendremos otros nombres'.

La estirpe de actores sin nombre propio, anclada en las incertidumbres de "una generación a la que las superficies lisas ofrecían un simulacro de estabilidad y orden" configura un mundo en transición, cambiante, y eso es lo que retrata Patricio Pron (Rosario, Argentina, 1975) en este texto de ficción que ha ganado el Premio Alfaguara de Novela 2019 y que juega constantemente a ser un ensayo sobre unas relaciones personales efímeras, fragmentarias, inseguras, frágiles. Una suerte de parábola ficcional que trata de poner sobre la mesa las "nuevas configuraciones del deseo" atravesadas por la precariedad y la ambivalencia que a un tiempo se quieren sostenidas y ligeras. Es así porque "nadie sabía ya qué era la seducción, qué eran el abuso y el consentimiento; en particular, nadie sabía ya –y Él iba a tener que aprenderlo por su parte, como todos- qué eran las relaciones amorosas y cómo se establecían, puesto que era evidente que la forma en que muchas ocasiones se habían establecido en el pasado era inapropiada ya".

Pron ha escrito un libro cuya estructura es también líquida, enormemente frágil, como un andamio sobre un mar de hielo a punto de resquebrajarse por el peso de unas conciencias arruinadas y que saben que lo son por la frustración que causan al otro y a sí mismos. 'Mañana tendremos otro nombre' se configura como un texto heterogéneo que ni es novela ni es ensayo, sino una suerte de artefacto doble que fluctúa constantemente de uno a otro logrando que lo ensayístico se cuele de manera natural en la trama de la novela.

La historia entre Él y Ella postula la existencia de dos realidades, el mundo de la cotidianidad, donde ambos personajes quedan atados y desatados de manera constante, pero intermitentemente, y el mundo del deseo, donde los acontecimientos se arruinan por el peso de la conciencia que se sitúa entre El y Ella como una espada de Damocles. Al placer de la unión le sucede inmediatamente el horror de quedar encerrados en un Ellos que Él y Ella jamás acaban de crear. Él y Ella son sujetos escindidos entre lo cotidiano y el punto de fuga que para ambos es la realidad.

Un texto enormemente sugerente sobre los tiempos actuales y venideros, sobre lo que nos configura, sobre los nuevos roles de la masculinidad y la feminidad y sobre la velocidad como clave de lectura de las relaciones, una velocidad que como quería Ralph Waldo Emerson, cuando uno patina sobre hielo fino, es la salvación.