CRÓNICA

Perianes rinde homenaje a Guinjoan

El pianista andaluz estrena una obra póstuma del autor catalán en el Palau

Javier Perianes, durante una actuación anterior en el Palau.

Javier Perianes, durante una actuación anterior en el Palau. / periodico

Pablo Meléndez-Haddad

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El ciclo Palau-Piano recibió a Javier Perianes, quien dedicó el programa a Chopin, Falla y Debussy, incluyendo además la última obra escrita por Joan Guinjoan, 'La llum naixent', dedicada, precisamente, al pianista andaluz. El estreno póstumo lo presentó el propio Perianes, quien explicó la génesis de esta pieza de escasos cinco minutos pero de ambiciosa estructura, obra que exige entrega y concentración más allá del virtuosismo.

Antes, Perianes había llenado de pasión chopiniana un Palau de aforo considerable y con gran presencia de turistas, comenzando con dos ‘Nocturnos del Op. 48 (núm 1 y 2)’, cargados de sensibilidad y elegancia en el fraseo y de articulación impecable, con contrastes de gran efecto dramático. Les siguió la inmensa y endiablada 'Sonata N° 3, Op. 58' también de Chopin, atacando rápidamente con una lectura intensa y apasionada, dando sentido a cada frase, a cada acorde, con todas las voces equilibradas y siempre presentes con una digitación virtuosa, tal y como impuso en ese 'Scherzo molto vivace' que Perianes tiene completamente internalizado y con un 'Finale' de gran acento rítmico, tan extrovertido como profusamente matizado, brillando en esas escalas interminables y recibiendo una calurosa ovación ante su óptima versión.

Después del emotivo recuerdo a Guinjoan llegaron las atmosféricas 'Estampes' de Debussy estrenadas por Viñes en 1904, dando a cada pieza de este tríptico la densidad y ambientación justas. Cercanas les caen las ‘Cuatro piezas españolas’ de Falla, cuyas ‘Aragonesa’, ‘Cubana’, ‘Montañesa’ (‘Paysage’) y ‘Andaluza’ también vieron la luz en las manos de Viñes en 1909 y en las que, una vez más, Javier Perianes demostró su poder expresivo y un sonido timbrado nota a nota y sin amaneramientos. Finalizó la actuación con tres danzas de ‘El sombrero de tres picos’ interpretadas como un friso andaluz brillante y colorista, salvando cómodamente la vertiginosa dificultad y entusiasmando a un público entregado.