ENTREVISTA

Tommy Orange, la poderosa voz de los nativos americanos

'Ni aqui ni allí', el debut del escritor con sangre cheyene y arapajó, ha conmocionado a EEUU por la dureza de la realidad que revela: la de los indios urbanos

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Idoya Noain

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Hay ocasiones en que una novela abre los ojos, marca un antes y un después, entra automáticamente en los cánones. 'Ni aquí ni allí', primera obra de Tommy Orange, es una de ellas. Editada el año pasado en Estados Unidos y recientemente por Alianza Editorial en España, esta historia polifónica protagonizada por 12 personajes nativos urbanos y ambientada en Oakland (California) se colocó en la lista de más vendidas de 'The New York Times', que la recomendó entre las mejores del año. Fue unánimemente aplaudida por la crítica y ha entrado en el currículo de algunos institutos de Estados Unidos y como lectura obligatoria para todos los estudiantes del primer curso de la universidad en Berkeley, colocando a su autor en lo más alto de lo que se identifica como una nueva ola de "renacimiento nativo" literario, que ha superado el dominio de las reservas como supuesto epicentro de todo lo indio.

Nadie antes que Orange, que tiene sangre cheyene y arapajó, había vuelto la mirada literaria con tanto realismo, complejidad, fuerza y éxito a los indios en las ciudades, aunque estos hoy representan el 70% de la población nativa en EEUU. Desde el prólogo magistral que a modo de ensayo educa mientras destroza mitos y estereotipos y reivindica la experiencia india urbana todo rebosa autenticidad. Y la ficción adictiva que se va tejiendo con estos personajes urbanos marcados por muchos de los mismos problemas que asolan a la comunidad india en zonas rurales como las adicciones o la violencia de género hace añicos cualquier visión monolítica.

"Quise ser una voz de la gente de la que vengo", dice Orange en una entrevista telefónica desde Angels Camp, la conservadora localidad rural californiana "llena de seguidores de Donald Trump y sin cultura" a la que se tuvo que mudar con su esposa y su hijo cuando se hizo demasiado cara la vida en Oakland, adonde ahora va a poder regresar por su éxito.

Identidad y autenticidad

Orange creció en la urbe siamesa obrera de San Francisco "rodeado de mucha gente de raza mixta, en un barrio birracial", en un entorno de clase trabajadora. Trabajó en un centro de la comunidad nativa. Y tiene personalmente y por ese trabajo la más intima comprensión de algunos de los temas centrales en la novela, como la búsqueda de la identidad y de la autenticidad.

"Cuando eres de dos sitios diferentes siempre lidias con la identidad, nunca sientes que perteneces suficiente a ninguno de los dos lados"

"Cuando eres de dos sitios diferentes siempre lidias con la identidad, nunca sientes que perteneces suficiente a ninguno de los dos lados", explica. "Incluso gente con solo sangre india en las reservas lidia con aparentar ser auténtico, porque la cultura popular ha hecho que ser nativo auténtico sea un viejo con un tocado de plumas y un pasado y una historia. Y hasta quien tiene todas las razones para no sentirse inseguro sobre su identidad lo hará porque es imposible no hacerlo, a no ser que seas del pasado o seas lo que la gente considera 'legítimo' nativo americano".

De igual manera que supo siempre que quería escribir ese prólogo "necesario para contar cómo y por qué la gente nativa acabó en las ciudades" o que tuvo clara la estructura con múltiples personajes, Orange también sabía que la historia acabaría confluyendo en un 'powwow', uno de los festivales normalmente intertribales donde se combina la tradición y la competición por dinero y cuya evolución hasta su forma actual, explica, "ha sido similar a la de los indios urbanos, que empezaron a llegar a las ciudades en los años 50 y 60 en la 'recolocación' y se unían y reunían como una sola comunidad celebrando la cultura nativa como si fuera una".

"El 'powwow' es una performance y en cierta forma estás actuando como nativo a la vez que eres nativo"

El 'powwow' era el "escenario perfecto" para la intensa conclusión del libro, además, porque tiene múltiples capas de significado. "Es una performance y en cierta forma estás actuando como nativo a la vez que eres nativo, hay un elemento de verte como crees que se ve uno, con las plumas, los tejidos de patrones tradicionales, los bailes y los cantos, cosas que debes hacer para ser considerado indio, pero también es otra cosa: gente bailando para vivir".

Hacer bien lo que amas

Orange explica también que el impulso principal para escribir el libro, que por primera vez pensó en el 2010 pero no empezó a escribir hasta el 2012, fue su por entonces inminente paternidad. Se había "enamorado de la novela como forma" alrededor del 2005, tras leer las dos primeras que le "conmovieron profundamente": 'La conjura de los necios' de John Kennedy Toole y 'La campana de cristal' de Sylvia Plath. Y aunque había empezado a escribir "historias cortas, cosas más de tipo experimental, iba sin dirección y ser padre hizo que quisiera tomar todo más en serio". "No pensaba por adelantado en términos de si, cuando llegue el momento, el libro le ayudará con sus temas de identidad", explica. "Lo que pensaba es que si quiero ser buena persona para él, hacerle sentir orgulloso, tengo que hacer lo que amo y hacerlo bien".

Lo ha conseguido y se ha ganado el aplauso literario y espacio como voz de esa nueva literatura nativa, en cuya renovada fuerza un factor clave es el Instituto de Artes Indio Americanas inaugurado en Santa Fe (Nuevo México) en el 2013, por donde Orange pasó y donde ahora es profesor. "Ser escritor es ya una existencia solitaria y ser nativo puede ser una experiencia solitaria también. En un sitio como este no tienes que explicarte, la gente viene de experiencias e historias similares y hay gran sensación de comunidad".

"Entre nosotros, o entre los escritores afroamericanos, hay preocupación constante por que la única razón de que tengas éxito sea que la gente siente pena de ti"

Orange advierte contra el triunfalismo ("otras olas de renacimiento nativo en las artes, en los 70 y en los 90, han venido y se han ido") pero también ve un camino hacia una representación mayor y más estable. En parte porque, "sin querer decir nombres", asegura que "en el pasado ha habido escritores nativos con éxito que no han querido compartir, abrir las puertas a otros a ese espacio en lo más alto, mientras que la nueva generación intenta construir en conjunto, no asentarse en solitario arriba". En otra porque, asegura, hay calidad.

"Entre nosotros, o entre los escritores afroamericanos, hay preocupación constante de que la única razón de que tengas éxito es porque la gente siente pena por ti, siente que tiene que tener a grupos representados porque si no parecerán racistas, que no es por el mérito. Luego salen escritoras como Lionel Shriver, que se atreven a decir que los blancos publican más porque su trabajo es de más calidad, que tienen imaginación para adoptar cualquier perspectiva, y no piensa que es porque haya habido un sistema en la industria editorial dominado por hombres blancos y parcial. Si esa industria está publicando libros muchos más diversos es por la calidad, porque somos mucha gente de orígenes distintos que no tenemos que usar las vidas de otra gente", añade. "Nuestros libros son cosas que nos han pasado a nosotros. Y las podemos escribir".

Cuatro siglos de genocidio, robo de tierras y aplastamiento cultural

'La historia indígena de Estados Unidos' (Capitán Swing), de Roxanne Dunbar-Ortiz, es el preámbulo perfecto para 'Ni aquí ni allí'. El libro es lo que el título indica, la historia de EEUU desde el punto de vista de los nativos americanos, esto es, el relato de cuatro siglos de genocidio, robo de tierras, elminación de medios de vida, aplastamiento cultural y creación de una mitología que no maquilla lo ocurrido sino que directamente lo oculta o lo cuenta al revés. Todos intuíamos que esto había sucedido, pero una cosa es intuirlo y otra muy distinta leerlo en una crónica pormenorizada y documentada: pone los pelos de punta este catálogo de la infamia. Dunbar-Ortiz formula además una teoría tan inquietante como sólida: la guerra irregular (básicamente matanzas de civiles) que colonos (una milicia demente) y Ejército utilizaron contra las naciones indias es la que EEUU ha empleado y sigue empleando en su misión imperialista. Al territorio enemigo aún le llama el Ejército territorio indio, y allí vale todo. RAMÓN VENDRELL

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