CRÓNICA

Florence + The Machine, cautivadora ninfa pop en el Palau Sant Jordi

El grupo de Florence Welch ofreció un espectáculo sugerente y teatral en la presentación de su cuarto disco, 'High as hope'

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Jordi Bianciotto

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Distinguirse con un estilo propio y colarse entre las rendijas del mercado de tendencias alcanzando a un público amplio no es una tarea fácil, y Florence Welch lo ha ido logrado con sus cuatro discos de art-pop detallista y peliculero y su misma presencia de ninfa que flota sobre nuestras cabezas. Así volvió a mostrarse este miércoles en el Palau Sant Jordi: Florence alma sensible, ‘mezzosoprano’ de punzantes extremos vocales, y figura teatral y danzarina que da vueltas sobre sí misma con su largo vestido vaporoso.

Florence + The Machine lucieron presente, el de ‘High as hope’, disco publicado el pasado verano, del que ofrecieron siete canciones, colando incluso una novedad más fresca, ‘Moderation’, publicada semanas atrás en ‘single’. Material del que Florence Welch se sirvió para construir su fantasía pop de atmósferas cargadas, capas de voces de la escuela Enya y picos de épica: de ‘June’ a ‘Hunger’, las piezas que abrieron el concierto en un escenario propicio para la ensoñación, con desniveles color tierra y telas ondulantes colgadas del techo del Sant Jordi (local que, como hace tres años, no se llenó aunque atrajo a 10.000 personas según la organización).

Banda “inglesa y europea”

Aunque estamos ante un grupo, y de sonoridad muy rica (ocho músicos, con percusiones, violín y el significativo arpa de Tom Monger), es Welch la que centra toda la tensión escénica, que no es poca. Correteando descalza y brindando pasos de baile a lo Kate Bush, descendiendo con frecuencia al nivel del público buscando el contacto humano e irguiéndose luego, brazos cruzados en el pecho, como una Juana de Arco camino de la pira (‘Between two lungs’), actuó haciendo suya cada estrofa y cada inflexión dramática. La banda le sirvió, por otra parte, para deslizar un mensaje anti-Brexit al destacar que es “muy inglesa y muy europea”.

Entre las nuevas canciones tuvimos el pop de cuento de hadas de ‘South London forever’, los giros exóticos de ‘Patricia’, canción dedicada a Patti Smith que versa, según dijo, sobre “la masculinidad tóxica”, y la mística ‘Sky full of song’. El rescate de ‘Dogs days are over’ inyectó más músculo a un repertorio que rozó en ocasiones cierta gravedad pretenciosa y que reservó para el clímax dos repescas fuertes: la escalada rítmica liberadora, un poco tribal, de ‘Delilah’, con la cantante colándose entre el público, y un crecido ‘What kind of man’ que subió el listón hasta el paroxismo. 

Florence decididamente hippie, pidiendo a sus seguidores que se abrazaran y sacudiéndose de encima los fantasmas en la catártica ‘Shake it out’. Confirmando, en fin, hasta el último suspiro que es una estrella pop distinta, que consigue perturbar a través de una elaborada y sutil teatralidad.