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La nueva maravilla de la animación japonesa: 'Mirai, mi hermana pequeña'

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Eduardo de Vicente

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El cine de animación japonés es un género en alza que cuenta ya con muchos aficionados de todas las edades. Niños, sí, pero también adolescentes y muchos más adultos de lo que parece. Tras la retirada de Hayao Miyazaki (El viaje de Chihiro, Mi vecino Totoro), considerado el Walt Disney nipón, y la incertidumbre sobre los planes del estudio Ghibli cundió el pánico ya que parecía que el futuro estaba amenazado. Afortunadamente, otros cineastas han tomado el relevo y nos han obsequiado con nuevas maravillas como El recuerdo de Marnie o Your name que demuestran que este tipo de filmes han llegado para quedarse.

Estos días podemos disfrutar en pantalla grande de otra de sus últimas delicatessen. Se trata de Mirai, mi hermana pequeña, un relato infantil con muchos elementos fantásticos dirigido por Mamoru Hosoda, el realizador de La chica que saltaba a través del tiempo, Los niños lobo El niño y la bestia. Desgraciadamente, no suelen estar muchos días en cartel, así que habrá que darse prisa porque vale mucho la pena.

Encuentros mágicos en el jardín

El protagonista es un pequeño de 4 años que ve como su mundo ideal se hace pedazos cuando sus padres tienen una niña y ya no están tan pendientes de él. Cuando sus abuelos hacen vídeos caseros le olvidan y solo enfocan a la bebé. Ha perdido su estatus de privilegio. La odia y empieza a tener berrinches por todo. Pero en el jardín de su casa se producirán unos encuentros mágicos que provocarán que empiece a comprender a cuantos le rodean.

Es una película deliciosa con muchos saltos temporales y que fue nominada al Oscar. Aunque no lo consiguió, muchos expertos aseguraron que debería haber sido la ganadora. Tiene varios puntos en común con Regreso al futuro, pero también podría considerarse un Regreso al pasado. Eso sí, para desplazarse el protagonista no necesita ni tecnología punta ni una máquina del tiempo.

El aprendizaje de un niño

El inicio recuerda mucho a El príncipe destronado, la novela de Miguel Delibes sobre los celos de un niño por su hermana recién nacida y que fue llevada al cine con el título de La guerra de papá con el pequeño Lolo García como protagonista, pero luego toma otros derroteros. Más de un padre (y madre, claro) se sentirá identificado con las escenas en la que el chico se enfada porque quiere ponerse unos pantalones determinados o desordena toda la habitación a propósito.

También tiene su parte de comedia, centrada sobre todo en la circunstancia de que, cuando la madre debe volver al trabajo una vez que ya ha agotado la baja maternal, el padre que es un arquitecto autónomo debe encargarse de la casa y los niños, lo que da lugar a las escenas más divertidas. Pero igualmente destaca por el aprendizaje, la experiencia que vive en esos saltos poéticos en el tiempo y que le sirven al pequeño protagonista para conocer mejor a su familia y a superar sus miedos. El mensaje consiste en explicar que el presente es una suma de pequeños detalles del pasado.

Unas canciones muy occidentales

El nombre de la niña es un juego de palabras, ya que se llama Mirai, que quiere decir futuro. Sorprende también que, en el tramo final, cambia radicalmente de estilo de animación y la trama es algo más oscura, así como las canciones de los créditos que se inician con un instrumental que parece un tema de Christopher Cross hasta descubrir que está cantado… en japonés, como es lógico. Una pequeña joya que puede entusiasmar a todo tipo de públicos. Descubrirla es amarla.