CRÓNICA DE CONCIERTO

Ólafur Arnalds, sin miedo a la belleza

El compositor islandés entre clásica y electrónica conmovió en su paso por el Palau de la Música Catalana, en el marco del Festival Mil·lenni

Ólafur Arnalds, durante el concierto que ofreció el viernes en el Palau de la Música

Ólafur Arnalds, durante el concierto que ofreció el viernes en el Palau de la Música / periodico

Juan Manuel Freire

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Ólafur Arnalds parece haber llegado a la conclusión de que, definitivamente, el mundo ya es un lugar demasiado oscuro como para tener que añadir más oscuridad, más cinismo. En su reciente disco 're:member', su amalgama de clásica contemporánea, ambient, posrock y brochazos de puro pop instrumental alcanza su encarnación más radiante hasta la fecha, la de mayor potencial emotivo. Es música desvergonzadamente bella.

El Palau de la Música Catalana iba a empaparse pronto del sentimiento general de dicho álbum, entre una melancolía luminosa y el agradecimiento por la vida, pero Arnalds comenzó su actuación del viernes, en el marco del Festival Mil·lenni, con el piano tímido de 'Árbakkinn', del disco 'Island songs' (2016), durante la que se sumó al artista un cuarteto de cuerda (chelo, dos violines y viola). En mitad de la más profunda concentración, un teléfono móvil nos distrajo a todos, incluyendo a Ólafur.

Pero el artista no se mosqueó, o no lo dijo, y cuando se dirigió por primera vez al público lo hizo con su simpatía habitual. Contó que para el siguiente tema ('brot') quería grabarnos, usar nuestras voces como textura adicional. "Si lo hacéis mal no pasa nada, porque tengo una copia de seguridad (risas)".

El 'software' Stratus

Pero salió bien, salió bien. Del elegíaco experimento se pasó, tras la incorporación del batería Christian Tschuggnall, a la dramática pero rítmica 'Only the winds', con crescendos propios de Sigur Rós; Arnalds, también islandés, fue telonero suyo a finales de la década pasada.

De ese halo trágico saltamos a la indecible y animada belleza del tema titular de 're:member', una de las mejores muestras de las posibilidades rítmicas y armónicas de Stratus, 'software' cocreado por el propio Arnalds que le permite enriquecer sus melodías de piano con las aportaciones de dos pianos automatizados. Como nos explica, lo desarrolló después de hacerse daño en la espina dorsal y verse obligado a no tocar el piano durante un año.

Durante esos tiempos difíciles, aprovechó también para cultivar un lado techno ("porque solo hay que apretar botones y disparar confeti") con su proyecto paralelo Kiasmos. Esa vertiente se ha acabado filtrando en su material propio, como quedó claro en la pulsante 'ypsilon', anoche sacudida por luces estroboscópicas. También bailables, a su modo, son 'undir' y 'ekki hugsa', con el encanto naíf de la indietrónica de finales de los 90.  

La recta final fue de recogimiento, con una 'nyepi' tan sosegada como el ambiente en que se concibió (el Año Nuevo de Bali, sin ruido, sin tráfico) o, por supuesto, la emoción total de 'Lag fyrir ömmu', canción dedicada a la abuela que lo sacó del punk y lo introdujo en la clásica. Como los mejores temas de Arnalds, es música de la que te hace pensar sobre tu vida, tener imágenes mentales de tus seres queridos y correr a llamar a los que siguen vivos.