CRÓNICA DE DANZA

'Pasionaria': una pasión deshumanizada

La Veronal plantea, no sin humor, interrogantes sobre el futuro de la humanidad, cada vez más dependiente de la tecnología, lobotizada y controlada

Una imagen promocional de 'Pasionaria', de La Veronal

Una imagen promocional de 'Pasionaria', de La Veronal

Valèria Gaillard

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¿Quién no recuerda la 'Piedad' de Miguel Ángel, la imagen de madre amorosa con el hijo muerto en brazos? Pues bien, la 'Pasionaria' de La Veronal –en el Mercat de les Flors hasta el domingo 17–, se sitúa enlas antípodas. Marcos Morau, director de la compañía y coreógrafo, usa el lamento del “Herr!” de la Pasión de San Juan de Bach para presentar un espacio público impersonal–¿una sala de espera?–, con androides que abrillantan el suelo o controlan las instalaciones.

El tiempo parece avanzar en bucles que se traban: un ventanal, al fondo, muestra un universo alterado (la luna pasa y retrocede sin orden) y, en este mundo desnaturalizado, el hombre convive con los robots. Una mujer, con una máscara que oculta cualquier expresión, aparece con unos movimientos que recuerdan a una Coppélia cortocircuitada. Ella, sin embargo, es la única que salva uno de los muchos bebés que el personal acarrea en cajas de cartón: escapa con él por un respiradero humeante.

En esta pieza claustrofóbica de aires kubrickianos, Morau plantea, no sin humor, interrogantes sobre el futuro de la humanidad, cada vez más dependiente de la tecnología, lobotizada y controlada. La expresión máxima de esta transformación: los seres con múltiples piernas y brazos que aparecen al final y que se debaten, incapaces de avanzar. Lo más fascinante de la coreografía es el trabajo de los ocho fantásticos bailarines, que dominan el sorprendente lenguaje del kova,un movimiento entre los pasos entrecortados de un C-3PO de 'La guerra de las galaxias' y la inconsistencia del Hombre de Paja de 'El Mago de Oz'. ¡Impactante!