CRÓNICA

Iréne Theorin, favorita de los liceístas

La soprano sueca ofreció un sentido recital en el Liceu

Iréne Theorin, en su actuación en el Liceu

Iréne Theorin, en su actuación en el Liceu / A. BOFILL

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Pablo Meléndez-Haddad

El público del Liceu tiene sus favoritos y la soprano sueca Iréne Theorin está entre ellos. Ella misma se encargó, con su talento, de acrecentar ese vínculo en su recital del jueves en el Gran Teatre con un programa ‘liederístico’ que, en principio, enmarcaban dos inmensas arias de Wagner y Puccini, pero un resfriado hizo que se cancelara la última pieza, según anunció la propia artista acompañada de la directora artística del Liceu, Christina Scheppelmann, quien obsequió a la cantante con un ramo de flores en agradecimiento por prestar su rostro para la imagen de la nueva temporada del Gran Teatre que Theorin inaugura en octubre como protagonista de ‘Turandot’.

Durante el recital la intérprete no dio muestras ni de cansancio ni de problemas vocales; tanto es así que, como para calentar la voz, abrió la velada con el aria de Elsa de ‘Lohengrin’, pieza que esculpió de medias voces y acentos expresivos. Con las canciones de Schubert –con partitura– llegó una Theorin preocupada de dosificar el caudal vocal consiguiendo momentos maravillosos como en ‘Du bist die Ruh’ casi susurrado, que contrastó con los otros ‘Lieder’ expuestos siempre con acento heroico, dramático y expresivo. En Richard Strauss se le vio cómoda, a pesar de algún detalle de afinación y de algún sonido estrangulado, con un ‘Ruhe, meine Seele’ bordado.

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En la segunda parte sobresalieron obras como ‘Önskan’ de Nystroem, las cinco piezas de Sibelius –alguno de ellos, un auténtico monodrama–, al igual que las canciones de Rangström, muy sugerentes y de uncurioso sentido poético

El aria de ‘Turandot’ fue reemplazada por ‘Te amo’ de Grieg, dicha con un gusto exquisito antes de despedirse con una canción sueca a ‘cappella’. Le acompañó al piano un incómodo Matti Hirvonen, quien solo alcanzó la plenitud en Strauss y Sibelius.