CRÍTICA DE CINE

'Capitana Marvel': feminismo pop de hace 20 años

Era la película que habrían merecido las niñas de los 90, pero definitivamente se encuentra desfasada para la generación 'millennial'

'Capitana Marvel', tráiler oficial

periodico

Beatriz Martínez

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El cine se compone de imágenes, pero también de ideas y de discursos. En ese sentido la factoría Marvel, se ha ido amoldando a la perfección a la dictadura de los tiempos, convirtiéndose en precursora de modas comerciales y ahora también en vehículo de exigencias sociales. Comenzaron imponiendo su sello a través de una cinética desmesurada y vacía que funcionaba por acumulación, hasta que se dieron cuenta de que no siempre más significaba mejor y apostaron por la originalidad tanto estética como narrativa para que cada episodio tuviera una entidad propia e independiente. En ‘Black Panther’ consiguieron aunar riesgo, espectáculo visual y un fuerte sustrato político, sin embargo, en ‘Capitana Marvel’ lo único que importa de verdad es el contenido ideológico, es decir, subrayar que nos encontramos ante una historia de empoderamiento femenino en la era del MeToo. El resto, poco importa. A nivel visual resulta predecible y vulgar, contiene graves problemas de ritmo, sus escenas de acción son poco imaginativas y su estética noventera resulta impostada, aunque servirá para elevar el nivel de endorfinas nostálgicas de la Generación X gracias a la inclusión de 'hits' de bandas femeninas como Garbage, Hole o Elastica.

El resultado no deja de ser agridulce, quizás porque se trata de un personaje inspirador de una gran resonancia simbólica que merecía más que un tercer acto que pusiera en valor que su verdadera fuerza procede de su interior, de todas esas veces que ha tenido que levantarse para terminar rompiendo las ataduras que la mantenían sometida a los designios del heteropatriarcado. La rotundidad de este momento queda diluida en un conjunto poco estimulante, que seguramente hubiera sido moderno para las niñas de hace veinte años, pero que ahora se limita a intentar vender una importante reivindicación a través de la fórmula de un caramelo pop prefabricado.