CRÓNICA

Maldita Nerea, con extra de sabor en el Palau

El grupo de Jorge Ruiz envolvió su repertorio con arreglos peliculeros, arropado por la Orquestra Simfònica de Girona, en el Festival Mil·lenni

icult  Maldita Nerea Sinfonica

icult Maldita Nerea Sinfonica / periodico

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El mundo de Maldita Nerea, tan hecho de sensaciones motivadoras y postales bonitas, se mostró este sábado un poco más florido si cabe, como pasado por un filtro de Instagram o como si Jorge Ruiz y compañía hubieran ingerido un potenciador de sabor. El grupo de Murcia, envuelto en las cuerdas y metales de la GIO, Orquestra Simfònica de Girona, y dotando a sus canciones de los efectos más peliculeros en el Palau, concierto programado por el Festival Mil·lenni.

Se trató de la puesta en escena de su nuevo disco, ‘Maldita sinfónica’, lanzado el pasado viernes y que sitúa su popular cancionero en un entorno de fantasía, de un brillo ‘disneylandiano’, sin pompa pero con ánimo frondoso. Así, el huidizo liderazgo de Jorge Ruiz se vio, si cabe, uno poco más relativizado, o disimulado, en ese escenario en el que, además de los cinco miembros del grupo, se asentó la cincuentena de integrantes de la GIO, con la dicharachera dirección de Marc Timón.

Loa al ‘nosotros’

Pero Ruiz supo encontrar de nuevo el carril de comunicación a través de la enmienda al líder carismático, confesando nerviosismo, fomentando el canto popular (según la regla del grupo, las canciones que el público no hace suyas son retiradas del repertorio sin contemplaciones) y ensalzando “el nosotros” desde la primera pieza, ‘Los abrazos que quedan’. Con un pequeño revés que poco a poco fue capeando, el “inoportuno catarro” que transfirió a su voz un aire “varonil”, bromeó él.

Así, siguiendo a rajatabla el orden de canciones del disco, nos deslizamos por el tobogán de ‘En el mundo genial de las cosas que dices’ y dimos la razón, frunciendo el ceño, a Jorge Ruiz cuando, en ‘No pide tanto, idiota’, le reprochó a su amigo que hiciera el favor de decirle cosas bonitas a su novia. De eso va Maldita Nerea, de colorear la realidad a través de un humanismo de manual de superación personal, con canciones, apuntó, “sobre la educación” o “la filosofía, que interesa a todo el mundo”. Todo ello hace de Maldita Nerea un grupo un poco distinto, como celebró el cantante: “Nuestra historia es curiosa dentro de la música española, porque nuestras canciones no hablan de amor: hablan de amor propio”.

Lo hacen con estribillos diáfanos, como en ‘A quien quiera escuchar’, que contó con la ayuda de la malagueña Ana Mena, o en ‘Bailarina’, una de sus creaciones más resultonas, que cerró la sesión arrimándose a un ‘dance-pop’ sinfónico. Estación final, ‘Tu mirada me hace grande’, aquí sin la GIO, volviendo al núcleo y traspasando al público el mérito de sus aciertos.