CRÓNICA
Quilapayún, épica refinada en Barnasants
El grupo de origen chileno rindió un minucioso homenaje Violeta Parra y Vícto Jara en el teatro Joventut, de L'Hospitalet
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto
Aunque asociado para siempre al estribillo-consigna de ‘El pueblo unido jamás será vencido’, Quilapayún atesora una treintena de discos con composiciones propias y ajenas que sigue cuidando con severidad y delicadeza. Material que este domingo, en el teatre Joventut, de L’Hospitalet, se decantó en buena parte por el recordatorio de dos autores esenciales, Violeta Parra y Víctor Jara, muy afines a su universo, en el marco del festival Barnasants.
Las armonías vocales, muy elaboradas y portadoras de épica revolucionaria, dieron la bienvenida a lomos de la ‘Plegaria a un labrador’, de Jara, con todo su ímpetu natural y el roce de las guitarras transmitiendo luminosidad. Vestidos de negro, pero sin los ponchos de otros tiempos (que sacan del armario solo ocasionalmente), los siete integrantes de Quilapayún, con Rodolfo Parada al frente, lucieron sobrios y entregados al arte de la canción. Voces recias en ‘Qué dirá el Santo Padre’, de Parra, de quien se atrevieron a fundir las estrofas de ‘Gracias a la vida’ con las de su cara B existencial, ‘Corazón maldito’, en una creación de contrastes que resaltó el “trasfondo dramático” de la trovadora.
Profundidad instrumental
De Jara defendieron ‘El pimiento’ con gran fuerza interior, y evocaron los “cinco minutos” contenidos en ‘Te recuerdo Amanda’, en alternancia con citas a Carlos Puebla y a un clásico del repertorio, ‘La muralla’, que Patricio Wang asoció a la actualidad política catalana (“dicen por ahí que ahora las murallas las lanzan; nosotros no”, ironizó). Wang guió algunas sustanciosas piezas instrumentales, como ‘Temporía’, un ‘collage’ de diversas composiciones con signo contemporáneo, y la ‘Suite movie’ de Manos Hadjidakis. Ahí desplegó Quilapayún unos registros sugerentes, en un paso más allá del folclore, y confirmó el rigor ejecutivo en una composición compleja de Violeta Parra, ‘El gavilán’, enrevesado relato sobre un amor “mentiroso”.
Un punto álgido del recital, que avanzó imprimiendo empaque vocal a ‘Què volen aquesta gent?’, pieza interpretada en catalán (como cuando, en el 2003, el grupo la compartió en el Palau con su coautora, Maria del Mar Bonet), y reivindicando al líder inmolado en ‘Allende’. Ambiente caldeado en el Joventut y el público en pie en un bis que arrancó con el son tropical de ‘La batea’ camino del himno de himnos, ‘El pueblo unido jamás será vencido’. Como colofón, la canción popular española ‘El turururú’, sarcástico recital de denuncias sociales y señal de que el buen humor no es, después de todo, ajeno al mundo de Quilapayún.
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