ESTRENOS DE LA SEMANA

Sobrevivir a un embarazo inconsciente en Marruecos

La directora Meryem Benm'Barek explora en 'Sofia', premiada en Cannes, las opresiones de género y clase que afectan a la sociedad marroquí

Meryem Benm Barek

Meryem Benm Barek / periodico

Juan Manuel Freire

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El artículo 490 del código penal marroquí castiga las relaciones sexuales fuera del matrimonio con penas de prisión de un mes a un año; tanto para ellos como para ellas. En parte como protección inconsciente, muchas mujeres solteras sufren la negación del embarazo, una patología por la cual el cuerpo no presenta síntomas de gestación y no se es consciente del embarazo hasta romper aguas.

A Sofia (Maha Alemi), protagonista de la película de igual título, le sucede esto último durante una reunión familiar, de la que huye para dar a luz y buscar soluciones. Es una víctima, pero una víctima pragmática. "Es una víctima que se niega a serlo, y para ello juega las cartas que la sociedad le ha dado", explica la directora y guionista Meryem Benm'Barek. "Como mujer de clase baja, no tiene muchas opciones, como sí que podría tener su prima. Sofia transforma un problema en una oportunidad. Al hacerlo, ella participa en su propia opresión y se nutre de un sistema injusto con raíces en el patriarcado".

Ganadora del premio al mejor guion en la sección Un Certain Regard de Cannes 2018, la (primera) película de Benm'Barek rompe moldes en cuanto a la clase de heroína que esperamos encontrar en un filme sobre la situación de las mujeres en el mundo árabe. "Es una constante en el cine en general: tu protagonista ha de ser simpática y guapa. Pero Sofia está viviendo algo tan horrible que no tiene tiempo para ser simpática. Y su belleza física no es evidente. En Francia, algunos exhibidores rechazaron la película porque la protagonista no era simpática ni guapa".

Complicando aún más las cosas, Benm'Barek ni siquiera señala abiertamente, a través de trucos sentimentales, cómo deberíamos sentirnos respecto a las acciones de Sofia. "Por usar no usé música ni mostré al bebé. Lo que más me interesaba era mostrar el juego de ajedrez que es la sociedad marroquí, en la que todo el mundo es un peón".

Sí eludió, además, escenas chocantes, fue para que la película pudiese ser vista (y discutida) por el máximo de público en su país. "Solo así podría emitirse sin necesidad de cortar nada. A través de la tele podía entrar en el comedor de las casas. Es la forma de dejar huella, porque en Marruecos la gente no va mucho al cine".