Berlinale

Ozon aborda con cobardía la pederastia en la Iglesia en 'Gracias a Dios'

La película simplifica la lacra de los abusos a menores al renunciar a presentarla como el caso de corrupción sistémica que realmente es

Francois Ozon

Francois Ozon / periodico

Nando Salvà

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Dado que la cobertura informativa de los casos de pederastia en el seno de la Iglesia a menudo pone el foco en los perpetradores -y que el verdadero centro de la película más conocida sobre el asunto, 'Spotlight' (2015), lo ocupaba un grupo de periodistas-, de entrada es digno de elogio que ahora la nueva película de François Ozon preste máxima atención a las víctimas. Presentada este viernes a concurso en la Berlinale, 'Gracias a Dios' se basa en un caso de abusos que sigue abierto en los tribunales franceses, y en concreto retrata de forma sucesiva a tres de las víctimas integrantes de la asociación que llevó a cabo las denuncias, cada una de ellas con sus propias circunstancias familiares, económicas y psicológicas.

A lo largo de su carrera, Ozon ha tocado asuntos como el sida, la homofobia y el sexismo, pero por lo general está en las antípodas de lo que entendemos por un cineasta social. Esta es la primera de sus películas basada en hechos reales extraídos de la prensa, y se resiente gravemente de esa circunstancia. Por un lado, a lo largo de un metraje innecesariamente largo el relato avanza sin ningún tipo intensidad o pulso dramáticos, tal vez paralizado por la responsabilidad de ser fiel a los hechos. Por otro, el francés acusa una sorprendente falta de sutileza no solo al subrayar los traumas que los abusos causaron en quienes los sufrieron, sino también al tocar temas como la cultura del silencio extendida tanto entre la jerarquía eclesiástica como los familiares de las víctimas y la hipocresía de una religión para la que pedir perdón basta para solucionarlo todo.

En cualquier caso, la actitud que 'Gracias a Dios' acaba adoptando hacia la Iglesia católica peca de cobarde. Ozon expresaba este viernes su esperanza de que la película contribuya a ahondar el debate y erradicar la lacra de los abusos. De ser eso cierto, resulta inexplicable que la simplifique como lo hace, convirtiéndola en un problema causado por un sacerdote enfermo y sus jefes y no en el caso de corrupción sistémica que realmente es; que pretenda que todos los escándalos destapados en los últimos años alrededor del mundo no han existido, y por tanto no exigen reflexiones más hondas sobre la verdadera naturaleza del vínculo entre los abusos a niños y los hombres con sotana.