ENTREVISTA

Rayden: "La vieja guardia quiere comerse a sus hijos y la nueva, matar al padre"

rapero rayden

rapero rayden / periodico

Juan Manuel Freire

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En su nuevo disco, 'Sinónimo', David Martínez Álvarez, alias Rayden, sigue elucubrando sobre la unión del rap con el pop y todos los géneros que haga falta. Lo presenta en directo este sábado en Razzmatazz, como parte del programa del Festival Mil·lenni.

En el tema inicial de 'Estaba escrito'

He seguido una línea coherente. Ya lo decía en esa misma canción ['Introspección'], “sigo en mi línea; torcida, pero siempre hacia arriba”. Y creo que, de hecho, ese tema cuenta lo que ha pasado después. Aquí no va ni de cantar mejor ni peor. Aquí gana el que emociona. Y, otra cosa no, pero mis discos tienen mucha verdad y mucha emoción.

Este último, en particular, suena a catarsis en toda regla.

Ha sido un poco la pescadilla que se muerde la cola. Pasé por una mala racha y por querer retratarla en toda su intensidad, acabé sufriendo bastante a nivel mental. Tenía clara esta trilogía desde hacía tiempo. Si al título de 'Sinónimo' le quitas 'nimo', se queda 'sino', que es como el camino, y tenía claro que necesitaba sacar todo lo que hay debajo de la alfombra. Tiene un punto de verdad muy bestia. He dado cosas que igual no tendría por qué haber dado. Quizá por eso también está llegando tanto a la gente.

¿Siente que ese proceso tan doloroso ha merecido la pena?

Ha merecido la pena. En el sentido literal. Ha merecido la pena, la pena más absoluta y todo lo que he pasado. He arriesgado a nivel emocional y he salido ganando tanto yo como el oyente. Lo que siento ahora mismo es liberación. Es como que ya no va conmigo.

¿El primer tema, 'Gargantúa', es un ataque a las nuevas músicas urbanas?

De lo quería hablar era de la vieja guardia y de los nuevos artistas, no solo del rap, sino de cualquier género. Entre la vieja guardia noto complejo de Saturno, como si necesitaran comerse a sus hijos por miedo a que les quiten aquello por lo que han luchado. Y los nuevos artistas, en su intento de convertirse en vanguardia, intentan ser el hijo que mata al padre. Yo me siento entre medias, ajeno a la guerra de uno y a la guerra de otros, al circo, al postureo… Al final es todo una carta de amor a la escritura. A la escritura con contenido, en la que el contenido se impone al continente.

Ya en 'Lista negra', un antiguo corte de A3Bandas, atacaba las nociones más superficiales y quizá dañinas del rap: "Que el día que piense solo en ventas / Me dejaré greñas y diré que las pibas sois unas cerdas".

Hablo siempre como amante de la música, sobre todo. Yo me cruzo con un videoclip con un tipo rodeado de mujeres y ostentando, y enseguida cambio de canal. Me chirría, por ejemplo, esa parte del reggaeton cuya temática es denostar a la mujer. Cuando dedico temas a hablar de música, dejo clara mi opinión.

"Ya llevo tres discos contando con músicos, para dotar a la obra de dinámica, energía, verdad"

'Caza de pañuelos', su canción contra la violencia machista, ha tenido bastante resonancia, pero quizá menos de la que pudo tener. Declinó dar muchas entrevistas sobre ella. ¿Por qué?

A cada medio que me llamaba, yo le enviaba una caja de bombones y le escribía una carta a mano para decirle por qué no iba. Les invitaba a llamar a la presidenta de la Asociación Bizirik [integrada por mujeres supervivientes de la violencia machista], que es a la que van destinados los beneficios del tema, y que le dedicasen a ella los minutos que pensaban darme a mí.

El álbum tiene un sonido claramente de banda y mucha musicalidad. En su caso, el rap parece, cada vez más, solo un punto de partida para un proyecto que engloba muchas otras cosas.

Lo he producido yo porque me veía en un momento dulce a nivel compositivo. Ya había producido temas anteriores míos, e incluso de otra gente. Aquí quería tener la carga de producción musical, pero porque lo tenía bastante claro. Ya llevo tres discos contando con músicos, para dotar a la obra de dinámica, energía, verdad, y que no se base todo en ondas y secuenciaciones, que ya no me llenan tanto.

Se atreve a flirtear con estilos que raramente tienen cabida en el rap nacional, como el pop alternativo más épico y la canción melódica.

Cuando colaboro con alguien, no es para tirar de nombre, sino porque por mí mismo no sé llevar la canción al punto que quiero. Pienso por el bien de la canción y pido ayuda. Busco a quien pueda aportar los matices, un cambio de visión, un discurso, un chorro de voz… ¿Por qué en el anterior sí y en este no colaboro con raperos? Porque para eso, rapeo dos veces.

Esa clase de ganchos melódicos son comunes en el rap estadounidense, están superaceptados, pero aquí todavía parecen despertar recelo.

Mi público se ha acostumbrado. Hay mucha gente que está poniendo como mejor tema el que hago con Pablo López ('Abrazos impares') y nadie dice "ah, vendido, popero, no sé qué". No dicen ya nada. Dicen más bien cosas como "vaya canción, me destroza por dentro". Se concentran en lo que tienen que concentrarse: la canción y aquello que te genera.