CRÍTICA DE CINE
'Green book': paseando a Mr. Shirley
Historia de superación y de amistad entre razas, es un drama amable, el 'Paseando a Miss Daisy' de los tiempos modernos
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Quim Casas
Si los vagabundos de la Gran Depresión norteamericana de los años 30 tenían una guía repleta de códigos y signos que solo ellos reconocían, los afroamericanos de los 60 utilizaban el denominado 'Green book' para encontrar bares y moteles en los que alojarse sin tener problemas cuando recorrían las zonas más racistas del país.
El libro verde lo empleaban todos los de raza negra, fueran trabajadores de la construcción, médicos, abogados o artistas. Y artista es uno de los dos protagonistas de este filme que reconstruye, como mandan los cánones actuales, una historia real. Es Don Shirley, refinado pianista, afroamericano y homosexual en un mundo racista y homófobo.
Virtuoso de las teclas, se ganó bien la vida tocando temas de raíz más popular para audiencias selectas (y blancas), aunque también grabó mucho jazz, poemas sinfónicos y una ambiciosa pieza sobre el descenso de Orfeo al inframundo que haría las delicias del último Lars von Trier, el de 'La casa de Jack'.
A Shirley, culto, estirado, introspectivo y exótico (su lujoso apartamento justo encima del Carnagie Hall era una especie de museo panafricano) lo encarna muy bien Mahershala Ali, actor afroamericano de moda tras intervenir en 'Moonlight' y protagonizar la tercera temporada de 'True detective'.
El auténtico contrasentido
A Tony 'Lip' Vallelonga, dicharachero y expeditivo portero de discoteca italoamericano, lo interpreta de forma certera Viggo Mortensen Viggo Mortensen. Lip fue el chófer y guardaespaldas de Shirley cuando este realizó una gira por los estados del sur que sirve, en el filme, para mostrar el auténtico contrasentido de otro inframundo, el de las convenciones racistas: Shirley es agasajado en los conciertos en mansiones privadas pero, cuando necesita ir al baño, el hombre que le ha aplaudido le envía a un barracón en el jardín porque no puede orinar en los lavabos para blancos.
Historia de amistad y superación entre razas. Dirige uno de los dos hermanos Farrelly, en las antípodas de aquel universo dislocado y subversivo que crearon en 'Dos tontos muy tontos', 'Algo pasa con Mary' o 'Pegado a ti'. Este es un drama amable, el 'Paseando a Miss Daisy' de los tiempos modernos.
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