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El Zumzeig celebra el Día Europeo de la Mediación proyectando 'Mudar la piel'

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Eduardo de Vicente

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Este lunes se celebró el Dia Europeo de la Mediación, una fecha que ha pasado bastante desapercibida, la verdad, pero siempre hay alguien que nos recuerda su importancia. En este caso se trata de un cine modesto, familiar, con tan solo 73 butacas, gestionado por una cooperativa sin ánimo de lucro que programa las películas más alternativas de la cartelera. Se trata del Zumzeig, hasta el nombre es raro, que se encuentra situado en la calle Béjar, cerca del parque Joan Miró, y que tiene otros alicientes, ya que cuenta con un bar en las mismas instalaciones donde probar algunas delicatessen bien sean líquidas o sólidas, y con una biblioteca.

Y para celebrar este día han preparado para hoy una sesión especial, a las 18.30 horas, con uno de esos títulos interesantes, pero que casi nadie ha visto. Una lástima. Se trata de un filme más que adecuado, Mudar la piel, un documental muy personal que han dirigido los debutantes Ana Schulz y Cristóbal Fernández (montador de El mar nos mira de lejos Apuntes para una película de atracos). Y, además, tras la proyección aparecerán la directora y el protagonista, su padre, Juan Gutiérrez para conversar con el público sobre la película. ¡Ah! y la entrada es libre, condicionada al aforo. Más vale llegar pronto. Una oportunidad excepcional.

Las amistades peligrosas

El filme, que se ha paseado por festivales como San Sebastián o Locarno, se centra en la relación de Juan con un tal Roberto, que fue su amigo y confidente durante muchos años pero, en realidad, era un espía de los servicios secretos que iba pasando toda la información posible sobre las actividades de su compañero. Gutiérrez fue todo un personaje, un santanderino que emigró en plena dictadura a Alemania donde se convirtió en doctor en Filosofía. Estudió el comunismo, a Marx, Mao y otros pensadores y acabó dando clases sobre El capital en las que conoció a la que sería su mujer alemana.

Ya en plena transición democrática se instaló en San Sebastián en 1983 y creó el Centro de Estudios por la Paz. Era una época violenta en la que el País Vasco parecía un polvorín (las imágenes de archivo dan testimonio de la tensión que se palpaba en las calles) y él luchó para conseguir que ETA abandonara la lucha armada e intermedió con el gobierno. Uno de los testimonios más reveladores que ofrece el filme es una foto en la que políticos vascos de diferentes partidos se reunieron en secreto en EEUU para intentar un acercamiento, una instantánea que ve la luz por primera vez.

La mano derecha del negociador

Juan Gutiérrez era frecuentemente entrevistado por las televisiones por su papel de mediador y se convirtió en un hombre público. En ese momento se acercó a él Roberto (supongamos que es su nombre real, vete a saber) que se convirtió en su mano derecha, a quien confiaba todos sus movimientos y secretos ignorando que, en realidad, se trataba de un infiltrado. Sorprende comprobar cómo no le guarda rencor alguno, considera que no tiene nada que perdonarle y no cree que lo suyo fuera una traición.

El origen del filme nace de una foto que impacta a su hija Ana en la que se ve a su padre en primer plano y, atrás desenfocado, a Roberto que apareció de improviso mientras se encontraba en libertad condicional por unos hechos que más adelante descubriremos. La cineasta intenta localizar al personaje para que le explique lo ocurrido y la cita se dilata hasta que el reo se encuentra ya en la calle sin deuda alguna con la justicia. Ella quiere saber más pese a la resistencia del individuo y sueña con filmar la conversación entre ambos sobre lo sucedido. Sería el final soñado para su película.

Unos recursos originales para crear intriga

Formalmente está resuelta con un punto de intriga. Arranca con dos teleféricos que se cruzan y, más adelante, uno de ellos se transforma en una sombra. Una metáfora muy lograda. La música contribuye a la tensión con una inquietante melodía a piano. Las primeras declaraciones del padre las realiza bajo la atenta mirada de un reloj de péndulo y la cámara se pone en ese lugar oscilando de un lado a otro.

Es la historia de una amistad que quizás nunca lo fue, o sí, en la que no sabes quién sufrió el síndrome de Estocolmo, si el mediador se dejó llevar por el carisma de su colega o si el espía más tarde tomó conciencia (resulta estremecedora su vivencia de lo ocurrido el 11-M y las manipulaciones para hacer ver que el atentado fue obra de ETA). Un relato apasionante que tiene también un giro inesperado que puede sorprender fuera de aquí pero que, los aficionados al teatro catalán, descubren mucho antes…

Cómo se teje un documental

Descubriremos cómo se va tejiendo un documental de esta envergadura, que crece casi sin guion, a expensas de lo que vayan consiguiendo descubrir los cineastas y que culmina con una frase de Juan, un tipo de una inteligencia y una cultura fuera de toda duda. “Un héroe no es el que no tiene miedo, ese es un insensato. El héroe es el que sabe comportarse frente a las circunstancias aunque sepa que es muy peligroso”. Juan es una lección de vida, un pacifista convencido que sabe perdonar sin juzgar. Por eso no se nos ocurre mejor manera de conmemorar el Día Europeo de la Mediación que oyendo sus palabras, seguro que esta noche en el Zumzeig impresionará a la audiencia. Un hombre sabio al que vale la pena escuchar atentamente…