HÁBITOS DE CONSUMO MUSICAL

Ser el álbum número uno en EEUU ya solo requiere vender 823 unidades

Boogie Wit Da Hoodie

Boogie Wit Da Hoodie / periodico

Juan Manuel Freire

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No hace demasiado, el mánager de A Boogie Wit Da Hoodie tenía una noticia buena y otra algo más ambigua para su joven cliente, un rapero del Bronx que saltó a la fama con sus 'collabos' con Kodak Black, 6ix9ine y Fetty Wap. La buena: en la semana del 4 al 10 de enero, su segundo álbum de estudio, 'Hoodie SZN', había sido el más popular según la referencial lista Billboard 200. La más ambigua: ese mérito se había logrado vendiendo 823 copias del álbum. Nadie necesitó menos nunca.

Artist Julius Dubose (ese es su verdadero nombre, aunque también parezca un alias) rompía así el récord a la baja logrado, una semana antes, por 21 Savage, cuyo 'I am > I was' fue número uno colando solo 3.481 álbumes. En el caso de Dubose, sus fans ni siquiera hicieron el esfuerzo de buscar una tienda o abrir un paquete: las 823 copias eran descargas digitales. 

"¿Cómo puede ser que un disco que solo ha llevado a 823 personas a buscar la tarjeta sea número uno?", se preguntarán algunos con razón. Es número uno porque la lista de Billboard ya no es, en realidad, de discos 'más vendidos', sino 'más populares'. Su discutida multimétrica reúne las ventas de copias físicas y también los 'streams' (reproducciones de temas del disco en plataformas de 'streaming'), cuyo valor es diferente si provienen de servicios de pago o gratuitos y basados en la publicidad. 

Además de las ventas de álbumes (físicos o digitales), se suman al cómputo las 'unidades equivalentes a álbumes' (10 canciones vendidas de un álbum) y los 'streams equivalentes a álbumes' (1.250 si son de pago; 3.750 si son gratuitos).

Siguiendo estos nuevos cálculos, que se acabaron de implementar en mayo del 2018, A Boogie Wit Da Hoodie es número uno por las 823 copias vendidas y los 83 millones de 'streams', que dan como resultado unos 58.000 discos vendidos (o como queramos llamarlos). Ni siquiera esta cifra medio imaginaria es una gran cifra. Estos días hemos podido leer artículos sobre el 20º aniversario del debut de Britney Spears en los que se recordaba cómo, en su primera semana, '…Baby one more time' no fue un gran éxito; y aquel vendió 121.000 copias.

El auge del 'stream'

Si el 'Scorpion' de Drake se convirtió en el disco más exitoso del 2018 en EEUU, fue gracias al 'streaming'; a los 4.572 millones de 'streams' de los muchísimos temas del disco (o mejor dicho, básicamente, 'God's plan', 'In my feelings' y 'Nice for what'). Las ventas del álbum se redujeron a ¡330.000 copias! Recordemos que hablamos del mismísimo Drake. Y que, tampoco hace tanto, un álbum tan solo se consideraba un verdadero éxito en EEUU si vendía un millón de copias… en una semana.

El 'streaming' se ha impuesto como medio más popular para consumir música, que no comprarla. La RIAA (Recording Industry Association of America) ha informado de que durante el primer semestre del 2018, esta modalidad representó el 75% de los ingresos en EEUU, mientras que los formatos físicos eran el 10%.

Según los datos de Promusicae, durante ese periodo el mercado digital representó un 73% de los ingresos en España, mientras que el mercado físico se quedó en el 26%. Cifras muy similares a las del primer semestre del 2017. Ni más ni tampoco menos.

La 'playlist' mató la estrella del álbum

"¿Cuándo dejamos de escuchar álbumes?" es ahora mismo el equivalente melómano del "¿cuándo dejamos de hacernos fotos?" de los enamorados. Cada vez cuesta más engancharse a un álbum, no porque no los haya buenos, sino por los hábitos adquiridos durante la revolución (habrá quien diga involución) de la música digital. iTunes nos dejó comprar canciones sueltas, y el iPod jugar al suspense con el modo aleatorio o elegir exactamente con qué canción entre un amplio catálogo de temas ripeados queríamos poner banda sonora a nuestra vida.

Entonces llegó Spotify, con el que ese catálogo se hizo casi infinito y era fácil abastecer 'playlists' de seducción (el casete pasó a mejor vida para estos menesteres) con todas las canciones que nos pasaran por la cabeza. Escuchar el mismo disco, del mismo artista, del tirón, empezaba a dejar de tener sentido en una realidad tan fragmentada, fluida y descentrada.

La 'playlist' es el nuevo álbum. Llegar a las que cocina oficialmente Spotify se ha convertido en el Santo Grial de todos los artistas en crecimiento: aparecer en la influyente 'Rap Caviar' supone la exposición instantánea a más de once millones de pares de orejas.

El CD, esa reliquia

Según los datos de la medidora Nielsen, las ventas físicas cayeron en el 2018 en EEUU un 15,8%, quedando en 88 millones de copias vendidas. De estas, 70,7 millones son CD. No es mucho: en 1999, el año del debut de Britney, se vendieron 939,9 millones de CD, contabiliza la RIAA.

El CD, especie en extinción, solo funciona con superestrellas contadas, y eso si dichas estrellas evitan el 'streaming' en las primeras semanas, caso de Adele o Taylor Swift. En el caso de esta última, además, comprar 'Reputation' facilitaba hacerse con una entrada para los conciertos. El CD ya no parece la base de nada sino un objeto más del 'merch' que, quizá, ni siquiera llegue a ser reproducido. El álbum (sobre todo en CD) parece languidecer.

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