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Una completísima exposición en el CCCB repasa la obra de Stanley Kubrick

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Eduardo de Vicente

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“Si puede escribirse, o pensarse, puede filmarse”. Esta frase define perfectamente la personalidad de su autor, el director de cine Stanley Kubrick, un genio que, pese a su exigua filmografía compuesta tan solo por 13 películas, dejó una huella imborrable por su perfeccionismo insobornable y los universos que nos abrió con sus trabajos. La mejor manera de descubrirlo es visitar la espectacular exposición que puede verse estos días en el CCCB, que repasa todos sus filmes, ofrece una larga lista de objetos relacionados con ellos y abundante material audiovisual, desde entrevistas hasta escenas cinematográficas. ¡Bienvenidos a la odisea de un maestro!

La muestra está repleta de frases del cineasta o de personajes relacionados con él y, a la entrada de cada sala dedicada a una película, se proyectan secuencias de la misma. Unas letras rojas, un resumen de su filmografía / biografía y unas históricas claquetas de rodajes son nuestro primer destino. El primer apartado es Artesano Kubrick, compuesto por una serie de cámaras, objetivos y visores protegidos por una vitrina, una silla de director y un espacio donde se proyecta Portraits of Stanley Kubrick, un interesante documental de Manuel Huerga formado por un inmenso collage de 100 cuadrados y en el que siempre destaca uno en donde se nos muestran declaraciones o escenas de rodaje, algo poco habitual ya que Kubrick era reacio a incorporar contenidos adicionales en los DVD de sus películas.

Los cortometrajes y el cine negro

Panóptico Kubrick se dedica a sus primeros pasos, su tarea como fotógrafo en los años 40 para la revista Look con imágenes icónicas como la de un quiosquero con las portadas sobre la muerte de Roosevelt, su pasión por el jazz o el boxeo (centrado en Rocky Graziano), los famosos (Frank Sinatra o Montgomery Clift) o la más divertida vista ahora, un programa de la CBS TV con un promter primitivo (un cartón interminable con el texto escrito). También puede verse su carnet de fotógrafo y aborda también sus tres cortometrajes y su primer largometraje Fear & desireque siempre repudió. Si hubiera podido, lo habría hecho desaparecer del mapa.

El cine negro ocupa el próximo espacio con El beso del asesino Atraco perfecto. Vemos anotaciones sobre el montaje o el presupuesto de producción pero lo más curioso son las fotos de la filmación de la mítica pelea entre maniquís de la primera o una instantánea donde los actores Sterling Hayden y Kola Kwariani juegan al ajedrez bajo la atenta mirada de Kubrick. Lo que sigue ya son salas dedicadas a todas y cada una de sus obras maestras empezando por Senderos de gloria, con fotos del rodaje entre las trincheras o una caricatura del dibujante Al Hirschfeld con su trazo característico.

De Espartaco a Peter Sellers

Espartaco fue rodada en parte en España y podemos descubrir algunas anécdotas de este filme que destacó por ser el que mejor mostraba la estrategia y la situación de las tropas durante una batalla. El ayudante de dirección José López Rodero nos explica en una entrevista algunos detalles y nos sorprenden las imágenes de los soldados mezclados con la gente vestida de calle mientras admiramos la armadura y la túnica que lució Laurence Olivier o repasamos la escena censurada de las ostras y los caracoles. Podemos ver a Sue Lyon, la inolvidable Lolita, pero ¡en color!, ya que la peli era en blanco y negro y cómo bostezaba aburrida sobre la cama entre una escena y otra y leemos las cartas de advertencia de la Iglesia Presbiteriana. Entre el material sobre ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú se explica con diseños la escena de la caída de la bomba y fotos de Peter Sellers en sus distintos personajes, pero lo mejor es la reproducción de la maqueta de la sala de guerra.

La obra maestra del cine fantástico

2001: una odisea del espacio requería una atención especial y es la que ocupa más espacios con maquetas del amanecer del hombre (la escena inicial), el avión de Panamerican, la centrifugadora o el bus lunar. El disfraz de los simios, el mono de trabajo del astronauta, utensilios de a bordo como la cubertería futurista o el reloj pero lo más impactante es la inquietante mirada del Starchild colgado del techo o la reproducción de Hal 9000 que va hablando mientras paseamos.

Lo más atractivo de La naranja mecánica son sus diseños pop con unos carteles muy originales en la época, el vestuario completo de Alex con su bastón, sombrero y botas incluidos o las figuras que aparecían en el Korova Milkbar. Barry Lyndon pasó a la historia por sus escenas iluminadas únicamente por la luz de las velas y sobre este aspecto se proyecta un minidocumental, pero también podemos descubrir el trabajo de maquillaje y peluquería así como los trajes de los personajes o cómo “tunearon” la cámara para conseguir los efectos que deseaban.

El terror y la guerra

La terrorífica El resplandor incluye elementos como el jersey del niño, los vestidos y zapatos de las gemelas, el cuchillo, las hachas clavadas en la pared o la máquina de escribir. También hay documentales sobre el uso de la steadycam en el filme o el doblaje dirigido por Saura (ejem, ejem!) pero también podemos visualizar el laberinto de la película en una estupenda maqueta e intentar no perdernos. En La chaqueta metálica hay ejemplos de las banderas, el rifle de asalto o el inolvidable casco con la frase “Born to kill”, el reloj y las gafas de uno de los soldados y una reproducción de un helicóptero. En Eyes wide shut no podían faltar las máscaras venecianas o la capa que lucía el protagonista así como nos muestran fotos de Kubrick con Cruise, Kidman o el también director Sydney Pollack, que hizo un papel en el filme.

Trabajos inéditos

Su filmografía acaba aquí pero aún hay un apartado más, el dedicado a los proyectos inacabados como los dibujos de Inteligencia Artificial (que acabó dirigiendo Spielberg), documentación sobre Aryan papers, un filme sobre el Holocausto del que desistió tras ver La lista de Schindler, y el más faraónico de todos, la biografía de Napoleón con un detallado plan de rodaje, la carta de renuncia de Audrey Hepburn a interpretar a Josefina y la de aceptación de Oskar Werner para convertirse en Bonaparte. Debía durar, exactamente 236 minutos con 41 segundos, hasta tal punto la tenía preparada... pero nadie se atrevió a financiarla. Una completísima exposición a la que, para disfrutar al máximo, se le deben dedicar un par de horitas… y con los ojos no wide shut (medio cerrados) sino bien abiertos. Una maravilla… ¿volamos hacia el CCCB?