ENTREVISTA

Robert Brufau: "El Auditori debe ser altavoz de la modernidad"

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Marta Cervera

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Robert Brufau se traslada esta semana de despacho tras ser nombrado el pasado 20 de diciembre nuevo director del Auditori. De él, que trabajó como violonchelista profesional mientras estudiaba empresariales, dependerán las líneas artísticas del mayor centro musical de Barcelona. Este músico reconvertido en gestor cultural conoce bien la casa donde durante los últimos 10 años ha trabajado en la gestión y producción conciertos de todos los ciclos propios menos el principal, la temporada de la OBC, que ahora también pasa a depender de él. 

¿Qué cambiará en el Auditori?

Por primera vez podré tener esta visión global del proyecto. Mi objetivo es convertirlo en altavoz de la modernidad musical. Habrá unidad en un discurso que defenderá la tradición en un contexto de modernidad musical y que pondrá el centro en la nueva creación. Debemos definir nuestra personalidad. Proyectos como 'Sampler Sèries' o 'Escenes' deben ser motor de este Auditori que estamos imaginando. 

Ya había potenciado la diversidad musical. ¿Cómo lo aplicará a la OBC?

El Auditori se diseñó pensando en un modelo de la Cité de la Musique de París, como la casa de todas las músicas. Estos últimos años me he dedicado a abrirlo a diversos estilos, incluso al pop-rock con el ciclo 'Sit Back' o la música de nueva creación con el 'Sampler Sèries'.  Ahora toca integrar a la orquesta en la modernidad.

¿Cómo?

Recientemente ha actuado con Brad Mehldau, un artista de jazz que quizá no habría venido nunca al Auditori de no ser por esa visión poliédrica del equipamiento, como algo que va más allá de la orquesta. Estas sinergias de la orquesta con todo lo que ocurre en el centro han de ir a más.

"Tanto aquí como en Europa la edad media del abonado está subiendo. En la OBC se sitúa en 68 años, siete más que hace algunas temporadas"

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¿Puede precisar?

Al margen de todos los conciertos de abono de la OBC, que se debe a un repertorio sinfónico, hay una decena de producciones al año que también forman parte de su trabajo. Una semana de orquesta cuesta 50.000 euros. No la podemos tener parada. Pero todas las acciones que hagamos han de ir en una misma dirección. Uno de los retos principales es acercar la orquesta al público joven.

¿Tiene la piedra filosofal?

No tengo la fórmula mágica pero sí diversas líneas de trabajo que pienso poner en marcha. Los abonados sustentan la música sinfónica. Pero tanto aquí como en Europa la edad media del abonado está subiendo. En la OBC se sitúa en 68 años, siete más que hace algunas temporadas.

¿Cuál es su plan para enganchar al público joven?

Por un lado habrá que estudiar qué hacer con el 30% de butacas vacías de abonados en los conciertos, que se podrían abrir a este público. Por otro, intentar desarrollar una tarifa plana como tienen las plataformas digitales tipo Netflix o HBO. ¿Podemos imaginar una propuesta similar? Otra idea es vender entradas de última hora a jóvenes a precios de ganga.  Pero no se trata solo de una cuestión monetaria. Hay que potenciar otro tipo de comunicación con ellos.

La presencia en las redes sociales es clave.

Mi voluntad sería crear un departamento de audiovisual para crear contenidos de calidad. Una de las fortalezas de esta casa es que tenemos dos de las cosas más caras de una grabación: los artistas y los espacios. Pero no tenemos un proyecto propio de grabaciones. Hemos de ser capaces de crear un sello propio de distribución digital única y exclusivamente. Y no solo pensando en discos sino en todo tipo de cosas útiles para la comunicación porque así podremos llegar a la gente joven.

"No podemos perder el carro de la paridad. Si nos sumamos a él, no sería desorbitado pensar que en cinco años al menos el 50% de los conciertos tendrán directora"

¿Y qué ofrecerá la programación?

Algo diferente, empezando por la estructura tradicional del concierto. Para quien nunca ha ido a un espectáculo sinfónico puede ser una barrera esa duración habitual de dos horas con un descanso de 20 minutos. Habría que probar un nuevo formato más breve. No tendría por qué ser necesariamente en fin de semana, podría ser en jueves. Y, ojo, no siempre los conciertos han de ser en el Auditori, podríamos explorar espacios singulares en la línea de lo que hace el Yellow Lounge de Deutsche Grammophon.  

¿Qué le espera a la OBC? ¿Habrá renovación en la batuta?  

Uno de los retos es pensar cómo funcionará la próxima dirección titular y qué características tendrá el director o directora. Siempre he defendido la paridad, algo que intento extender también a las programaciones artísticas. En el terreno de la música sinfónica también debería lograrse pero es un drama: el gran repertorio universal es fundamentalmente masculino. Donde sí se puede incidir es en el mundo de la nueva creación donde hay más compositoras y en el mundo de la dirección. Hay mujeres extraordinarias directoras de orquesta con agendas muy complicadas. No podemos perder el carro y, si nos sumamos a él, no sería desorbitado pensar que en cinco años al menos el 50% de los conciertos tendrán directora.

¿Seguirá habiendo tantos conciertos de película, con pantalla y orquesta?

No. Es un error querer convertir estos conciertos en un ciclo. Ese no es el camino. Nuestra función es pública y nos debemos a un tipo de repertorio. Debemos valorar cada proyecto por su valor musical. Los conciertos con película deberían ser la excepción. ¿Cuántos realmente vienen después a ver un concierto normal? ¿Compensa?

¿El Auditori ha de ser un negocio?

No. Es un equipamiento público. Aun así los ingresos por venta de entradas rondan los cinco millones de euros de un presupuesto de 21 millones. Es una parte importante del presupuesto. 

"Tengo la sensación de que el Auditori está mejor considerado internacionalmente que en nuestra propia tierra"

¿Qué les pide a las administraciones?

Al Ministerio de Cultura, del que no dependemos económicamente, que libere el freno a la convocatoria de plazas para la OBC, cuya actividad se ha incrementado el 30% en los últimos tres años. Los conciertos necesitan los mismos músicos y eso nos llevó a trabajar con gente 'freelance'. La buena noticia, dentro de las circunstancias, es que estamos acabando las pruebas a músicos para generar una bolsa de intérpretes que estarán vinculados a la OBC de forma más permamente. Son gente que ya ha superado unas pruebas. Con ellos garantizas un talento, una ilusión y una continuidad.

¿Y al Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat, responsables del Auditori?

Mayor compromiso para potenciar el Auditori porque a veces tengo la sensación de que estamos mejor considerados internacionalmente que en nuestra propia tierra. Nosotros hablamos de tú a tú con las grandes salas europeas por nuestro tamaño y nuestros proyectos. Pero en Barcelona, el Palau de la Música, una sala con un patrimonio indiscutible, es todavía mucho más conocida que el Auditori, que este mes de marzo celebra su 20º aniversario. Hay mucha gente que no lo conoce, que nunca ha venido.

En su día se construyó para potenciar un polo cultural cerca de las Glòries, junto al TNC...

Y este debería ser un 'hub' cultural importante porque también está el Museu del Disseny aquí al lado. Deberíamos hacer una mesa conjunta con grandes instituciones para reivindicar quienes somos y lo que estamos haciendo.