CONCIERTO EN TRADICIONÀRIUS

Caïm Riba: "Da vértigo cantar cosas tan personales como 'Mare'"

El cantautor barcelonés, exmiembro de Pastora e hijo de Pau Riba, presenta su introspectivo segundo disco en solitario, 'Naranai'

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Jordi Bianciotto

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En ‘Mare’, una canción de trazos rockeros de su nuevo disco, ‘Nararai’, Caïm Riba canta con fuerza reflejando un dolor antiguo y un desamparo que poco tienen que ver con el costumbrismo pop de su anterior grupo, Pastora. Se confiesa “trist i sense forces” y recuerda a quien le dio la vida que su ausencia le acompaña en todo momento. “Sí, da un poco de vértigo cantar cosas tan personales. Me gustaría ser más ambiguo, pero así lo he querido esta vez, y tendré que afrontarlo y defenderlo”, razona este músico de honorable linaje, hijo pequeño del cantautor cósmico Pau Riba.

Se diría que la familia siempre ha acompañado su peripecia artística: Pastora debía el nombre a su madre, Mercè Pastor, fallecida cuando él tenía 22 años, y en su primer disco en solitario, ‘A 306 km’ (2014), desprendía alusiones al pasado compartido y a la isla de Formentera, donde nació en 1974 (el kilometraje hacía referencia a la distancia que media entre la pitiusa menor y Barcelona). A su vez, en ‘Nararai’, Caïm mira a sus hijos, tres, la mayor de las cuales, Maya, de 17 años, firma los dibujos de la portada y el libreto. A ella va dirigida una pieza que interpreta junto a Ivette Nadal, ‘Si mai et sents sol’ (título que al pronunciarlo deja caer su nombre), mientras que otra, ‘Princesa de les llunes’, apunta a Savina, de cuatro años.

Letrista novato

Como en Pastora los textos los escribía la cantante del grupo, Dolo Beltrán, los discos de Caïm nos han descubierto a un letrista: sensible, confesional y tocado por cierta melancolía ensoñadora. “Soy bastante novato en esto. En ‘A 306 km’ tiré un poco de recuerdos y aquí, de la familia, las experiencias, el amor...”, ilustra. Algunas de sus nuevas canciones proceden de la época de Pastora. “Me las guardé porque eran más bien introspectivas y me sabía mal que se transformaran con el estilo electrónico desenfadado del grupo”.

A todo esto, ¿qué ocurrió con Pastora, que se despidió sigilosamente y, a diferencia de la famosa Lola, sin buscar follón, tras un último disco en catalán, ‘Una altra galàxia’ (2012)? “La crisis hizo mella, tuvimos que refugiarnos en Catalunya, haciendo conciertos en lugares en los que pudiéramos ir a dormir a casa, la discográfica ya no nos ponía un AVE para las reuniones en Madrid y  todo se fue complicando”, recuerda Caïm. “Ellos no apoyaron el disco y mi  hermano se apartó. Yo pedí a Dolo más ‘feedback’, tirar juntos del carro, pero aquello quedó en el aire”.

Formentera, estado mental

Acudió entonces al recuerdo idílico de Formentera, una isla en la que vivió en sus dos primeros años y medio de vida y que siguió frecuentando largamente. “Mientras pudimos conservar la casa, que teníamos sujeta a un alquiler verbal. Hasta los 22 años yo tenía dos vidas, la de Barcelona y la de Formentera, donde me pasaba dos o tres meses cada verano”, revela. Hablamos de la construcción rural en la que Pau Riba pasó los primeros años 70 y en que concibió el álbum ‘Jo, la donya i el gripau’, en el extremo occidental de la isla, en La Mola, cerca del “faro del fin del mundo” de Julio Verne. “Donde yo nací: sin electricidad, ni agua corriente, ni lavabo..., con un pozo y una cocina de butano”.

Estamos pues ante un hijo de la era hippie, de la que no ha heredado una aversión a la tecnología pero sí “una especie de parsimonia formenterana” y una tendencia a ver “el lado positivo de las cosas sin dramatizar”. Allá en lo alto sigue figurando la telúrica figura paterna, cuyos álbumes encaja como influencias. “’Dioptria’ y ‘La donya’ los escuché mucho. ‘Licors’ un poco también”. Los discos de Pastora no fueron muy del agrado del patriarca (así lo expresó en este diario), ¿no es cierto? Caïm quita hierro. “A él le gusta crear controversia y jugó un poco con criticarnos para montar un culebrón, como si fuéramos los Osbourne”, ríe, aunque desliza: “yo hubiera preferido que nos mostrásemos afecto”.

Y llegamos a ‘Nararai’, una obra en la que combina el interiorismo del cantautor con los climas oníricos, las guitarras eléctricas y alguna que otra pista electro-pop: la bailable ‘Sentir l’aire’, conexión con el pasado de Pastora. Composiciones en las que expone su fondo más vulnerable con todas las consecuencias. “No me gusta que en las canciones solo haya ‘flors i violes’, pero a veces llego a encontrarme con personas que lloran en un concierto”, advierte Caïm Riba como si amonestara a sí mismo. Habrá que ver el efecto que consiguen sus nuevas canciones este jueves en el CAT (21.30 horas, festival Tradicionàrius), donde actuará arropado por Raül Bonilla (guitarra y voces), Salva Toscano (batería) y Jules Bikoko (bajo).