CONCIERTO EN APOLO

Guadalupe Plata: "Algunas costumbres españolas dan tanto mal rollo como el vudú"

El grupo de Úbeda muestra su música oscura y ancestral, que dialoga entre sur de Estados Unidos y la España rural

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Jordi Bianciotto

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Ni estribillos sonrientes ni proclamas por un mundo mejor: Guadalupe Plata desea transmitir más bien “un poco de mal rollo” con sus canciones densas, de ambiente enrarecido y con rastro de vudú. Música que este trío de Úbeda (Jaén) sigue asociando al género que rige sus vidas, el blues. “Ahí está la base de todo para nosotros”, asegura su batería, Carlos Jimena, en vísperas de la actuación del grupo, este viernes, en La 2 de Apolo.

Guadalupe Plata ha ido captando poco a poco la intriga del público y de los medios, pero llevan en esto más de diez años: en el 2008 el trío publicó su primer epé, al que seguirían cuatro discos largos. Ninguno de ellos lleva título, porque las portadas “quedan muy bonitas para ponerles letras encima”. El núcleo originario lo constituyeron Jimena y el guitarrista y cantante Pedro de Dios Barceló (“comenzamos como dúo, nos llamábamos The Rocky Horror Boogie Show”), pareja a la que se unió Paco Luis Martos, a cargo de un peculiar bajo autoconstruido a partir de un barreño. “Buscábamos algo que no fuera un bajo al uso, y él cogió un balde de zinc con un palo y una cuerda de arrancar la motosierra; bastante dura”; precisa Carlos Jimena.

Asaltado y linchado

Su propósito es demostrar que “no hace falta tocar instrumentos carísimos para hacer música”, más si su punto de partida inspirador es el blues del delta, al que han añadido capas de influencias que miran hacia el rock, el folclore y la psicodelia. ‘Corralera del veneno’, por ejemplo, desarrolla una suerte de trance flamenco, mientras que ‘Lo mataron’ parte de “una cueca chilena” y su letra se basa en una canción, ‘El afuerino’, del cantautor Roberto Parra (que fue hermano de Violeta). “Es la historia de un hombre al que asaltan, apalean y matan a machetazos”, resume simpáticamente el batería de Guadalupe Plata.

Pero el nuevo trabajo tiene un referente más concreto: el álbum ‘Gris-gris’, el primero del cantante y pianista Dr. John, de 1968. “Un disco que te mete en la música negra más ceremonial, con un ambiente fantasmagórico, mucho tambor y mucha África”, explica Carlos Jimena. Un imaginario que el grupo, que por supuesto se confiesa fan de Screamin’ Jay Hawkins, enlaza con el de la España rural, reflejado, dice, en la serie documental ‘Raíces’, de Televisión Española. “Ahí salían pueblos con sus costumbres”, recueda el músico. “Y algunas te daban tan mal rollo como una ceremonia vudú”.   

De todo ello salen canciones abracadabrantes, donde la voz humana suena selvática, como colándose entre los matorrales instrumentales. Sus textos “no son poesía desarrollada”, concede Jimena, aunque “un alarido o una palabra suelta conforma nuestro universo”. La simplicidad lírica les ha ayudado a introducirse en escenas europeas, con incluso una gira realizada por el Reino Unido. “Al final, el blues o el rock son géneros universales”. Y después de todo, pese a las interferencias sonoras que asumen gustosamente, su música sigue anclada en un puerto irrenunciable. “Todo parte del blues, de un blues muy profundo”.