entrevista

Pablo Trapero: "Si España no cierra heridas, igual vuelven a sangrar"

El cineasta argentino estrena 'La quietud', melodrama en el que explora los trapos sucios de una lujosa hacienda con las culpas de la dictadura como telón de fondo

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Nando Salvà

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Tras obtener el mayor éxito comercial de su carrera gracias a 'El clan' (2016), el más internacional de los cineastas argentinos vuelve a la cartelera con su décima película, el melodrama 'La quietud'. En ella penetra en el interior de una lujosa hacienda cuyos armarios ocultan todo tipo de trapos sucios: traiciones conyugales, hijos de padre incierto, odios maternos, envidias fraternas, abusos sexuales, relaciones casi incestuosas y, de fondo, las culpas acumuladas durante la dictadura argentina y jamás purgadas.

La quietud es una película distinta en su filmografía por varios motivos. ¿La diseñó como tal deliberadamente?

Creo que sí. En primer lugar porque he querido penetrar en un universo eminentemente femenino, y eso es algo que para mí, dada mi condición de hombre, fue todo un desafío. El mundo penitenciario que retraté en 'Leonera' (2008) también estaba habitado por mujeres, pero sus reglas eran masculinas. En 'La quietud' los hombres están en los márgenes. Además, es mi primera película en mucho tiempo que basa la narración en los encuentros entre personajes, y en la que apenas hay historia. Una mujer regresa del extranjero y se encuentra con su hermana y su madre; una de las dos es la hija preferida; al padre le pasa algo inesperado... y ya.

Asimismo, es la primera de sus películas que puede considerarse un melodrama. ¿Qué le interesó del género?

Que suponía un reto, puesto que nunca antes lo había tocado. Y también que es un género injustamente denostado, supongo que por culpa de las telenovelas. Pero algunas de las mejores películas de Luis Buñuel tienen mucho de melodrama, como 'Viridiana' o 'Bella de día', y lo mismo puede decirse de clásicos de Hitchcock, como 'Rebeca' o 'La ventana indiscreta'. Salvando las distancias, de todos ellos hay algo en 'La quietud'.

"Siempre me ha fascinado esa capacidad que todos tenemos de echar balones fuera respecto a los males colectivos"

Sí es cierto, por otra parte, que 'La quietud' conecta con su película inmediatamente anterior, 'El clan' (2016), en tanto que ambas reflexionan sobre la dictadura argentina…

Me di cuenta de la relación a posteriori, cuando 'La quietud' ya estaba en fase de montaje. Si bien son muy distintas en términos de género, tono y peripecia argumental, ambas hablan de aquellos que sacaron tajada de la dictadura, por acción o por omisión. En 'La quietud' hay una generación de mujeres jóvenes que al principio es ajena a los pecados pasados de sus padres y que, cuando esa evidencia se les echa encima, se ven obligadas a actuar y tomar decisiones traumáticas, en parte porque comprenden que ellas también son responsables. Siempre me ha fascinado esa capacidad que todos tenemos de echar balones fuera respecto a los males colectivos. La culpa la tiene el vecino o el político de turno, pero nunca nosotros mismos.

¿De dónde proviene esa necesidad de explorar el pasado de su país?

No sé si es porque vengo de un país en el que el psicoanálisis está tan extendido, pero lo cierto es que para mí es muy importante hacer ese tipo de reflexiones. Si no aprendemos de aquello que nos causó tanto dolor no seremos capaces de evitar que suceda de nuevo.

"Ahora mi hijo puede estudiar lo que sucedió en Argentina como algo estrictamente histórico. Por lo poco que sé de España, allí ese proceso de reflexión nunca existió"

En ese sentido, ¿cree que Argentina ha cerrado sus heridas de forma adecuada?

Todo lo que se hizo era necesario y, aunque quizá el proceso no fue perfecto, siempre es mejor un proceso imperfecto que un proceso inexistente. Se abrió un proceso de reflexión sobre lo sucedido, y aquellos que hicieron posibles las atrocidades cometidas durante la dictadura han ido pasando por los tribunales. Es un proceso lento, son heridas que tardarán generaciones en cicatrizar. Pero al menos ahora mi hijo puede estudiar lo que sucedió como algo estrictamente histórico, y yo siento que es inconcebible que algo así nos vuelva a suceder. Por lo poco que sé del país de usted, allí ese proceso nunca existió, y es peligroso. Si España no cierra heridas, igual vuelven a sangrar.

Durante 2019 codirigirá la serie 'Patria', basada en el libro de Fernando Aramburu. ¿Ve algún paralelismo entre las consecuencias que el conflicto vasco tuvo sobre la gente y las que tuvo la dictadura argentina?

Qué duda cabe. Creo que tanto 'Patria' como 'La quietud' hablan de familias con el armario lleno de cadáveres, atravesadas por una historia de violencia que modifica de forma traumática su seno. Aunque, tristemente, esas historias no son patrimonio de Argentina o España.

Como sabrá, 'Patria' ha sido todo un fenómeno social en España. A la hora de adaptar el libro a la pantalla, ¿eso le intimida?

Soy consciente de que la serie causará un impacto tremendo cuando se estrene; para algunos será doloroso, para otros un alivio. Pero en cualquier caso generará mucho debate, y eso para mí es muy importante en todos los sentidos. De hecho, es algo que siempre busco en las historias que cuento: que más allá del resultado audiovisual haya una dimensión social derivada de la reacción del espectador. De hecho, ahí es donde empieza la verdadera vida de las películas.