CRISIS EN UNA ENTIDAD

La SGAE se juega el futuro en su día de la verdad

La entidad ha puesto trabas al voto electrónico y ha llenado las redes de publicidad pidiendo el sí en una asamblea que si hoy rechaza las cuentas y los nuevos estatutos provocará la intervención del Gobierno

Teo Cardalda, José Ángel Hevia y Antonio Onetti, el pasado 18 de diciembre en la SGAE

Teo Cardalda, José Ángel Hevia y Antonio Onetti, el pasado 18 de diciembre en la SGAE / periodico

Nando Cruz

Nando Cruz

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Este jueves es el día de la verdad para la SGAE; el enésimo día de la verdad. Pero esta vez, por partida doble. Hoy expira el plazo de tres meses que dio el Ministerio de Cultura a la Sociedad General de Autores y Editores para cumplir los requisitos que evitarían su intervención. Y este jueves también se celebra la asamblea en la que los socios deben de aprobar los nuevos estatutos modificados a la normativa europea. Superar este primer examen permitiría a la junta superar el primero de los tres puntos que exige el Gobierno. Los otros dos son modificar el sistema de reparto para limitar las grandes sumas de dinero que vuelven a las televisiones a través de, entre otras vías, la música de madrugada y elegir una nueva junta mediante elecciones con voto electrónico, un mecanismo que quedó prohibido en los comicios de octubre que proclamaron presidente a José Ángel HeviaJosé Ángel Hevia.

En la asamblea del jueves sí se puede ejercer el voto electrónico. Mejor dicho, se podía, ya que el plazo expiró el pasado viernes. Y solo se podía votar si se tenía DNI electrónico. Esta traba legal, que no se aplicó en la asamblea de junio, también ha sido criticada por el Ministerio de Cultura, que la considera innecesaria. La SGAE explica que así quiere reforzar la seguridad en la votación y que en la asamblea de junio se registraron 294 desde una misma IP, pero el escaso margen entre la comunicación de que sería necesario el DNI electrónico y el límite para votar (solo una semana) hace que muchos socios lo vean como una maniobra sucia para dificultar el voto a los contrarios a la junta de Hevia, alineada con las editoriales televisivas.

Otro gesto muy criticado es la campaña en internet con la que la SGAE ha estado solicitando insistentemente el voto positivo. Los mensajes en redes sociales, los 'banners' en Youtube y los insertos publicitarios en todo tipo de páginas web han sido constantes estos días. Todos, claro está, sufragados por el conjunto de socios, independientemente de que estén a favor o en contra del sí. Da la casualidad de que la canción que ilustra el vídeo de la campaña es de Miguel Chastang, miembro de la junta. Se titula 'Blood and pain'. Sangre y dolor.

El secreto de las preasambleas

La semana pasada se celebraron preasambleas territoriales en distintos puntos de la península. Han sido encuentros que la junta de SGAE ha aprovechado para exponer sus argumentos a favor de la aprobación de los nuevos estatutos y del reparto de diciembre, que no contemplaba aún el tope del 20% que se va a imponer al dinero que las televisiones pueden recuperar por música emitida de madrugada. El anterior presidente de la entidad, José Miguel Fernández Sastrón, ha denunciado que no se hayan hecho públicos los resultados de las votaciones en las preasambleas. Tal vez porque vaticinaban una debacle.

En Barcelona, los socios rechazaron los nuevos estatutos por 651 votos contra 194 síes. El reparto de los ingresos de diciembre fue tumbado por una mayoría más aplastante: 707 contar 81. En Sevilla, también ganó el no, aunque por una diferencia más ajustada. En Galicia, Valencia y País Vasco, en cambio, ganó el sí a los estatutos, mientras que el reparto fue rechazado. Fuentes de la junta de SGAE aseguran que tras la debacle catalana, las fuerzas han quedado un poco más igualadas. El grueso de los votos se emitirán el jueves mismo, ya sea de forma presencial o por delegación de voto. La moneda aún está en el aire.

La junta de SGAE ha pedido el sí a la desesperada, suplicando un voto de confianza y amenazando con que un resultado negativo causaría la práctica desaparición de la entidad. Es justo lo que desean muchos de los opositores, principalmente, los músicos alineados con las editoriales de las discográficas, que se están organizando para presentar los máximos votos negativos. Pero en la SGAE, además de los músicos, hay dramaturgos, coreógrafos, cineastas y guionistas que se han visto afectados por unas guerras de poder en las que tienen mucho que perder y poco que ganar. Por eso, voces de peso como la del dramaturgo Fermín Cabal piden desde la vicepresidencia de la SGAE un voto positivo a los estatutos para poder acabar con la rueda desde dentro.

La incertidumbre del día después

Para aprobar los nuevos estatutos son necesarios dos tercios de los votos. Un 51% de síes no daría una victoria legal, pero podría suavizar la intervención del gobierno. Y aun en el caso de que el Ministerio de Cultura decida iniciarla, el proceso implicará unos pasos judiciales previos y la búsqueda de mecanismos para que, en paralelo, las obras de los autores no queden en el limbo. Porque la maquinaria de identificación y recaudación ha de seguir funcionando para que luego lleguen los repartos. Es el día de la verdad para la SGAE. Tal vez el más trascendental de su historia. Pero aún han de llegar más días de la verdad.