CRÍTICA DE CINE

'El regreso de Mary Poppins': un anodino facsímil

Esta versión del clásico se contenta con modificar levemente los icónicos personajes y con usar variaciones de algunos de sus momentos más memorables para rellenar una narración carente de rumbo e inspiración

Estrenos de la semana. Tráiler de "El regreso de Mary Poppins"  (2018)

Estrenos de la semana. Tráiler de "El regreso de Mary Poppins"  (2018) / periodico

Nando Salvà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Considerando la insistencia con la que celebra el poder de la imaginación, resulta notoria la poca inventiva que 'El regreso de Mary Poppins' despliega en el proceso. Transparente desde el principio acerca de su desinterés en expandir el universo de 'Mary Poppins' (1964), la nueva película se contenta con modificar levemente los icónicos personajes de aquel clásico y con usar variaciones de algunos de sus momentos más memorables para rellenar una narración carente de rumbo e inspiración sobre un documento bancario perdido y un cuenco roto.

Si en la película original había deshollinadores bailando en el tejado, en esta hay faroleros que danzan en las alcantarillas; lo que antes eran cometas ahora son globos; si la vieja señora Banks era sufragista, la nueva es activista por los derechos de los trabajadores. Y así todo el rato. El único cambio de relieve es que esta vez todo es menos interesante, en parte por la incapacidad del director Rob Marshall para sacar partido a los que sobre el papel son los dos grandes atributos de este cuento.

Por un lado están las canciones: la película acumula un montón de números musicales, pero cuando el espectador salga del cine lo más probable es que no recuerde ni una sola melodía. Por otro está la heroína titular: a medida que el relato avanza, Mary se convierte en algo parecido a una invitada en su propia historia, limitándose a seguir a los niños Banks o a ofrecer ocasionalmente el tipo de lecciones -sobre, por ejemplo, la importancia de celebrar al niño que llevamos dentro- que no son más relevantes hoy que hace 50 años.