en el palau de la música

Los caprichos de Fabio Biondi

El director dirigió de forma extraña al conjunto Europa Galante en un programa vivaldiano durante el que, para más inri, Carlos Mena cantó con la voz mermada

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Pablo Meléndez-Haddad

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Una vez más el ciclo BCN Clàssics llenó hasta la bandera el Palau de la Música Catalana. El programa prometía, anunciando un 'hit' muy popular como son las 'Cuatro estaciones' de Antonio Vivaldi interpretadas por un conjunto de gran prestigio como es Europa Galante, especializado en el repertorio barroco, a pesar de que la plantilla era la mínima. Pero el atractivo además radicaba en que el menú musical incluía obras de un ‘Prete Rosso’ –como también se conoce al compositor veneciano–completamente desconocido por estos lares, el operista, defendido por varias oberturas de óperas nunca estrenadas en Barcelona. A ello se sumaban diversas arias de obras para el teatro del compositor barroco catalán Domènec Terradellas, escritas en su momento para célebres castrados y que serían defendidas por una gran estrella ‘contratenoril’ española como es Carlos Mena.

Sin embargo, después de la primera espléndida pieza en la que todo pareció funcionar, todo se torció, precisamente cuando comenzaba una angustiante actuación del cantante vasco, que compareció aparentemente enfermo, aunque nada se anunció. Con la voz mermada, corto de 'fiato', se le quebraban notas, las zonas de pasaje sonaban áfonas y desesperadas, los agudos estridentes y calados... Una pena que rompía el alma al tratarse de un cantante tan puntilloso y fogueado. En todo caso, sus tablas le permitieron ir salvando los obstáculos como podía. Por ahí se decía que cantó con fiebre, pero si así fuera, la decisión de actuar enfermo fue como mínimo apresurada. El cariñoso y poco exigente público del ciclo, en todo caso, lo premió con sus aplausos y él pudo dar a conocer la particular emisión de un contratenor y una muestra de la obra de un olvidado compositor barcelonés como Terradellas.

La calidad innegable de los miembros de Europa Galante quedó demostrada por su poderío en las piezas instrumentales de la primera parte, como en la 'Sinfonía' de 'La Griselda', dividida en tres movimientos, más que en esos exigentes conciertos para violín, cuerdas y clave que conforman las ‘Cuatro estaciones’ vivaldianas, aquí lideradas por un Fabio Biondi que impuso una versión muy particular, con ‘tempi’ caprichosos, al punto de dejar pasajes irreconocibles, como ese ‘crescendo’ al comenzar el último movimiento del ‘Otoño’. Todo se escuchó muy contrastado, pero es que incluso Biondi como solista sorprendió con momentos de discutible afinación y unos ataques muy poco refinados, mientras los graves del contrabajo sonaban casi percutidos.