EL UNIVERSO DEL ARTISTA

Serrat, de la A de acracia a la Z de zanfonía

El cantautor ha desarrollado un inmenso imaginario lleno de referentes culturales, históricos, ideológicos y sentimentales

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Jordi Bianciotto

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Acracia. El país libertario al que alude en su temprana 'Cançó per a en Salvat-Papasseit', composición en la que anuncia su voluntad de no alistarse “sota cap bandera” y de convertirse en el “glossador” de la “divina acràcia”. Una declaración de principios y un guiño a su padre, Josep Serrat, que estuvo afilado a la anarquista CNT.

Belchite. El pueblo natal de su madre, Ángeles Teresa, en Aragón, martirizado por los bombardeos de la guerra civil. Su espectro, y el de la generación que se abrió paso en la posguerra y que tuvo que emigrar, conjugada sobre todo a través de una figura femenina, se intuye colándose entre las estrofas de ‘Cançó de bressol’.

Desheredados. Personajes que abundan en la lírica ‘serratiana’. Figuras que quedan fuera de foco y por los que sentía debilidad en sus tiempos más juveniles: de la figura familiar de ‘La tieta’ a la prostituta solitaria de ‘La Carmeta’ pasando por ‘El drapaire’ o ‘Balada per a un trobador’.

Exilio. Estancia prolongada a la que se vio abocado después de pronunciarse contra los últimos fusilamientos del franquismo, en septiembre de 1975, declaraciones que le costaron un proceso de injurias al Estado. México le acogió durante once meses, y el álbum ‘... para piel de manzana’ quedó afectado al distribuirse con dificultades en España.

Florida Park. En esta sala madrileña presentó Serrat, en 1969, su disco sobre poemas de Machado, y el cantautor llegó a regentarla durante un tiempo junto a su mánager José María Lasso de la Vega y al Dúo Dinámico. En el 2005, acogió una fiesta en honor a la edición del segundo volumen del disco de homenaje ‘Serrat... ¡eres único!’ que contó con la presencia del entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero.

Gran Rex. El teatro de Buenos Aires que le ha acogido repetidamente y en el que ha sellado noches memorables. La relación de Serrat con Argentina merecería un diccionario propio. Su primera visita fue en 1969 y vivió días de reencuentro apasionado en los 80, tras la dictadura. Como muestra de su todavía intenso tirón: este otoño ha llenado el Gran Rex (capacidad: 3.262 personas) hasta once noches.

Helena. Este nombre de mujer da título a una composición de corte ‘breliano’, reflejo de un amor perdido e imposible, incluida en el disco ‘Per al meu amic’ (1973). Uno de muchos que se han convertido en canciones de Serrat, junto con Marta, Edurne, Irene, Lucía o Penélope.

Intimidad. Un lujo que ha conseguido conservar pese a su condición de celebridad. Sus parámetros familiares son conocidos (casado con Candela Tiffon en 1978; tiene tres hijos, Manuel o ‘Queco’, Maria y Candela, y cuatro nietos), pero se las ha arreglado para mantener a salvo su esfera privada.

Jueces. Los sumos sacerdotes de la ‘nova cançó’, Els Setze Jutges, a los que se unió en 1965 con el número 13 en el dorsal. Bajo su paraguas publicó aquel año su primer disco, el epé encabezado por la canción ‘Una guitarra’. Tres décadas más tarde, Serrat rendiría homenaje a la ‘nova cançó’ en su conjunto con el doble álbum ‘Banda sonora d’un temps, d’un país’.

Kubala, Ladislao. El legendario futbolista fel Barça (1927-2002) fue su mayor ídolo infantil, y le rendió tributo en la canción titulada con su apellido, en la que loa su destreza con el balón. Por mucho Pelé, Maradona y Di Stéfano, dice, nadie como el húngaro. “Visca el coneixement / i l’alegria del joc / adornada amb un toc / de fantasia”.

Lengua. Dos son las usadas por Serrat en su obra: el castellano heredado de su madre y el catalán transmitido por su padre. Ambas se alternarán a partir del polémico episodio de Eurovisión-68, cuando su ‘La, la, la’ en catalán fue vetado por el franquismo. A partir de los 90 el grueso de su obra se decantará por el castellano. Pero aun hoy, en países como Argentina o Chile se sabe de la existencia de la lengua catalana en parte gracias a Serrat.

'Mediterráneo'. La canción y el álbum del mismo título (1971), cocinados a caballo de Calella de Palafrugell, Cala d’Or (Mallorca) y Mojácar (Almería), pero también el espacio tan geográfico como mental que representa, y cuya sombra alcanza con claridad hasta su último disco en catalán, ‘Mô’ (2006), homenaje a la isla de Menorca.

Naturaleza. Las pinceladas descriptivas del mares, montañas y paisajes salpican toda su obra. Canciones que hoy pueden ser leídas en clave ecológica, como ‘Pare’, ‘Plany al mar’, ‘El hombre y el agua’ o la misma ‘Mediterráneo’, en la que acaba soñando con fundirse “entre la playa y el cielo”, dando “verde a los pinos y amarillo a la genista”.

Pueblo. La discreción cotidiana y el costumbrismo de la vida rural acompañan muchas de sus composiciones, comenzando por la juvenil ‘Cançó de matinada’, que describe con evocadora pulcritud el despertar matutino de una pequeña localidad anclada en sus rutinas ancestrales. Una prodigiosa pieza en catalán que en 1967 fue número uno en ventas en toda España. ‘Pueblo blanco’ es otra muestra de esa sensibilidad.

‘Qué bonito es Badalona’. Canción del  álbum ‘1978’ en la que, a ritmo de pasodoble, Serrat desgrana un sarcástico piropo a la ciudad, en el que calles, plazas y estatuas se alternan con “ese perro muerto en la cuneta” y “esos albañiles en ‘samarreta’”. El partido ‘ultra’ Plataforma X Catalunya la utilizó en un espot de las municipales del 2011, lo cual causó la intervención de Serrat y sus abogados, que forzaron su retirada.

Ros-Marbà, Antoni. Escondido primero detrás del pseudónimo de Marc Blond, y luego con su propio nombre, el director de orquesta y compositor arropó sus primeras grabaciones, en los años 60. A lo largo de su discografía, el cantautor ha contado con cómplices destacados: de Salvador Gratacòs y Lleó Borrell a Juan Carlos Calderón, Josep Maria Bardagí, Manel Camp o Josep Mas ‘Kitflus’, pasando por el más presente y duradero de todos, Ricard Miralles, a menudo considerado el arquitecto del sonido de Serrat.

Tiempo. La memoria y el paso de los años envuelven de suave melancolía canciones como ‘Temps era temps’, reflejo de la infancia con guiños a ‘Lo toma o lo deja’ y a las coplas de Quintero, León y Quiroga; la irónica ‘Carta pòstuma a Helena Francis’ o las imágenes de película de ‘Los fantasmas del Roxy’, “cine de reestreno preferente que iluminaba la plaza Lesseps”, inspiradas en el cuento de Juan Marsé.

Utopía. Titulo del disco publicado en 1992, una obra con la que, en medio de los fastos olímpicos, Serrat, si bien portó la antorcha por las calles de Barcelona, parecía encontrarse en otro lugar: contenido, experimental y onírico, en busca de otra clase de sueño colectivo. Arreglos de Kitflus, sintetizadores y descreídos mensajes posmodernos: “Carlos Marx está muerto y enterrado”.

Versos. Los de algunos grandes poetas han contribuido a dar esplendor a su obra inspirando incluso álbumes completos. Ahí están ‘Dedicado a Antonio Machado, poeta’ (1969), ‘Miguel Hernández’ (1972), ‘Res no és mesquí’ (1977), con textos de Joan Salvat-Papasseit, y el acercamiento al uruguayo Mario Benedetti de ‘El sur también existe’ (1985).

Wad-Ras. En la cárcel de mujeres barcelonesa cantó Serrat el 25 de junio de 1984. Además de canciones conocidas de su repertorio, como ‘Para la libertad’, ‘La tieta’ y ‘Tu nombre me sabe a yerba’, sorprendió con un asalto a ‘Porompompero’, de Manolo Escobar, que alborotó a las reclusas.

Xenofobia. Sentimiento de fobia al extranjero que Serrat ha combatido en canciones como ‘Salam Rashid’, del álbum ‘Material sensible’ (1989). Una letra que anticipa el fenómeno de la inmigración y que firmó con el desaparecido Joan Barril.

Yupanqui, Atahualpa. El trovador argentino (1908-92), autor de clásicos como ‘Los ejes de mi carreta’, es uno de los creadores más influyentes en la obra de Serrat, junto con cantautores francófonos como Brassens, Brel o Trenet. Excepcionalmente ha interpretado canciones suyas, como ‘El payador perseguido’ y ‘Milonga del solitario’.

Zanfonía. Además de un instrumento de la familia de los cordófonos frotados (también conocido como zanfoña o zanfona), es el nombre del estudio en el que Serrat grabó discos como ‘Sombras de la China’ (1998) y ‘Cansiones’ (2000) y del sello discográfico en el que tomó parte junto a músicos como Carles Benavent y Joan Albert Amargós. Entre sus lanzamientos, los de artistas como Paul Fuster, Toti Soler con Ester Formosa o el disco swing de Loquillo, ‘Nueve tragos’.

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