CRÓNICA DE CONCIERTO
Els Pets, en su noche más vivificante
El grupo se mostró arrollador en el Liceu en el estreno de 'Som' combinando una docena de canciones nuevas con repescas de 'Agost', 'Hospital del mar' o 'Jo vull ser rei'
El nuevo disco de Els Pets, ‘Som’, ha tenido un efecto vivificante, dejando atrás los fantasmas del trabajo anterior, el anímicamente vulnerable ‘L’àrea petita’ (2013), y trayendo de vuelta a casa al mejor Lluís Gavaldà. No ya como compositor, sino también como figura de escenario. Hacía tiempo que no le veíamos tan exultante como este domingo en el Liceu, sala que acogió al grupo por primera vez, en la apertura del Suite Festival.
Els Pets se valieron de las canciones de ‘Som’, disco producido por Joan Pons (El Petit de Cal Eril), casi al completo (solo faltó ‘El dia que et vas trencar’) y combinándolas con una decena de incursiones selectas en el pasado. Comenzando por ‘Agost’, con su melancolía infinita, que Gavaldà descorchó con la guitarra acústica y que dio paso al primer estreno, ‘Wittgenstein’: estribillo a palo seco, buscando el cuerpo a cuerpo con el público a golpe de batería y palmas. De ahí a un contrastado momento pop, ‘La vida és molt avorrida sense el teu cos’, y a un clásico, ‘La vida és bonica (però complicada)’. Su autor recordó que “habla de la gente que está en la cárcel y de la gente que los añora”, y la dedicó “a los presos y presas políticos”.
Vigor y matices
En esta nueva versión de Els Pets brilló Jordi Bastida, a cargo de la mayoría de texturas de guitarra, entendiéndose con el fichaje más fresco, Marcel Cavallé, ex-Trons (teclados, voces y más guitarras). Con ellos, el sexteto desplegó un sonido a la vez refrescante y elaborado, con ángulos y poso. Todos lucieron trajeados, incluyendo a un Gavaldà que dejó en el armario su colección de camisetas pop y lució un traje de color Burdeos con chaleco y corbata.
Que cinco años atrás Gavaldà no viviera su mejor momento interior no significa que dejara de hacer buenas canciones: lo recordaron ‘L’àrea petita’ y ‘Blue tack’, repescas que incidieron en la foto de Els Pets como banda de pop adulto, al igual que otra perla de su obra moderna, ‘El que val la pena de veritat’. Entre las nuevas, el emotivo dinamismo de ‘Mil hiverns’, el receso ‘folkie’ de ‘Corvus’ o de ese baladón con ecos sesenteros llamado ‘No vull que t’agradi aquesta cançó’, que Gavaldà entonó sentado en el borde del escenario.
Política en clave
Las alusiones al momento político catalán se deslizaron en un ‘Prendre mal’ tan sutil que, apuntó Gavaldà con ironía, se ha entendido con tanta dificultad como una canción de Adrià Puntí. Sonriente y teatral, se acompañó en la sustanciosa ‘De tant en tant’ de un enorme girasol y nos habló luego de ‘Laia’, una chica “enferma a la que hay que tratar como persona y no como enferma”.
El repertorio nuevo dejó espacio al final a unos ‘Hospital del mar’, ‘Tantes coses a fer’ y ‘Soroll’ en los que el Liceu se vino abajo. Pero incluso en el bis, ‘Som’ y ese rockero ‘Llavis nous’ que Gavaldà presentó como “un homenaje a Deep Purple, T. Rex y The Sonics” se colaron entre los reencontrados pliegues de ‘Com anar al cel i tornar’ camino de la catarsis festiva de ‘Jo vull ser rei’. “Una canción que ha perdido vigencia con el tiempo”, bromeó. Como Els Pets.
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