CRÓNICA DE CONCIERTO

Matthew Sweet, eterna y agridulce juventud

El veterano del rock alternativo exhibió su renacimiento creativo en la sala Upload

Concierto de Matthew Sweet en la Sala Upload

Concierto de Matthew Sweet en la Sala Upload / ELISENDA PONS

Juan Manuel Freire

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Matthew Sweet tiene una vida estable, de hombre felizmente casado, pero sigue haciendo la misma canción que le convirtió en estrella alternativa a principios de los 90: himnos de guitarras crujientes sobre los amores torcidos. Es como si para hacer música, o necesitar hacerla, tuviera que seguir siendo su yo adolescente y veinteañero, empeñado en meterse románticamente donde no debería.

Los que el jueves acudieron a su directo en la sala Upload, en su mayoría hombres y de su generación, hicieron lo propio y actuaron como adolescentes, sobre todo cuando sonaron los éxitos de los 90. Se cantaban las letras, pero se cantaban, también, los riffs, puños levemente en alto. La sensación de agridulce regresión permeaba el ambiente. Está muy bien esto de la madurez, pero ser joven e infeliz también tenía su encanto.

Casi un supergrupo

El concierto era una rara oportunidad de reencontrarse con Sweet, y, de paso, ver en acción como compañeros de banda a dos terceras partes de Velvet Crush (el bajista Paul Chastain, el batería Ric Menck) y un guitarrista adorado por guitarristas (Jason Victor, de la última encarnación de los neo-psicodélicos The Dream Syndicate). Son sus músicos también en 'Tomorrow forever' (2017) y 'Tomorrow's daughter' (2018), el par de discos que ha visto a Sweet reemerger como compositor pop, después de un tiempo algo callado o grabando versiones con Susanna Hoffs de las Bangles.

Para calentar el ambiente, Sweet optó por el 'oldie' 'Time capsule', del clásico de 1993 'Altered beast'. Durante la noche, cayeron bastante canciones de este álbum, como del anterior y revelador 'Girlfriend' de 1991. El artista sabe lo que es bueno, lo mejor de sí mismo. También lo que la gente ha venido a escuchar. Por ejemplo, la emotiva balada 'Winona' ("¿podrías ser mi pequeña estrella de cine?"), puro anhelo y pura soledad, esta noche con gran segunda guitarra plañidera de Victor. O la canción de amor posesivo 'Girlfriend'. O la autoflagelatoria 'Sick of myself', con ese estribillo de chicle (muy Monkees) para enmarcar.

Directo y a la encía

Sea como sea, Sweet defendió con igual solidez su nuevo repertorio, en el que destacan la country-rock 'I belong to you' o esa 'Trick' de irrefrenable trote power pop, pero denso contenido filosófico: algo en la línea del famoso "¿Alguna vez has cuestionado la naturaleza de tu realidad?" de la serie 'Westworld'.

En algún momento, la voz pudo darle problemas (ya avisó en entrevista con este diario que podía tenerla "cansada después de tantos conciertos"), pero nadie se lo tuvo en cuenta. El asalto de dardos melódicos era implacable, tenso, uno detrás de otro hasta un final y letal 'Evangeline'. No hubo bises. Eso es ir directo y a la encía.