ENTREVISTA

Tequila: "Nuestras canciones ya son de la gente"

La banda actúa en Razzmatazz dentro de su gira de reaparición y despedida, 'Adiós Tequila! tour'

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Jordi Bianciotto

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Los autores de contagiosas canciones rocanroleras como ‘Dime que me quieres’, ‘Salta!!!’ o ‘Rock and roll en la plaza del pueblo’ regresan a Barcelona, este sábado, para despedirse de sus fans (Razzmatazz, 21.00 horas, apertura del Room Festival; abrirá Jaime Buenaventura). Hablamos con Ariel Rot y Alejo Stivel, supervivientes de la formación clásica de Tequila, creada en 1976 y que incluía al actualmente desmarcado Felipe Lipe y a los fallecidos Manolo Iglesias y Julián Infante.

En esta gira se mezclan sensaciones: reencuentro y adiós. ¿Cuál pesa más?

(Ariel Rot) Más bien la ilusión del reencuentro, de recuperar ese repertorio juvenil y tocarlo con todo lo que hemos aprendido en estos años.

Canciones de rock’n’roll juvenil, ¿defendibles por señores de 50 y tantos?

(Alejo Stivel) Chuck Berry tenía 90 años y seguía cantando ‘Sweet little sixteen’, y los Beach Boys todavía van por ahí cantando ‘California girls’. Nuestras canciones ya son de la gente y se organiza una ceremonia en torno a ellas. Aunque muchas no se correspondan con la edad que ya tenemos, dentro de esa fiesta tienen sentido.

Aterrizaron en España en 1976, procedentes de la Argentina de Videla.

(A. R.) Alejo y yo nos conocíamos desde los 10 o 11 años. También Sergio Makaroff era amigo nuestro, aunque mayor que nosotros. Nosotros llegamos uno o dos años antes que él. Cuando Tequila comenzó a funcionar, incluso con canciones suyas, él decidió venirse, aunque se decidió por Barcelona, que le fascinó.

Y ustedes se decantaron por Madrid. En tiempos de pre-‘movida’.

(A. R.) Fue una decisión familiar, aunque recuerdo que en casa, en Buenos Aires, teníamos la sensación de que la verdadera onda estaba en Barcelona. Luego, como Tequila, nos dimos cuenta de que aquí se respiraban otros aires, que era más abierta en lo artístico, más bohemia, con la Rambla, los cómics…

Bebían de Chuck Berry y los Stones, pero también del rock argentino: versiones de Pappo o Charly García. ¿Para ustedes era tan o más importante que el rock anglosajón?

(A. R.) Igual, igual. Para nosotros, tanto los Beatles y Dylan como Charly o Spinetta eran dioses. Era nuestra crianza musical y nos parecía bonito darla a conocer. Lo que hacíamos era muy callejero, y con la lírica del rock argentino, que tenía una especie de voz propia. Aunque Alejo y yo nos conocimos en un concierto de Paco Ibáñez.

(A. S.) Argentina estaba muy politizada y todo lo que fueran cantantes de canción protesta, con mensaje, eran ídolos, ¡fenómenos! Paco Ibáñez, Daniel Viglietti… ¡Y no hablemos de Serrat!  

(A. R.) Nuestra propuesta fue muy Stones y Berry, pero, pese a que éramos muy jóvenes, ya habíamos hecho una incursión en el rock sinfónico, y Tequila era nuestra vuelta a lo básico.

De hecho, en su primer álbum hay canciones como ‘Israel’, con guiños al rock progresivo.

(A. R.) ¡Exactamente! Y ‘Vacaciones en Copacabana’, que era complicadísima.

(A. S.) Yo tenía todos los discos de King Crimson, de Yes, de Genesis… Oíamos eso. Y la Premiata Forneria Marconi, y Van Der Graaf Generator, y Jethro Tull…

(A. R.) Es curioso, porque sin saberlo coincidimos con el punk, con la idea de que aquello era muy complicado y que preferíamos hacer música más básica.

(A. S.) Yo creo que el punto de inflexión fue el álbum ‘It’s only rock’n’roll’, con el que los Stones salieron diciendo que después de toda la orgía de virtuosismo y superproducción, al final y al cabo, “era solo rock’n’roll y me gusta”. Todavía hoy nos enganchamos a ese mensaje.

Pronto se convirtieron en un fenómeno de fans. ¿Sintieron que la industria les llevaba por un camino que no era el suyo?

(A. R.) La verdad, no. Fue todo tan rápido, y éramos tan críos… Hubiésemos sido demasiado completos si con aquella edad nos hubiéramos dado cuenta de cómo teníamos que manejar nuestra carrera. Era demasiado. Aunque puede que en algún momento se tergiversara el mensaje de Tequila.

(A. S.) Lo de las fans se utilizó como herramienta de márketing y quizá después nos pudo hacer un poco de daño, pero sin eso quizá nunca hubiéramos trascendido. Aunque en nuestros conciertos no venían solo chicas.

Vivir eso con 18, 19 años debió de tener su lado simpático.

(A. R.) ¡Por supuesto! Y lo disfrutamos todo lo que pudimos. Fue muy frenético. A Catalunya veníamos mucho, ya fuera por influencia de Gay (Mercader), nuestro mánager, o porque nos apreciaban especialmente. Había un hotel al que íbamos en el que cerraban una planta para nosotros.

(A. S.) Lo de Tequila en Catalunya fue muy furioso. Las fans, la histeria, la cantidad de programas de radio que había enfocados a ese fenómeno. Fue muy intenso.

¿Cómo recuerdan aquel primer álbum, ‘Matrícula de honor’ (1978)?

(A. R.) Como una mezcla de ingenuidad, intuición y mucha felicidad. Un estudio de grabación era como un templo para nosotros y estar ahí nos inspiraba mucho respeto. Nos salíamos.

(A. S.) Lo grabamos todo en pocos días. Nosotros en 15 días hacíamos un disco.

(A. R.) Y lo que duró toda la carrera de Tequila era el mínimo que necesita ahora un grupo para grabar un primer disco.

El segundo álbum, ‘Rock and roll’, el de ‘Rock del ascensor’, de Makaroff, suele ser citado como el mejor.

(A. R.) A mí me gusta mucho ‘Confidencial’, el último. Pero ese fue el que rompió más. Tenía un sonido que en España no se había conseguido nunca.

(A. S.) El concepto de la portada fue muy redondo y deslumbrante para el momento.

Descubrieron el reggae: ‘El barco’, canción muy ‘costelliana’, por cierto.

(A. R.) Totalmente. Gay era un fanático del reggae y nos ponía muchos grupos que aquí no se conocían. Nos lo inculcó. Me parece que ‘El barco’ fue el primer reggae en español.

(A. S.) Habíamos ido a Ibiza a ver a Bob Marley, y habíamos escuchado por primera vez a The Police.

Antes hablaban de la “voz propia” del rock argentino. ¿Cómo la definirían?

(A. R.) Mucha poesía, mucha lírica, un punto al que nosotros no llegamos nunca. Almendra, por ejemplo, era un grupo progresivo que mezclaba rock, tango…, y eran tíos de 18 años. Un fenómeno muy especial, donde influyó la cercanía con Brasil, y los argentinos que viajaban y volvían con discos de blues y de rock británico. Todo eso marcó a Argentina… ¡como un lugar clave en la historia del rock!

Curiosamente, Tequila nunca ha actuado en Argentina.

(A. R.) Nunca. En aquellos años estaba la dictadura. Nos habíamos ido y no íbamos a volver. Era un problema.

(A. S.) Estábamos marcados por nuestros apellidos. Nuestras familias no eran muy del agrado de la administración. Solo el último disco, ‘Confidencial’, se llegó a publicar, pero por la puerta de atrás.

El grupo se disolvió en 1982 y se habló de mala gestión económica, de drogas… ¿Cuál fue la razón?

(A. R.) ¡Todas! Y cierta indiferencia de la compañía. Pasaron cosas tragicómicas, como que nuestro mánager se olvidara de rescindir el contrato y se renovara automáticamente para cinco años más. Y hubo un desgaste en las relaciones entre nosotros. Cada uno estaba un poco con su locura. Nadie nos dijo: “pensáoslo un poco, tomaos un descanso…”

(A. S.) Solo un par de años después hubo un ‘boom’ de bandas en España que luego se exportó a México. Grupos que tuvieron éxito allí, como Hombres G, Mecano…, incluso Nacha Pop.

Tequila reapareció en el 2008, y ahora de nuevo en el 2018. Usted, Alejo, ha estado muchos años detrás de los focos, produciendo a La Oreja de Van Gogh, El Canto del Loco o Sabina. ¿Recuperar ahora su papel de ‘frontman’ es un poco esquizofrénico?

(A. S.) Al principio estaba cagado, en estado de pánico, pensando “¿quién me manda meterme en esto con lo tranquilo que yo estaba en mi poltrona en la mesa de sonido?”. Pero vi que recuperaba una parte mía que estaba anestesiada, no muerta del todo. Ahora lo estoy disfrutando mucho y me alegro de haberlo hecho. Si no, me hubiese quedado con la espina.

¿Les puede la nostalgia, las ganas de revivir el pasado?

(A. R.) Es algo divertido, gratificante. Para mí, el reencuentro con la guitarra rock es fabuloso, es el lugar del que partí.

(A. S.) Hay un punto de nostalgia, pero también de actualidad, de ver a un grupo pasándoselo bomba y que sale con ganas de liberarse. La banda está súper sólida, no es solo un ‘revival’. Y la gente se lo pasa bien con canciones que han sonado en películas, en los bares, en los coches de las familias…, y que se han transmitido.

Han grabado una canción nueva, ‘Yo quería ser normal’, para la banda sonora de ‘Superlópez’. ¿Indicador de que esto puede seguir?

(A. R.) No es lo que nos hemos planteado. Lo que queremos hacer es una despedida por todo lo alto. Aunque esta canción la tocamos en vivo y representa bastante lo que puede ser hoy Tequila.

Pero, ¿hacía falta que esta gira de regreso fuese a la vez de adiós?

(A. R.) No había necesidad, pero nos pareció un acto bonito. Mientras uno vive puede pasar de todo. Pero hoy nuestra idea es esa.

(A. S.) Hoy, si dices que te separas, y luego vuelves..., ¿te juzgan por eso?

(A. R.) ¡Habrá que evaluar cuánto penaliza!