UNA VOZ ESPECIAL Y EN ASCENSO

Varduhi Abrahamyan: "No sé cantar sin poner el corazón"

La mezzosoprano armenia debuta en el Liceu en el rol principal de la opera bufa 'L'italiana in Algeri', de Rossini

Varduhi Abrahamyan

Varduhi Abrahamyan / periodico

Marta Cervera

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Varduhi Abrahamyam es una mujer fuerte y decidida, pero también cálida y simpática. Al menos eso transmite en la entrevista con EL PERIÓDICO la mezzosoprano armenia que debuta este jueves en el Liceu como protagonista de la ópera bufa 'L'italiana in Algeri', de Rossini. El título regresa al coliseo con una luminosa producción de la ópera de Turín dirigida por Vittorio Borrelli (escena) y Riccardo Frizza (música), con Luca Pisaroni (Mustafa) y Maxim Mironov (Lindoro) en los roles principales. 

¿Qué significa debutar en el Liceu?

Es toda una responsabilidad pero me encanta hacerlo con este rol con el que me siento tan a gusto y me divierto tanto. Además cuando sabes que una función se retransmitirá en directo a más de 100 cines, la responsabilidad también aumenta. Pero siempre hay estrés en la ópera, como decía Callas. Ella cuando oyó a una actriz declarar que nunca tenía estrés, dijo: "Es algo que llega con el talento". La verdad es que ahora ya no sufro tanto como al principio porque con los años aprendes a controlarlo. Pero por suerte, siempre siento esos nervios antes de salir al escenario. Es algo inevitable porque quiero dar lo mejor de mí y pongo todo mi corazón en cada interpretación para llegar al público. Canto con la voz pero siento que también lo hago con todo mi cuerpo y mis sentidos. Lo doy todo y no me arrepiento.

¿Ayuda conocer al director musical?

Conocerlo y apreciarlo. La verdad es que con Frizza me encanta trabajar porque es un gran conocedor del bel canto. Sus indicaciones son excepcionales y hace cantar a la orquesta contigo. Yo soy un instrumento más y dialogo con la orquesta en todos los 'piani', los 'forte' y las coloraturas. Me siento muy a gusto en el Liceu, tanto el coro como la orquesta son excepcionales.

¿Habría trabajado ya con Luca Pisaroni y Maxim Mironov?

Solo con Luca pero hemos creado un buen equipo tanto entre la gente del primer como segundo 'cast'. Me siento bien con todos, hay muy buena onda, algo fundamental. Los cantantes viajamos constantemente y necesitamos sentirnos a gusto cuando estamos lejos de casa. Yo tengo marido y dos hijos. Les echo mucho en falta pero ahora mi familia en Barcelona es la gente con la que trabajo. Hasta que me vaya a cantar a otro lugar y cree otra familia, aunque en este oficio nunca sabes cómo resultará porque a veces, como en todas las familias, no todo el mundo se lleva bien.

¿Qué hace entonces?

Intento no buscar problemas. Tenemos la suerte de hacer un trabajo que nos encanta y esta carrera ya es suficientemente ardua para complicarte la vida todavía más. Un músico está siempre aprendiendo, estudiando… Nunca dejas de preocuparte por tu futuro. Primero te preocupa debutar pero mantenerse tampoco es fácil. Cuando has alcanzado cierto nivel la responsabilidad es mayor.

¿Qué es lo más duro en esta producción de 'L'italiana in Algeri'?

La parte final cuando ya no tienes energía casi y notas el olor de esos espagueti al 'pomodoro' que se preparan en escena. ¡Solo puedo pensar en comérmelos con las manos como hace Mustafá!

¿Su personalidad tiene mucho que ver con la de Isabella?

No. La única cosa que tengo de ella es ese carácter fuerte. Pero a la vez soy sensible, dulce. Supongo que tiene que ver con la educación que he recibido. Uno puede ser fuerte y a la vez amable y comprensivo. Yo he vivido la guerra tres años y eso hace valorar las cosas de otra manera. Yo era pequeña pero aun así, me marcó.

¿Rossini sabía retratar a las mujeres?

Es un compositor que adoro porque escribió mucho para mezzosoprano. Me encantan sus roles travestidos de las óperas serias. Me van los roles fuertes. Isabella, que es capaz de hallar por sí misma soluciones a todos sus problemas, no es un personaje cómico. Lo son las situaciones. 

¿Cómo ha sido su trabajo con Borrelli, el director de escena, comparado con otros?

Vittorio es muy abierto. Acepta todas las propuestas siempre que estén dentro de la línea de su concepto escénico. Pero esa actitud no es tan habitual. Ellos tienen una visión de la obra y hay que respetarla pero si algo me molesta, intento cambiarlo. Las ideas de los directores de escena deben ajustarse al cuerpo, la imaginación y posibilidades de cada cantante. En general, eso lo entienden pero si te encuentras con alguien intransigente, ¿qué puedes hacer?

Pero actuar sin estar a gusto influye negativamente en el resultado final.

Nunca me ha gustado cantar algo de una manera determinada por obligación. Cuando no disfrutas, se nota. Esto es un arte. Se puede interpretar el libreto libremente siempre que se respete su esencia.

Procede de una familia de músicos. Sus abuelos, su padre y su hermana... ¿Eso es bueno o malo?

Ambas cosas. Mi padre era un tenor con una estupenda voz y bellísima interpretación, aunque por desgracia no tenemos grabaciones porque en aquella época no era fácil. Él me desaconsejó cantar porque lo veía como una carrera difícil, especialmente para una mujer. Nunca lo entendí. Pero claro, a él le tocó vivir la época soviética, con las fronteras cerradas y sin posibilidad de salir para hacer carrera fuera.

¿Qué le hizo seguir en su empeño?

En Armenia amamos la música. Era, es y será un país musical. Cantamos siempre, en cualquier situación. La música nos ha salvado. Nos agarramos a ella constantemente ya sea en la guerra como en las celebraciones. Siempre está con nosotros. Forma parte de nuestra naturaleza y cultura. Siempre que nos reunimos surge la música. 

¿Las mujeres de la familia pensaban igual que su padre?

¡No! Mi madre siempre me apoyó y también la profesora de mi hermana. Tras licenciarme en el conservatorio de mi país, en el 2000 emigré a Marsella. En Francia no conocía a nadie del mundo lírico y tampoco sabía francés así que me matriculé en el conservatorio parar abrirme camino. Hacía muchas audiciones pero no me salía nada porque no tenía experiencia. La primera ópera que me contrató fue la Ópera de Paris. Ellos no miraron mi biografía, les gustó mi voz y me dieron el rol de Maddalena en 'Rigoletto'. Después he vuelto a menudo. Es donde más veces he cantado. 

En los últimos cuatro años su carrera ha despegado de manera espectacular ¿El secreto?

Por un lado he cambiado de agencia de representación. Por otro, técnicamente he cambiado un montón de cosas. Con la madurez y la mirada cambian con los años. También ocurre que cuando los teatros ven que trabajas bien y sin caprichos, te vuelven a llamar.

Su voz le permite abarcar roles como el Adalgisa, un papel de soprano, en la ópera 'Norma'.

Adalgisa no fue fácil para mí porque hay que interpretarla de una manera muy 'tendue'. Pero me ha abierto una puerta porque la interpreté con Mariella Devia como Norma y me ayudó mucho. Vocalmente aprendí tanto que se convirtió en mi maestra.

Le habrá beneficiado tener ese timbre particular, además de esa capacidad para alcanzar tanto los graves como los agudos. 

El otro día en el Liceu, alguien me dijo: "Eres un pájaro exótico". Tengo un timbre único pero también una forma de frasear característica. Me marcó mucho la manera de cantar de mi padre de forma directa, desde el corazón. Es algo que llevo en mí, no es una cosa artificial. No sé cantar sin poner el corazón.

Pues acabará rendida.

Tras una actuación estoy muerta. Necesito un día para recuperarme. No sé de dónde sale esa fuerza que entra en mí cuando piso el escenario. Mi padre solía decir: 'No temas nunca al escenario, es él quien ha de temerte'. Es uno de esos consejos que me dio que guardo como oro en paño.

¿Próximos retos?

En Las Palmas me espera el debut en el rol de la princesa de Éboli del 'Don Carlo' con una nueva producción. Al igual que cantar Carmen, Éboli era para mí un sueño que por fin haré realidad. También me espera 'La forza del destino', donde hago otro rol nuevo. Me esperan cosas muy interesantes en el futuro pero no puedo avanzar nada.