EL LIBRO DE LA SEMANA

Helen Garner, la mirada rapaz

'La casa de los lamentos' de la cronista australiana, junto con 'Historias reales', restaña un vacío en la no ficción

Olga Merino

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hasta la fecha, sólo se había publicado en España un libro de la australiana Helen Garner, la novela de corte autobiográfico 'The Spare Room' (La habitación de invitados, Salamandra, 2012), a pesar de que la autora, de 76 años, es una de las voces contemporáneas más reconocidas en su país natal, en todos los registros donde se aventura, ya sea la narrativa, el periodismo o el guion cinematográfico. En los últimos meses, sin embargo, la acción conjunta de Libros del Asteroide y Libros del K.O. —los mismos que confiaron en Fariña, la investigación de Nacho Carretero sobre el submundo del narcotráfico gallego— ha venido a subsanar un vacío inexplicable con la publicación simultánea de dos piezas en el apartado de no ficción, 'Historias reales' y 'La casa de los lamentos. Crónica de un juicio por asesinato'.

En realidad, la escritora no establece fronteras nítidas entre géneros; sus novelas nunca son enteramente construcciones ficticias, al tiempo que sus reportajes trascienden los hechos en crudo para acabar sondeando los rincones más oscuros del comportamiento humano. Periodismo literario o gajos de realidad novelada, a la manera de las norteamericanas Joan Didion o Janet Malcolm. Lo que a Garner le interesa es la verdad narrativa, la autenticidad, las “insinuaciones y temblores de ficción” que esconde la realidad, y sale en su busca con los puños desnudos y una mirada cristalina, muy profunda, como la incisión de un escalpelo. Una mirada rapaz, de raíz chejoviana.

La primera de las obras mencionadas, 'Historias reales', recoge medio siglo de reportajes, artículos y observaciones cotidianas, sobre asuntos que, si bien podrían parecer menores, constituyen la almendra misma de la existencia: una ruptura sentimental, la maternidad, la relación con las hermanas, el sentido de ser artista, la inevitabilidad de causar dolor o el envejecimiento de los padres. Retazos de vida que trasladan a la escritora a los escenarios más variopintos, desde un crematorio hasta un sórdido crucero en un barco ruso.

De la docencia al periodismo

 Durante varios años Garner ejerció la docencia, hasta que un buen día de 1972, con cierto espíritu kamikaze, se le ocurrió ponerse a hablar sin tapujos de sexo con sus alumnos de 13 años y relatar la experiencia para la revista 'Digger'. El director de la escuela no dudó en despedirla, por lo que Helen tuvo que empezar a ganarse la vida como escritora y reportera, un oficio para el que estaba especialmente capacitada por sus dotes de observación.

Fue en el ejercicio del periodismo como se gestó 'La Casa de los lamentos'. La autora se encontraba viendo la televisión cuando una noticia local la sobrecogió: Robert Farquaharson, de oficio limpiacristales, devolvía a sus tres hijos a casa de su exmujer, la tarde del 4 de septiembre de 2005, cuando el vehículo que conducía dio un bandazo y se sumergió en una balsa bastante profunda. Los tres niños se ahogaron; él pudo salir a flote, y alegó que había sufrido un ataque de tos al volante. Fue condenado a cadena perpetua.

Lejos de quedarse en la superficie de los hechos, Garner siguió las siete semanas del juicio estremecida por el misterio de que un hombre, de apariencia anodina, hubiese podido cometer tan espeluznante parricidio. Emergieron un matrimonio desdichado y hondos problemas de clase social. Se dedicó a entrevistar incansable a los familiares, a los testigos, a la policía, sometiéndolos a un brutal escrutinio. Así describe, por ejemplo, al abogado defensor en el momento de recibir el veredicto: “Un guerrero abatido, los pies juntos, la espalda encorvada, las manos entrelazadas a la altura de los genitales”. Una mirada despojada, la misma que no duda en aplicar sobre sí misma al autorretratarse como “una pequeña figura sombría pegada a un cuaderno y a un resfriado”.   

TEMAS