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El Almería repone 'Poe', un musical con terror, romanticismo y humor

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Eduardo de Vicente

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El acogedor Almería Teatre, en el barrio de Gràcia, tiene en los últimos años una programación muy variada que ofrece obras de pequeño formato de géneros muy distintos y está consiguiendo un público adicto a sus propuestas. Una de ellas consiste en recuperar éxitos del pasado y reponerlos adaptándolos a las medidas de su escenario y sus posibilidades, de lo que se encarga la compañía Gataro dirigida por Víctor Álvaro y Savina Figueras. Hace tres años recibieron múltiples galardones por su revisión de Flor de Nit y ahora repiten la experiencia con otra pieza de Dagoll Dagom, Poe, homenaje al famoso escritor de novelas de terror, que fue estrenada en el 2002.

Al entrar a la sala vemos que la cortina oculta el decorado y únicamente es visible un micrófono antiguo enmarcado por un círculo, de aquellos que se utilizaban en las primeras emisoras de radio o que nos recuerdan a las Andrew Sisters. En la megafonía, el graznido de un cuervo es la primera referencia a Poe. Cuando descubrimos el escenario comprobamos que está compuesto por dos paredes con unas fotos a la izquierda y un inquietante plafón a la derecha, varios sofás y unas puertas correderas. En lo alto, un ventanal que también tendrá una importante función.

Basada en diversas obras de Edgar Allan Poe

La trama, inspirada en varias obras del escritor, mantiene su espíritu y evoca momentos, personajes o escenas de El pozo y el péndulo, La caída de la casa Usher o El pozo y el péndulo, La caída de la casa Usher  El barril de amontilladoEl joven Nicholas llega a una misteriosa mansión ya que ha recibido una carta en la que su viejo amigo Roderick le explica que quiere verle. Pero, una vez allí, su presencia parece incomodar a todos los presentes entre los que se encuentran una mayordoma, el doctor Waldemar (el nombre es una referencia a La verdad sobre el caso Valdemar) y la hermana de su compañero, Madeline, que fue su amor de juventud.

El ambiente es extraño, todos parecen esconder secretos y la llegada del chico les pone muy nerviosos. Los hermanos llevan años sin salir de la casa, como si fueran los personajes de Los otros, sin ver la luz del sol, sus rostros son pálidos, fantasmales. Algo ocultan, está claro. El humo, las máscaras, las sorpresas que esconde uno de los cuadros, una estaca o los efectos de sonido contribuyen a crear una atmósfera turbia. La partitura es hermosísima y el pianista la ejecuta con energía y pasión remarcando los momentos más tensos.

Misterio, romance... y humor

Este musical combina básicamente tres elementos: el misterio, el romanticismo y el más inesperado, el humor, ya que da rienda suelta a la comicidad del doctor y una sirvienta con aires muy flamencos. Los dos primeros géneros están muy bien integrados aunque el tercero puede chirriar en algunos momentos. Está concebido como un recurso para dejar respirar al espectador aunque también puede descentrarle del tema.

Como ya viene siendo habitual, y es una gran noticia una vez más, el elenco, compuesto por jóvenes intérpretes brilla muchísimo, en especial en los dúos y en algún solo, y eso que las canciones que interpretan no parecen nada fáciles. Y es que hay poco espacio para los diálogos, ya que la mayor parte del espectáculo es cantado. Miguel Ángel Sánchez Bolívar (Roderick) alterna el lado más tenebroso con el más lúdico y viene a ser una especie de versión macabra del maestro de ceremonias de Cabaret, Pau Oliver (Nicholas) expresa con eficacia el desconcierto de su personaje, el único que ignora lo que esconde la mansión, Aina Vallès  transmite la vulnerabilidad de Madeline y tiene algunos de los mejores momentos musicales, mientras que Adrià Ardila, que este mismo año hemos visto en El futbol es així (de gai)y Ningú és un zombi, muestra su elasticidad y su vertiente más irónica. Finalmente, Patricia Paisal (la mayordoma) consigue convencer con su privilegiada voz aunque la comicidad de su personaje pueda resultar algo desconcertante.

Un espectáculo interesante que gustará, sobre todo, a los seguidores del escritor estadounidense ya que descubrirán los múltiples guiños escondidos en el montaje pero que también pueden disfrutar quienes desean ver algo diferente, un musical de misterio con pinceladas fantásticas, amores imposibles y entornos malsanos. No hace falta irse a la calle Morgue para encontrar crímenes, basta con acercarse al Almería Teatre.