QUÉ HACER HOY EN BARCELONA

Una exposición nos traslada al París bohemio y colorista del siglo XIX

una-mostra-sense-precedents-al-nostre-pais-amb-345-obres-entre-pintures-dibuixos-gravats-escultures-diaris-cartells-fo

una-mostra-sense-precedents-al-nostre-pais-amb-345-obres-entre-pintures-dibuixos-gravats-escultures-diaris-cartells-fo / periodico

Eduardo de Vicente

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El París de finales del siglo XIX estuvo marcado por la reunión de artistas de distintas disciplinas que coincidían en bares o teatros y que recibieron el calificativo de bohemios mientras bebían absenta, un licor de efectos insospechados que tiene su propio ritual y que llegó a apodarse El hada verde, pero también El diablo verde. Fue una época de una creatividad sin límites que puso en primera línea a un barrio degradado de la ciudad, Montmartre. Allí se citaban pintores como Henri de Toulouse-Lautrec o Pierre Bonnard, actores como Aristide Bruant; escritores como el dramaturgo Alfred Jarry y compositores como Erik Satie.

Pese a la miseria que se vivía en sus calles se convirtió en un centro artístico radical que alumbró diversos movimientos y que representaba la conquista de la libertad frente a los convencionalismos, el triunfo de los creadores sobre el estilo de vida de los burgueses y la revolución de las nuevas tendencias frente al inmovilismo de las academias ancladas en el pasado. Este apasionante periodo histórico puede ser ahora rememorado en una espectacular exposición Toulouse Lautrec i l'esperit de Montmartre que puede verse en el CaixaForum y que presenta ni más ni menos que 345 obras entre pinturas, dibujos, grabados, esculturas, diarios, carteles, fotografías y objetos de época.

De las calles a los locales de encuentro

Las paredes de cada una de las salas están pintadas con colores diferentes muy evocadores y en cada una hay una gran foto en blanco y negro sobre el tema en concreto que abordan. En la mayoría suenan canciones y músicas que nos transportan a ese siglo. El itinerario se inicia con el apartado París y Montmartre mientras descubrimos que en el suelo se proyectan unas imágenes que recuerdan a los adoquines de la época. Está dedicado a ilustrar los paisajes y la vida cotidiana de la ciudad y del barrio en esos años. Los muelles del Sena, una carnicería, las fiestas populares como el 14 de julio o estirar la cola al diablo, dos versiones de El bosque sagrado (de Toulouse-Lautrec y de Chavannes) y el más conmovedor de todos, Los desamparados, de Fernand Pelez que sorprende por su gran realismo.

El segundo bloque está dedicado al Chat Noir y predomina el color verde (¿un homenaje a la absenta?) Fue un cabaret artístico que tenía un símbolo que ha permanecido en nuestro tiempo, el de un gato negro sobre una media luna, una imagen típica de los souvenirs que regalamos a los amigos. Miau!!! Allí contemplaremos múltiples grabados, ilustraciones y pinturas de felinos, así como programas o libros de cuentos. Una de las especialidades del local era el teatro de sombras y podemos ver algunos ejemplos de esas siluetas de zinc así como un teatrillo para representarlas. También hay espacio para otro establecimiento como Le Quat’z Arts, que siguió sus pasos. Veremos sus programas y carteles y hasta un retrato de Toulouse-Lautrec. Nos despide de la estancia la mítica Mona Lisa en blanco y negro fumando en pipa, obra de Eugène Bataille.

Las revistas satíricas y las salas de baile

Volvemos al color gris en El arte periodístico y la vanguardia que muestra cómo la invención  de un sistema para imprimir, con una prensa tipográfica, ilustraciones fotomecánicas en blanco y negro basadas en dibujos lineales revolucionó la industria editorial. Los primeros ejemplos son de la revista Le rire y contemplamos diversos dibujos de estética moderna con efectos de ilusión y tonalidad. También hay carteles y grabados originales, revistas burlándose de los censores, portadas de libros, uno de ellos con ilustraciones de Picasso, o algunos de los carteles creados por Toulouse-Lautrec.  

 El fondo rojo con estampados ilustra Cafés, cafes concierto y salas de baile, que se ocupa de los locales más populares como el Moulin Rouge mientras suena el inolvidable Can Can y tenemos la sensación de que, en cualquier momento, puede aparecer un grupo de bailarinas con sus faldas rojas y negras, plumas en la cabeza y las ligas. Rememoramos a los bohemios y vemos obras de Juan Gris o una curiosa caricatura de Toulouse-Lautrec.

Arte, artistas y la representación femenina

En Teatro y espectáculos entramos en un entorno azulado donde descubriremos la ópera cómica del Théâtre de l’Oeuvre, vanguardista y simbolista, donde nació el Ubú Rey de Alfred Jarry que ha conocido múltiples versiones adaptadas a los nuevos tiempos o el experimental Théâtre Libre y sus obras naturalistas. Nos sorprende una canción de cuna obscena y pequeñas salitas dedicadas a diversos personajes y escenas circenses y otra centrada en las bailarinas. En un rincón podemos practicar nuestras habilidades pictóricas en una tableta, Le petit Chat Noir y demostrar que, como aquellos pintores, podemos plasmar el movimiento de un baile.

Nuestros pasos se encaminan al final donde se escenifica La representación de la mujer. Las prostitutas eran el objeto de los artistas pero las condiciones sanitarias eran muy deficientes. Tuvo sus consecuencias trágicas ya que fallecieron debido a la sífilis artistas como Baudelaire, Goncourt, Maupassant, o el mismo Toulouse-Lautrec. Por ello su visión es muy plural desde retratos delicados, casi románticos a desnudos exóticos o incluso caricaturas crueles como Eva caída.

Finaliza nuestra visita y tenemos la impresión de haber hecho un viaje por el tiempo, haber caminado por las calles angostas del barrio francés, haber recorrido sus teatros, haber conocido a sus gentes y haber vivido en primera persona un periodo de una gran efervescencia artística. Siempre nos quedará París… y, sobre todo, Montmartre.