crónica
Con hache de Reinhardt y de L'Hospitalet
El festival Django L'H vivió su noche más ambiciosa con el estreno de una orquesta dedicada a la música del padre del jazz manouche
Suenan las primeras notas del bis y el Teatre Joventut aplaude. El público ha reconocido la canción al instante. 'Minor swing', de Django Reinhardt, padre del jazz manouche, o jazz gitano, o gipsy swing. Como se le quiera llamar. El caso es que el estilo no se puede confundir con ningún otro. El rasgueo de las cuerdas metálicas, el brío, la alegría contagiosa y de vez en cuando alguna nota triste. En L’Hospitalet el jazz manouche es cosa seria. En el barrio de Gornal hay la única escuela pública de Europa con un área de estudios dedicada al estilo que Reinhardt inventó en los años 30. Y desde el 2010, también tiene el único festival del país de jazz manouche. L’Hospitalet debe ser el único lugar de España en el que hay gente que pronuncia Reinhardt correctamente, sin hacer sonar la hache.
El alma de todo esto es el guitarrista Albert Bello, impulsor de la escuela y director del festival que para la novena edición del Django L’H imaginó lo nunca oído, por lo menos en nuestro país: una orquesta con cuarteto de cuerda, 'big band' y cantante para hacer sonar a lo grande la música de Reinhardt. El sábado, en el estreno de The Django Orquestra y con el teatro prácticamente lleno, Bello estaba tan emocionado que al principio no podía ni hablar. Para una música que suele tocarse a trío o a quinteto, el despliegue en el Teatre Joventut era una superproducción. A un lado del escenario, la 'big band' dirigida por Sergi Vergés, autor de los arreglos que se estrenaban esa noche en L’Hospitalet. Al otro, un grupo de manouche y el cuarteto de cuerda armado por el violinista Oriol Saña. Y enmedio, cómo no, el guitarrista, que hacía de enlace entre las distintas piezas del puzle.
Administraron bien sus fuerzas: la noche arrancó con la 'big band' y el quinteto a todo gas. Tanto, que al poco de empezar uno de los guitarristas tuvo que cambiar el instrumento. "Hemos roto cuerda, demasiada pasión", dijo Bello, ya más suelto. Recorrieron el universo de Reinhardt parando en algunos de sus grandes hitos, pero también se fijaron en rarezas de su repertorio. Sonó una de las primeras composiciones que grabó jamás, 'Ultrafox', y Bello se quedó a solas con una cantante para recordar una pieza que el pianista John Lewis dedicó a Reinhardt. También tocaron en pequeño formato, como suelen hacerlo en las 'jam sessions' que semana tras semana abren en el Pipa Club, sucursal en Barcelona del manouche local. Pero la miga del concierto estaba en el poderío que la 'big band' le daba al repertorio. Los audaces arreglos de Vergés se apoyaban en los acentos rítmicos de las melodías originales y a veces iban incluso más allá, con golpes rítmicos y requiebros sorprendentes. El cuarteto de cuerda lo guardaron para el final, y le dio a la noche una sofisticación nueva. Buena manera de rematar la noche más ambiciosa de la historia de un festival único que ya es parte de la vida de la ciudad.
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