ENTREVISTA

Meritxell Colell: "No se le da suficiente voz al mundo rural".

La directora catalana debuta con la película 'Con el viento', una elegía a la vida del campo

Meritxell Colell, directora de la película 'Con el viento'.

Meritxell Colell, directora de la película 'Con el viento'. / periodico

Beatriz Martínez

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Meritxell Colell (Barcelona, 1983) se fue a estudiar unos años a la Universidad de Buenos Aires con un intercambio de la Pompeu Fabra y cuando regresó se dio cuenta de que se había abierto una brecha con todas las personas que quería. Como no supo definir esta sensación con palabras, decidió hacer una película en la que pudiera homenajear a sus abuelos, y una forma de vida, la rural, en peligro de extinción. El resultado es ‘Con el viento’ una de las óperas primas más poderosas del año que cuenta la relación entre una madre y una hija a través de una perspectiva tan transparente, cercana y sensitiva, como emocionante.

‘Con el viento’ habla de las ruinas de nuestro pasado, de un mundo que desaparece. 

Creo que no se le ha dado suficiente voz en nuestro país al mundo rural y su desaparición. El pueblo que aparece en la película es el de mis abuelos maternos, en la zona de Las Loras, al norte de Burgos, y yo he sido testigo desde pequeña de cómo iba perdiéndose un modo de vida. Toda la sabiduría de la generación de nuestros abuelos se perderá. Ellos tenían otra relación con el mundo, con la naturaleza. Y yo quería captar ese espacio y su esencia.

 ¿Quería articular la película en torno a una serie de contrastes? Lo viejo frente a lo nuevo, la expresión artística frente al trabajo en el campo. 

Hay un contraste emocional y vital entre una ciudad y el campo. Ese ruido, ese ritmo frenético que te abruma frente al silencio y el tiempo que se siente cuando estás en plena naturaleza. Y después estaba esa otra relación irreconciliable, el arte y el mundo rural. La protagonista tuvo que salir de ahí para hacer realidad su sueño de dedicarse a la danza contemporánea, pero cuando regresa a su hogar, encontrará que hay espacio para la reconciliación, un camino de comunicación entre la creación artística y la naturaleza.

Su forma de rodar la emparenta con el estilo documental. En la película los espacios domésticos y el paisaje natural cobran una dimensión muy especial. 

El espacio es básico. En un retorno a los orígenes, a las raíces, ahí está la casa, la tierra. Por eso hemos hecho un trabajo de depuración para centrarnos en los espacios, pero desde un punto de vista emocional, tanto la casa como el paisaje que cambia todo el tiempo. Yo vengo del documental y creo en los procesos en los que hay que estar abiertos para que la película se nutra de la realidad que te rodea.

¿Siempre tuvo claro que iba a ser una historia enteramente femenina?

Siempre fue así, salió de forma inconsciente, aunque es cierto que a través de la muerte del padre /marido, esa ausencia masculina se convierte en una presencia muy fuerte y es el detonante de muchos conflictos y también de reconciliaciones. Pero yo me quería centrar en la relación madre e hija, que creo que es única. Y sobre la herencia de esa relación. Mi imaginario es enteramente femenino, porque vengo de una familia en la que dominan las mujeres. Luego intelectualizas esto y te das cuenta de que todos los cimientos son femeninos: la casa, la madre, la tierra, las raíces. Y esto no es en vano, la mujer es el motor de la creación.

Es un año de grandes óperas primas dirigidas por mujeres

Estábamos ahí y nos hemos dado el permiso de hacer. Creo que estamos asistiendo a un recambio generacional que rompe con la hegemonía jerárquica. Antes el director era una figura intocable, un genio. Ahora se abre la posibilidad de hacer cine desde la duda, desde el compartir, el trabajar con el equipo. Y tenemos historias que contar. No es un movimiento que se vaya a parar.