CRÓNICA

Santa Angélica Liddell contra el Dios de Abraham

La visceral dramaturga española actúa en Girona, tras su paso por Madrid, después de anunciar que no volvería a nuestros escenarios

Un momento de la obra Génesis 6 6-7 de Angélica Liddell.

Un momento de la obra Génesis 6 6-7 de Angélica Liddell. / periodico

Manuel Pérez i Muñoz

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Después de ordenarle reproducirse hasta el infinito, Dios se arrepiente al ver la maldad del hombre y piensa en destruirlo. A ese pasaje bíblico se refiere la última obra de la dramaturga y directora de escena española Angélica Liddell, 'Génesis 6, 6-7', que el sábado fue el plato fuerte la semana de la creación contemporánea del Festival Temporada Alta. El regreso de la hija pródiga llenó en todos los sentidos el Municipal de Girona, muy especialmente de su visceralidad creativa. El brillante cierre de la 'Trilogía del infinito' es una ametralladora de imágenes apabullantes que nos conectan con nuestro corpus simbólico más elemental, el que va de los instintos reproductivos a la palabra y queda escrito en los pasajes más remotos del Antiguo Testamento.

Desde que abandonó el teatro político, la Liddell (las grandes de la escena llevan siempre el determinante) va a vueltas con la idea de encontrar la redención en la belleza. Su pesimismo se ha preñado de formas y rituales místicos. Sostiene que la última transgresión moderna es Dios, no por su existencia sino por recuperar la relación con lo sagrado, una revelación contra la epidemia nihilista del presente. “No creéis en nada”, espeta en uno de los pocos momentos en los que toma la palabra, falta de texto que decepcionó a quienes esperaban sus abrumadores monólogos. Otros pocos marcharon sin esperar al final, lo liddelliano es como un rio caudaloso, o nadas decidido o la corriente te expulsa.

Ritual desafiante

Los símbolos de la cultura judaica –vídeo de circuncisión incluido– sostienen un retablo de imágenes representadas que van de lo sublime a la monstruosidad, conectan el sacrificio de Abraham con los infanticidios de Medea. Dar la vida y quitarla, crear y destruir, el verbo como origen de todo y por tanto también de la transgresión. Liddell desafía las leyes de un Jehová vengativo, se rebela contra la reproducción, ¿por qué engendrar si acabamos transmitiendo la nausea vital? Parece complejo pero no hace falta dotar de sentido a cada elucubración cabalística, basta con adentrarse en esa densa y a veces contradictoria oscuridad para ver emerger algunos de los cuadros más bellos del teatro de nuestros días. Como dicen, la fe obra milagros.