ENTREVISTA

Sánchez Piñol: "Hoy el oficio de un político es ser insultado en Twitter"

El autor de 'Victus' regresa a la fantasía de 'La pell freda' y 'Pandora al Congo' con 'Fungus', una esperpéntica fábula sobre el poder

Albert Sánchez Piñol, este jueves en Barcelona.

Albert Sánchez Piñol, este jueves en Barcelona. / periodico

Anna Abella

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Ric-Ric, un bufonesco anarquista borracho, huye de la Barcelona de 1888 a una remota aldea del Pirineo. Allí insufla vida por accidente a una raza de poderosas setas asexuadas de dos metros de alto y pies y manos “como los cabellos de Medusa” que se mueven por las emociones y le exigen que les dé órdenes. Le convierten en su rey. Tras el éxito de ‘Victus’ (2012; 420.000 ejemplares en castellano y catalán) y ‘Vae Victus’, Albert Sánchez Piñol (Barcelona, 1965) retorna a la fantasía que le consagró –en ‘La pell freda’ (2002) y ‘Pandora al Congo’ (2005)- con el insólito universo de ‘Fungus’ (La Campana), con ilustraciones de Quim Hereu, una fábula sobre el poder que avanza que tendrá continuidad.    

Ha creado un mundo nuevo.

Para eso está la fantasía y la narrativa, para inventarte setas que caminan y son antiautoritarias. Son los fungus. La base está en la leyenda pirenaica de los minairons, unas criaturas que te exigían que les dieras trabajos que hacer y si no lo hacías te devoraban. Y como nuestra humanidad es un desastre me inventé una sociedad donde todos son iguales, donde las utopías son posibles. La democracia es en la práctica una timocracia porque si tienes dinero no eres igual que los demás.   

""El instinto de sumisión está muy extendido. La gente quiere que mande otro, porque mandar es un marrón"

La historia es esperpéntica, tragicómica. 

Es para reírme del poder, de los poderosos. Como Ric-Ric, no pintan nada. Pueden vestirse con americana y corbata pero están en manos de los de abajo hasta que estos dicen ‘tú, fuera’. La pulsión del poder está en cada página. La gente no sabe el poder que tiene.  

Los fungus son gregarios y sumisos. Un personaje dice que todos los poderosos deben su poder a la imbecilidad de los súbditos que los obedecen. ¿Los ciudadanos somos como fungus?  

Sí, los fungus son una metáfora del poder. Sin el trasfondo del poder político solo serían setas con patas. Me sirven para hablar del poder, de qué es, de por qué lo acatamos, de por qué no nos sublevamos. De ahí la cita de Brossa al inicio: ‘La gente común no es consciente del poder que tiene’. El poder lo tienen los de abajo. Soy antropólogo y me interesa las dos grandes concepciones del poder. Una es la de Nietzsche. Decía que el gobernante es un individuo con dotes casi sobrehumanas que lidera su pueblo y lo lleva a una cita histórica. La otra es la de Marcel Mauss, un sociólogo francés que decía que el gobernante no es más que una marioneta de los gobernados. 

¿Cree que es así en las sociedades de hoy? 

Nuestros líderes no son nadie sin los que hay debajo, solo aguantan mientras los de debajo los toleran. En cualquier contexto político, los políticos siempre gobiernan a golpe de encuesta, por más chulos y milhombres que se muestren. Mira los globos sonda que lanzan continuamente: si ven que una idea no es bien recibida no la siguen. 

"El hombre mantiene vivo el discurso tradicionalista y masculino pero la mujer ha sido la gran transmisora de ese discurso. El machismo no solo infecta a la mitad masculina de la sociedad"

¿Y la apatía ciudadana? 

Hay dos concepciones del poder de los ciudadanos. Frente a Séneca, un estoico que creía que el filósofo estaba por encima de las pasiones que movían el populacho, está Sócrates, que decía que el buen ciudadano es aquel que reivindica y que constantemente exige cosas al poder. Reivindicar es la obligación del ciudadano. Y hoy han conseguido que la gente se vuelva senequiana: mira la tele y olvida el resto. Un amigo me dijo ‘¿cómo quieres que haya una revolución mientras las hamburguesas valgan un euro e internet sea gratis?

¿Por qué el ser humano siempre quiere el poder? 

Nietzsche creía eso pero es mentira. Mauss dice que que la gran pulsión es de sumisión. El instinto de sumisión está muy extendido. La gente quiere que mande otro, porque mandar es un marrón. Hoy vemos que el oficio de un político es ser insultado en Twitter. ¿Quién quiere ser político así? Aunque algunos sí sienten ese deseo de poder. Les he preguntando por qué quieren mandar pero en sus respuestas mienten. Eso lo explotaré en la segunda parte de ‘Fungus’: ¿qué recompensa obtienen? Ric-Ric prefiere quedarse con su poder sobre cuatro fungus que irse con su amor, Mailís. 

El contrabandista Casian, el alcalde y padre de Mailís, Ric-Ric... todos buscan el poder, es casi una enfermedad.

El poder, tenerlo, hallarlo, los define. El padre de Mailís prefiere, citando a Julio César, ser el primero en un pueblo del Pirineo que el segundo en Roma. En los pueblos primitivos el poder es una enfermedad, lo ven como una amenaza, nadie lo quiere.    

Ric-Ric es un anarquista que quiere un mundo donde nadie mande sobre nadie pero acaba mandando un ejército de fungus. 

Mailís le dice ‘¿para qué quieres los fungus?’ ‘Para hacer la revolución, hacen lo que les digo’, responde. Y ella lo pilla: ‘¿crees que puedes destruir todos los poderes del mundo ejerciendo la tiranía más grande jamás vista con esas criaturas?’. 

¿El poder corrompe?

No sé si corrompe pero te vuelve adicto. Yo conozco a políticos honestos. Y quien se quiera corromper encontrará un nido maravilloso en el poder. Pero Marco Aurelio, el emperador romano más despótico, en cambio, fue un filósofo de una honestidad estricta.   

"El gobernante no es más que una marioneta de los gobernados "

Mailís es la única figura femenina. Es la voz de la razón en un mundo de testosterona.  

Sí. Es la más lúcida. Observa al monstruo y les dice a los fungus que aunque son muy poderosos tienen carencias porque son criaturas apoéticas, condenadas a vivir en el mundo de la realidad, sin imaginación. Ella será el puente entre la humanidad y los fungus. Ese valle del Pirineo, en 1888, es muy masculino. Es un wéstern invernal, un lugar de frontera, con contrabandistas, el ‘far west’, donde ningún poder político controla la naturaleza. ¡Y en ese ambiente ella contrasta tanto! ¡Brilla! Es una mujer avanzada a su tiempo, busca la novedad, tiene inquietudes, lee y, desde su feminidad, reivindica que quiere tener el hijo, no quiere abortar, no quiere que el poder le diga qué hacer con su cuerpo. En la próxima novela debería ser la protagonista.     

¿Una mujer con poder es igual que un hombre con poder?

Una mujer puede ser tan mala cuando tiene el poder como un hombre, mira la Thatcher. En antropología e historia, cuando se habla de la sociedad machista quien mantiene vivo el discurso tradicionalista y masculino es el hombre, pero la gran transmisora de ese discurso ha sido la mujer. En Esparta eran las madres que decían a sus hijos que o volvían triunfantes o no volviesen. El machismo no solo infecta a la mitad masculina de la sociedad. 

Ridiculiza a la “infame Guardia Civil”, los ejércitos español y francés... los “engranajes represores del Estado”. 

Los fungus te permiten desnudar las instituciones humanas de poder hasta la raíz. Ves el mundo desde su punto de vista: ¿Qué es un ejército? Un puñado de tarados tras una bandera, tras un trapo de colores, dispuestos a morir.  

"Puedes extrapolar el valor del fungus a cualquier contexto político. Como Trump, que es prisionero de unas fuerzas sociológicas que él mismo ha desencadenado"

¿Ha influido el 1-O? ¿Buscó paralelismos con el ‘procés’?    

No va por ahí, no. Eso sería reducir el valor del fungus. Hablo del poder en abstracto. El gran qué es que puedes extrapolarlo a cualquier contexto político. Como Trump, que es prisionero de unas fuerzas sociológicas que él mismo ha desencadenado y cabalga pero no controla.  

Ric-Ric enarbola una bandera amarilla... que dice que es como el vello púbico rubio de Mailís...

Es casual. La primera versión es del 2005 ¡y pasaba en Terranova! Pueden caerme bofetadas y pueden decir que me río de las banderas, pero no es así. Una bandera es un trapo de colores y adquiere significado tras estar en una batalla porque son las emociones que despierta las que le dan valor.  

¿Y ahora a por la segunda parte?

Me gustaría. La trama queda cerrada pero los personajes principales quedan libres. Los autores dependemos de los lectores como los políticos de los electores. ¡Esos autores tan elevados, que parece que caguen mármol! Tan elitistas y minoritarios, ¿para qué quieres escribir un libro que no quieres que se lea? Si no tienes lectores no tienes significado. Un autor no es un bombilla que brilla sino un grifo por el que fluye algo.