EL PREMIO DEL ATENEU BARCELONÉS

El Crexells volverá a tener un jurado tradicional

Las nuevas bases del galardón pretenden cerrar la polémica que empezò a gestarse el pasado año

Una imagen de la entrada del Ateneu Barcelonés.

Una imagen de la entrada del Ateneu Barcelonés. / periodico

Elena Hevia

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Prueba, error y vuelta atrás. El Premi Crexells, que cada año pone en marcha el Ateneu Barcelonès desde 1929 (con un paréntesis de 40 años de silencio franquista), cambia de nuevo sus bases, que presentó hace poco menos de un año, y regresa a su formato anterior y más tradicional, el del jurado experto de toda la vida. Ha sido a causa del descalabro que supuso su nuevo modelo en el que la lista previa de autores sobre la que debía deliberar el jurado, realizada mediante consulta popular (es decir, a través de los socios ateneístas y los clubs de lectura), no se ajustaba en su totalidad a los criterios de excelencia literaria que buscaba el premio y la participación fue más bien escasa. A semejanza del Goncourt, el Crexells pretende distinguir el mejor libro del año en lengua catalana a obra ya publicada. La crisis estalló cuando el jurado intentó corregir el tiro, saltándose a la torera lo que estipulaban las bases, añadiendo cuatro nuevos nombres se diría que indiscutibles, pero que no habían aparecido en la lista preliminar.

El Crexells lleva ya dos años de crisis. En el 2017, una serie de “editoras descontentas porque no se había elegido una novela de su catálogo” –el entrecomillado es de Joan Maluquer, actual vicepresidente del Ateneu- pusieron el grito en el cielo. Lo que ocurrió, es sabido, es que se distinguió ‘Crui’, de Joan Buades, un libro practicamente autoeditado y sin apenas distribución, lo que fue interpretado como una llamada de atención a la edición más tradicional.

Con plenos poderes

Las nuevas bases conllevan también un nuevo jurado para la presente edición, pero no del todo; el crítico y periodista David Castillo que formó parte del que premió a Buades es el eslabón de continuidad con el pasado. A ellos se unen el periodista Jordi Nopca, la escritora Ada Castells, la librera Marina Porras y el medievalista Joan Santanach, como representante de la parte más académica. Y para que no haya ningún tipo de susceptibilidades respecto a la letra pequeña, uno de los puntos indica que “el jurado puede resolver cualquier situación no prevista en las bases", incluso declarar desierta la edición del premio.

La dotación del galardón seguirá siendo de 6.000 euros más una estatuilla, en este caso una obra de la artista Alicia Viñas y el veredicto, como siempre, se hará público durante la Revetlla Literària que se celebrará en el Ateneu Barcelonés alrededor de la celebración de Sant Joan. Se da el caso de que este año se cumplirá la 48ª edición del premio pero, sobre todo, es el 90º aniversario de su creación, ya que en 1929 distinguió la hornada literaria del año anterior. O mejor dicho, no la distinguió en absoluto porque quedó desierto. Pese a ese mal pie original, el galardón sigue ahí. Y para celebrar su pervivencia, el Ateneu piensa dedicar a partir de ahora una partida a la promoción de la novela ganadora.