crónica

Memorable Iván Martín

El pianista canario regresó al Palau con Mozart y Chopin

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Pablo Meléndez-Haddad

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Más que gratificante resultó el regreso al Palau de la Música Catalana del pianista canario Iván Martín, un músico que sigue creciendo como artista, ahora incluso con incursiones en la dirección orquestal. Lejos del ámbito sinfónico, el artista español ofreció un recital con genuina vocación pianística con un programa centrado en dos piedras angulares del repertorio como son Mozart y Chopin, dos compositores que también se ganaban la vida como pianistas. Con el genio de Salzburgo se abrió la actuación, primero con la 'Fantasía en Re menor, KV 397', siete minutos de belleza acentuada con descarados acentos románticos que llegaron a emocionar, seguida de la 'Sonata Nº 13 en si bemol mayor, KV 333'. Si su 'allegro' resultó totalmente contrastante por el espíritu clásico con el que fue interpretado, siempre elegante de fraseo y con técnica virtuosa y sensible, su 'andante' fue muy comedido, idealmente yuxtapuesto con un 'rondeau' ejecutado a velocidad de vértigo y subrayando hasta los toques de humor.

Frédéric Chopin es sinónimo de piano en todas sus variantes, aquí ejemplificado con sus cuatro baladas ejecutadas en orden cronológico de composición (entre 1831 y 1842), detalle que permitió ver la evolución de esta forma en el romántico teclado chopiniano. En la interpretación de Martín se pudo apreciar toda la profundidad de la 'Nº 1 en sol menor, Op. 23', con un 'largo' todo expresión y ritmo interno; en la 'Balada Nº 2 en fa mayor, Op. 38' destacó ese 'presto con fuoco' cargado de tintes dramáticos y virtuosismo; el 'allegretto' de la 'Nº 3 en la bemol mayor, Op. 47', resultó enteramente brillante, concluyendo con la compleja 'Balada Nº 4 en fa menor, Op. 52', con un Martín que iba degustando cada nota y cada compás de esta obra maestra, siempre con un cierto aire lírico metido en el cuerpo. Memorable.