ENTREVISTA

Mikel Santiago, solo ante la soledad del superviviente

El escritor vasco vuelve al 'thriller' psicológico y paranormal con la asfixiante 'La isla de las últimas voces'

El escritor Mikel Santiago, en Barcelona, donde ha presentado 'La isla de las últimas voces'.

El escritor Mikel Santiago, en Barcelona, donde ha presentado 'La isla de las últimas voces'. / periodico

Anna Abella

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En ‘La isla de las últimas voces’ (Ediciones B) todo gira “en torno a una pregunta: ¿qué serías capaz de hacer para sobrevivir, cómo te valdrías por ti mismo si no pudieses contar con nadie?”. Con esa premisa y con un pequeño grupo humano aislado e incomunicado del exterior por una tormenta en una pequeña isla del norte de Escocia, en una atmósfera asfixiante que se vuelve violencia, el vizcaíno Mikel Santiago (1975) hace honor a su sobrenombre, ‘el Stephen King de Portugalete’. 

Tras triunfar con ‘La última noche de Tremore beach’ (traducida a 20 lenguas y de la que Amenábar compró los derechos cinematográficos), y de ‘El mal camino’ y ‘El extraño caso de Tom Harvey’, Santiago regresa con un nuevo ‘thriller’ psicológico y paranormal, en el que el hallazgo de una misteriosa caja negra, que viajaba en un avión gubernamental que ha caído al mar, provoca extrañas pesadillas y alucinaciones en los lugareños. “La caja es el catalizador, el aceleracor emocional que causa que personajes con una psicología algo tocada se dividan en dos bandos y que se desate la violencia. A unos los convierte en psicópatas, a otros en cobardes o codiciosos. A otros en héroes y valientes. Otros se dejan llevar por la histeria. Es el elemento distorsionante que hace que una sociedad más o menos ordenada salte por los aires”.  

La razón, inútil ante la violencia

Aunque no es el tema central de la novela, que tiene algo de ‘Perdidos’ y de ‘La Cúpula’, de Stephen King, sí admite que hay algo de reflexión sobre la sociedad. “Nuestro orden social es de cristal y sí hay un eco de experimento social porque cuando los sistemas garantes de la autoridad a los que hemos dado el derecho absoluto de la violencia quedan anulados la democracia se derrumba, como pasaba en ‘El señor de las moscas’”. 

En esa minúscula comunidad, el lector descubre que “ante las emociones no cabe el raciocinio” y que “los personajes más heroicos, que son los que tienen raciocinio e intentan utilizar la razón ante la turba violenta, ven que este no les sirve para nada”. “Hay heridas individuales y colectivas. Los pescadores, que han demostrado tener una moralidad dudosa, anhelan que la isla vuelva a tener la rica economía que perdió; Carmen, la protagonista, quiere volver a ver a su marido y a su hijo muertos en accidente de avión...”, explica Santiago, asumiendo que aborda temas como “el duelo, la viudedad, la soledad, la muerte”, porque como escritor le permiten llegar al final de sus propias “pesadillas”. “Hay que llorar y asumir el duelo porque en la vida no todo se arregla y hay que tirar hacia delante como sea y sobrevivir, de eso va la novela”, insiste.

Mujeres fuertes

Cuando la situación en la isla está fuera de control, Carmen ve que la autoridad que debería solucionar las cosas no sirve. “Teme por su integridad física y ve que no le queda más remedio que decirse ‘estoy sola’ y que si debe coger el hacha y cargarse a alguien lo hará. Dejarse morir o sacar los dientes. Es algo que puede pasarnos a todos, no digo que todos acabemos matando, pero sí que estamos solos, por mucho que confiemos en el Gobierno, en el sistema, en nuestros amigos o familia”. Y sí, en ella, “una mujer fuerte, aunque la sociedad la marque como débil, es la que lleva los pantalones cuando hace falta”, ha volcado Santiago “la frustración” ante las continuas noticias de violencia y abusos contra mujeres.  

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