ENTREVISTA

Kate Morton: "El término literatura femenina no tiene ningún sentido"

La escritora superventas reivindica su trono en el bestseller con 'La hija del relojero'

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Beatriz Martínez

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Es una de las autoras superventas más importantes. Con 'La casa Riverton' y 'El jardín olvidado' alcanzó el éxito internacional y con sus tres novelas posteriores ha intentado mantenerse fiel a un estilo que bebe de la tradición gótica y la estética victoriana para contar historias llenas de secretos y misterios protagonizadas por mujeres que desafían las convenciones de la época que les ha tocado vivir. Ahora Kate Morton regresa con 'La hija del relojero' (Suma de Letras) dispuesta a reivindicar su trono de reina del bestseller esta Navidad. En ella imbrica pasado y presente y utiliza múltiples voces para hablar de arte, amor y pérdida, al mismo tiempo que se nutre de la bohemia del siglo XIX y recupera su atracción por los objetos que viajan a través de las épocas y los secretos que siempre terminan desvelándose.

¿Cuáles serían las claves fundamentales de La hija del relojero?

Retomo varios de mis temas preferidos, como mi interés por el tiempo, de qué forma el pasado se relaciona con nuestro presente. Todos mis libros exploran esto de alguna manera y en esta ocasión he intentado situarlo como base estructural. Aunque con lo que más he disfrutado ha sido intentando componer pequeñas historias a modo de fogonazos que sirven para resolver el enigma final.

Es una historia compleja, con idas y venidas entre el pasado y el presente, y muchos personajes. Supongo que habrá sido difícil articularlo todo.

He escrito este libro de manera distinta a los anteriores. Siempre había seguido un orden cronológico pero esta vez no iba a funcionar. Necesitaba tener una visión panorámica de todos los personajes para encajarlos bien en el relato. Comencé haciendo bocetos de cada uno y fui alternando la escritura, de manera que todos cobraron vida al mismo tiempo.

En todas sus novelas encontramos fantasmas metafóricos, pero aquí por fin hay a uno de verdad.

Todos mis personajes han estado en lucha con su pasado en algún momento, de ahí esos fantasmas que los atormentaban. Pero en esta ocasión he podido liberarme e incluir un espíritu porque me servía para unir los 150 años de diferencia que hay entre pasado y presente. El fantasma es testigo de todo lo que ha pasado durante este tiempo y tiene una visión global de todo lo que ocurre.

Hábleme de las referencias al mundo del arte que hallamos en el libro.

Soy bastante hedonista a la hora de escribir y me gusta introducir en mis novelas buena parte de mis pasiones. Me encantan los prerrafaelitas [en la novela los homenajea a través de la Hermandad Magenta] y por eso situé la acción en 1860. También quería reivindicar la figura de William Morris porque utilizó el arte para reflexionar sobre la sociedad y el trabajo humano.

¿Qué es lo que más le interesa de la época victoriana?

Creo que guarda muchas similitudes con el momento en que vivimos. Los victorianos se enfrentaron a los mismos problemas que nosotros en lo que se refiere a la evolución rapidísima de la tecnología en la sociedad. Cambios demasiado bruscos ante los que no siempre se sabe cómo reaccionar. Ellos, a través de la industrialización; nosotros, de la inteligencia artificial. Pero las amenazas son muy parecidas.

Uno de los elementos que nunca faltan en sus novelas son los secretos. ¿Cree que todavía tienen cabida en esta era de la sobreexposición?

Me lo he preguntado muchas veces. Y he llegado a la conclusión que compartimos mucho más, pero no todo lo que se muestra es especialmente relevante. Creo que sigue habiendo mucho espacio para las zonas ocultas.

En los últimos tiempos, la lista de los libros más vendidos está encabezada por mujeres. El año pasado fue Margaret Atwood y probablemente este año sea usted. ¿A qué cree que se debe este fenómeno?

Hay escritoras fantásticas que escriben libros estupendos. Y cada vez son más visibles y más leídas. Es un tópico, pero hay más mujeres lectoras que hombres y probablemente se sientan más conectadas, aunque pienso que el término literatura femenina no tiene ningún sentido. ¿Existe acaso la literatura masculina?  

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