CRÍTICA DE CINE

'La balada de Buster Scruggs': todos los Coen

Lo que iba a ser una miniserie ha quedado en película de episodios valiosa pero dispersa

Estrenos de la semana. Tráiler de 'La balada de Buster Scruggs'   (2018)

Tráiler de 'La balada de Buster Scruggs' (2018) / periodico

Juan Manuel Freire

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La autoría se asienta en Netflix: en cuestión de pocas semanas, la plataforma ha estrenado películas exclusivas y originales de Nicole Holofcener ('La tierra de las buenas costumbres'), Paul Greengrass ('22 de julio'), el mismísimo Orson Welles ('El otro lado del viento', acabada por un equipo estelar) y, ahora, los Coen, a los que seguirá en diciembre Alfonso Cuarón con la oscarizable 'Roma'.

'La balada de Buster Scruggs' iba a ser una miniserie, pero sus seis relatos sobre la frontera americana han acabado reunidos en un filme-ómnibus bajo el influjo de los que se hacían en Italia en los 60. Tiene más en común con 'Ayer, hoy y mañana', dirigida solo por De Sica, que con una 'Boccaccio '70': los Coen firman cada capítulo, aunque cambiando de tono con cada historia, en un zigzagueo constante entre sus conocidades diversas modalidades.  

En el caso de la historia titular e inicial, estamos en el terreno de 'cartoon' de carne y hueso de 'Arizona baby'. Tim Blake Nelson (otra vez con los Coen tras 'O brother!') encarna con carisma infinito a Buster Scruggs, un vaquero cantante, a imagen y semejanza de Hank Williams, al que se le da tan bien la guitarra como la pistola. Igual de divertida, cerca de la comedia slapstick de '¡Ave, César!', es 'Near Algodones', con James Franco como ladrón de bancos que no hace más que verse (literalmente) con la soga al cuello.

Con la tercera historia ('Meal ticket') llega un cambio serio de tono y se empieza a echar un falta un cierto tiempo de reposo para limpiar el paladar. Liam Neeson es un charlatán que hace negocio con un hombre sin extremidades que recita pasajes de Shakespeare y la Biblia. Aunque dura como las anteriores, se hace el doble de larga. 'All gold canyon' también es morosa en cuanto a ritmo, pero es imposible dejar de mirar a Tom Waits como metódico e infatigable buscador de oro.

'The gal who got rattled' es el único relato con protagonismo femenino y el más cercano a un drama directo, es decir, el más cercano a 'Valor de ley', anterior western estricto de los Coen. Zoe Kazan, quizá mejor que nunca, es una devota episcopal por la que bebe los vientos el líder de una caravana en dirección a Oregón. De esta especie de nueva 'Meek’s cutoff', los Coen saltan a algo completamente distinto: 'The mortal remains' es como 'Los odiosos ocho' con giro final a lo Rod Serling, pero resulta inferior a la suma de estas partes.

Diversas en cuanto a tonos y resultados, las historias de 'The ballad of Buster Scruggs' parecen unidas, sobre todo, por la ironía cruenta que suelen destilar los desenlaces: risas contra el miedo a la muerte.