CRÓNICA TEATRAL

Los 'Coleman a la catalana' triunfan en el Romea

El director y autor argentino Claudio Tolcachir mantiene el listón muy alto en la versión catalana de su exitosa y universal comedia

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José Carlos Sorribes

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Hay familias raras, disfuncionales como se dice técnicamente, y luego están los Coleman. Son tan peculiares que ni sus integrantes tienen iguales apellidos. Se los reparten casi de forma caprichosa. Llevan desde el año 2005 dando vueltas por el mundo. Espectadores de 22 países han aplaudido 'La omisión de la familia Coleman', la espléndida tragicomedia del argentino Claudio Tolcachir, director, dramaturgo y actor. Su compañía, Timbre 4, la amasó a fuego lento hasta su estreno en un piso bonaerense en el 2005. El olfato de Salvador Sunyer la trajo a Catalunya dos años después en el Temporada Alta y hubo pases posteriores por el Espai Lliure y el Borràs.

Ahora, el propio Tolcachir dirige y estrena una versión en catalán, en una adaptación con el aval de Jordi Galceran, y un reparto 'nostrat'. El estreno del Romea demostró que estos 'Coleman a la catalana' también pueden tener larga vida. No se trata de hacer un ejercicio de memoria y comparar con el recuerdo de aquellos extraordinarios intérpretes argentinos que actuaban con la velocidad del AVE. El recuerdo es poderoso para quienes la vieron entonces, pero resulta inapropiado buscar equivalencias. El propio Tolcachir sabe que cuenta en sus manos con un material distinto y para nada ha querido 'argentinizar' esta versión.

El espacio sí es el mismo. Porque los Coleman, sea en Argentina o sea en Catalunya, habitan un piso y llevan un vida que son un sindiós. Viven en medio del caos total: existencial, personal y físico. Forman la familia la abuela (Cesca Piñón), la madre Memé (Roser Batalla) y los cuatro hijos: Salva (Sergi Torrecilla), Verónica (Vanessa Segura), Dani (Ireneu Tranis) y Gabi (Bruna Cusi).

La abuela, el puntal del clan

Salva es un tipo encerrado en sí mismo, cáustico y que puede llegar a ser despiadado. Dani es tosco y pendenciero. De ellas, Verónica vive fuera de la casa como una burguesita. Por último, la pequeña Gabi intenta poner un poco de orden entre tanto estrés. Y la abuela ejerce de puntal en una familia de padre(s) ausente(s). Hasta que enferma y debe ser internada.

Cesca Piñón y Sergi Torrecilla
lideran el sólido reparto de un cuadro familiar tan desolador como entrañable

Al hospital acude todo el clan, con Memé a la cabeza, una madre desnortada, infantiloide y escapista. Un médico de medio pelo (Josep Julien) y el taxista de Verónica (Biel Duran, cover del lesionado Marc Rodríguez) completan un cuadro que despierta la risa, sí, pero a la vez una desoladora melancolía. Porque el desamparo de los Coleman es tremendamente humano. Son unos perdedores. Tolcachir igual quiso hacer una metáfora de su caótico país con esta familia a la que todos quisiéramos echar una mano.

Pero su pequeño mundo resulta universal. Así, tuvo un estreno triunfal en en el Romea, en primer lugar, porque la familia Coleman ya es todo un clásico teatral por la fenomenal y precisa escritura de Tolcachir, responsable también de una agilísima dirección. Además, en la versión catalana, el director argentino ha sabido rodearse de un gran elenco en el que, por ejemplo, dos veteranas como Cesca Piñón y Roser Batalla están muy sueltas como la abuela y la madre. Y un actor en crecimiento constante como Sergi Torrecilla, con ese gorro alto de lana que su personaje ha de llevar en Buenos Aires, Barcelona o en Miami, lo borda como el trastornado Salva. Su imagen final, solo en casa, es de las que rompen el alma.

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