ESTRENOS DE CINE DE LA SEMANA

'Bohemian rhapsody': Hollywood blanquea la leyenda de Freddie Mercury

Rami Malik se transforma en el carismático líder de Queen en un 'biopic' de problemática producción

Nando Salvà

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Freddie Mercury fue una rockstar como ninguna otra que haya existido, tanto por el extravagante divismo que exhibía sobre el escenario como porque en toda la historia de la música popular nadie ha tenido capacidades vocales como las suyas y, cómo no, por los voraces deseos que derrochó fuera de los escenarios y lejos del micro. Era solo cuestión de tiempo que acabara viendo la luz una película sobre él y sobre el grupo que lideró, Queen. Y quizá sea lógico, dadas las dimensiones de su objeto de estudio, que esa película haya sido objeto de un accidentado proceso de gestación marcado por las idas y venidas de guionistas, actores y directores.

Desde este miércoles en los cines, Bohemian rhapsody presenta a su protagonista como alguien destinado a vivir una vida única; después de todo, tenía cuatro dientes de más. Y sin duda la película les hace justicia a todos ellos: Rami Malek luce el tipo de dentadura postiza que haría al mismísimo conde Drácula morirse de la envidia. En cualquier caso, el actor resulta del todo convincente dando vida a MercuryMercury, y no solo porque es la voz del propio Mercury la que oímos en las escenas musicales –cualquier intento de imitarla habría sido fatal-; también porque captura la fisicidad del personaje y logra que dé la sensación de ser un hombre que sobre el escenario se siente liberado, como si hubiera permanecido encerrado desde su última actuación.

Precisamente, uno de los principales objetivos de Bohemian rhapsody parece ser recordarnos el catálogo de canciones que llevó a Mercury y a su grupo a la gloria, y que quien más quien menos conoce desde que nació. A lo largo de la película vemos a la banda moldeando las piezas sonoras que componen el himno del título y descubriendo la icónica línea de bajo de Another one bites the dust, y el clímax narrativo incluye una recreación de 11 minutos de su actuación en Live Aid, con la que asombraron al mundo en 1985.

Del joven al mito

En su camino a ese punto culminante, la historia arranca con la mirada puesta en los años de juventud del mito. Freddie aún es Farrokh Bulsara, un inmigrante de Zanzíbar dedicado a descargar maletas de los aviones. Pasados solo unos minutos de metraje, eso sí, el joven ya ha logrado hacerse un sitio en una banda formada inicialmente por el guitarrista Brian May y el batería Roger Taylor, ya se ha rebautizado inspirándose en un dios romano y ya se ha echado una novia llamada Mary Austin, que con el tiempo descubrirá la homosexualidad de Freddie mucho antes que él mismo –aun así seguirá siendo su mejor amiga, e inspiración de la balada Love of my life-. La narración pasa por alto varios discos para centrarse directamente en la publicación de A night at the Opera, que fue un éxito absoluto en 1976. Luego vendrán las giras, las fiestas, los momentos de soledad, los parásitos decididos a sacar tajada, las erupciones de diferencias creativas en el seno del grupo.

Por supuesto, Bohemian rhapsody también presta atención a la vida personal de Mercury, fallecido en 1991.  En ese aspecto, no han faltado críticas contra la decisión de la película de pasar de puntillas por los aspectos más controvertidos de su identidad y su sexualidad, y de confeccionar un entretenimiento para todos los públicos a partir de una figura tan libidinosa que llegó a afirmar que le daba lo mismo acostarse "con un hombre, una mujer o un gato". Y es cierto que los apetitos carnales del cantante, al parecer prodigiosos, quedan aquí reducidos a poco más que un pellizco en el trasero de un camarero y a un intercambio de miradas con un camionero barbudo en una gasolinera. Asimismo, ni rastro en la película de las montañas de cocaína.

Convulsa creación

Bohemian rhapsody, recordemos, llega precedida de uno de los procesos de producción más problemáticos que Hollywood ha vivido en los últimos años. Cuando se inició, en el 2010, Sacha Baron Cohen iba a ser el encargado de dar vida a Mercury. El actor abandonó el proyecto en el 2013 a causa de diferencias creativas, y fue reemplazado por Ben WhishawDexter Fletcher iba a encargarse de dirigir la película. A principios del 2016, Whishaw ya había sido sustituido por Malek, y Fletcher por el Bryan Singer. A finales de 2017, avanzado el redaje, Singer desapareció del mapa durante días y como consecuencia fue despedido; Fletcher volvió a tomar las riendas. Pese a ello, en los créditos Singer consta como único director. También se ha rumoreado sobre la excesiva injerencia de May y Taylor, que han ejercido de productores ejecutivos; y sea o no a causa de ella, lo cierto es que la película se esfuerza una y otra vez por recordar que Queen era mucho más que Mercury.

Quizá sea como consecuencia de tan convulso historial que Bohemian rhapsody haya acabado siendo un biopic como muchos otros sobre una banda como ninguna otra. O quizá, probablemente, algo así fuera del todo inevitable.