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Los secretos del complejo rodaje del drama 'El fotógrafo de Mauthausen'

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Eduardo de Vicente

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Uno de los estrenos de la semana es El fotógrafo de Mauthausen, que cuenta un caso estremecedor, el de Francesc Boix, uno de los miles de republicanos españoles que fueron apresados por los alemanes tras ocupar Francia. El gobierno franquista se lavó las manos y dejó que los nazis hicieran con ellos lo que quisieran. Así fueron a parar al campo de concentración de Mauthausen. Pero Boix no era un individuo cualquiera sino un fotógrafo que se obsesionó con la idea de que el mundo viera, gracias a sus trabajos, los abusos cometidos por el Tercer Reich. Pero para denunciarlo alguien debía sacar los negativos de allí y hacer que llegaran al exterior. Su conmovedora historia debía ser contada y la realizadora catalana asumió el reto pese a la complejidad del proyecto y las limitaciones de presupuesto. Por todo ello resulta interesante conocer los detalles de este rodaje guiados por la propia realizadora.

-Rodar en Mauthausen. La primera idea era filmar en el mismo campo de Mauthausen pero, en nuestro primer viaje descubrimos que, como se trata de un memorial, nadie puede rodar allí.

-La historia de la entrada del campo. Tuvimos que hacer un esfuerzo para ver cómo podíamos encajar historia y presupuesto. A diferencia de otros campos, Mauthausen tiene una entrada espectacular, construida con bloques de granito, extraídos de la cantera en la que miles de presos perdieron su vida. Es una fortaleza aterradora e inexpugnable, como un castillo de la Edad Media. Nos comentó el guía que a los vecinos del encantador pueblo de Mauthausen, al borde del Danubio, les dijeron que detrás de esos poderosos muros encerrarían a todos los maleantes de Austria. Había que mostrarlo en la película porqué es un lugar único.  

-Cómo recrearla. Decidimos hacer una imitación en decorado de la puerta central y el  resto con efectos digitales. Esta circunstancia provoca en el director una agobiante inseguridad ya que no es lo mismo trabajar  en un entorno adecuado que rodeado de limbos azules. Pero lo hicimos y creo que ha quedado fantástico.

-Dónde se rodó. En su mayoría, filmamos en localidades catalanas (Terrassa, Torrebonica y Cardedeu), pero también una buena parte en Budapest.

-Actores alemanes. Yo no quería actores que parecieran alemanes. Quería actores alemanes que hablaran en alemán, no en ese extraño idioma castellano con acento alemán. Barcelona es una ciudad cosmopolita y, gracias a ello, encontramos algún belga y croata con alemán perfecto. Luego en Hungría había húngaros con buen alemán y con mal alemán. Y después están los auténticos alemanes. Al final fue un cacao que nos obligó a repasar el sonido de la película con meticulosidad,  para que no se escapara ningún acento.  

-El hambre en la pantalla. En Mauthausen comían lo mínimo y para dar veracidad a la historia era imprescindible que los actores tuvieran ese aspecto depauperado que se ve en todas las fotos de archivo. Este era un punto esencial. Los actores que hacían de presos perdieron peso. Pasaron hambre y frío, igual que en el campo. Había presión y mal humor. Aun así, todos hicieron su trabajo de maravilla.  Yo traté de ser lo más buena posible y no enfadarme con nadie.

-Un Mario sacrificado. Mario Casas fue increíble. Antes del rodaje pasó varios meses haciendo dieta y llegó a perder 15 kilos. Durante la filmación apenas comía un poco de pescado hervido al medio día y lo mismo para cenar, además del cansancio, el frío y la concentración que exige el trabajo de actor. Su entrega fue máxima y supo mezclar los momentos trágicos con los de humor, aunque fueran pocos.

-La inspiración de Boix. Quería que todos los elementos técnicos como los decorados, el vestuario o el maquillaje fueran lo más realistas posible. Fue mucho más fácil de lo que pensábamos gracias a Francesc  Boix, ya que hay numeroso material en imágenes que sirvieron de modelo y como inspiración.

-Cómo distinguir a los personajes. Había que dar personalidad a cada personaje. Teniendo en cuenta que todos vestían igual y estaban rapados igual sería complicado. En el campo los rasuraban cada semana o cada 15 días. Decidimos que cada personaje llevaría exactamente el mismo rasurado. Mario de dos días, otro de cinco, otro de ocho… y así todos. Aunque pasara el tiempo, cada uno tendría el mismo aspecto. Eso ayuda a que el público se oriente y reconozca a cada personaje.

-La banda sonora. En principio yo no quería música compuesta especialmente para la película. Quería que sonaran las músicas que se oían en el campo: Bach cuando eran torturados, las marchas militares de las SS, La pájara pinta (canción popular española que en el campo no paraban de silbar), etcétera. Pero cuando la película estuvo montada, me di cuenta que le faltaban  las palabras no dichas, los susurros, las tristezas, los miedos…  La banda sonora compuesta por Diego Navarro la envuelve y termina de darle sentido.