'REVIVAL' DE UNA BANDA SIN COMPLEJOS

Azucarillo Kings, una reunión 'espeluznante'

El grupo barcelonés renace este sábado en Sidecar en el 20º aniversario de su primer disco

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Jordi Bianciotto

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Hace 20 años, Azucarillo Kings hacían furor en los clubs barceloneses con su repertorio de versiones 'kitsch', que brindaba asaltos inmisericordes a Rod Stewart (‘¿Por qué soy tan sexy?'), Michael Jackson (‘Espeluzante’, pasando ‘Thriller’ por las armas) y hasta Pixies (‘Where is my mind’, transformada en ‘¿Me lo dices o me lo cuentas?’). Y hace 15, el grupo se disolvió sin hacer mucho ruido. Hasta este sábado, que renace en Sidecar con un alto objetivo, el de “traer un poco de alegría” a este valle de lágrimas.

¿Por qué ahora? Lo sintetiza uno de sus líderes, Ramon Faura. “Como me decía hace unos días un amigo, llevamos unos cuantos años de mal rollo, desde Trump a la corrupción y la política catalana, y lo que ahora hace falta es un poco de gamberrada simpática”. Su colega Carles Mestre dice añorar “algo de buen humor” en estos tiempos en que, en las redes, “dices algo y en seguida se monta un pollo”. Acogiéndose a ese espíritu, ambos se han reunido con los también miembros originales Pablo Quiroga (teclados), Xavi Tasies (percusión) y Brady Lynch (bajo), más el batería Marc Vila, para revivir una de sus noches locas en una sala fetiche para ellos, Sidecar. “Ahí es donde nos hicimos como grupo, tocando y llenando cada semana”, recuerda Mestre.

Fusiones improbables

Reconocen que Azucarillo Kings fue uno de esos grupos que nacen especulando en la barra de un bar, cuando “un amigo que trabajaba en KGB llamó a otros amigos” y se precipitó “un flechazo de colegueo”, revela Faura, que evoca el retorcido pero extrovertido cruce de géneros musicales esbozado desde sus inicios, con versiones dispersas y pistas de disco music, lounge, jazz-fusion y ritmos latinos. “Yo acababa de volver de Cuba y me interesaba su rumba, y al mismo tiempo era fan de Pixies. Así que comenzamos a mezclar cosas que la gente no suele poner en el mismo sitio, como Jorge Negrete y The Velvet Underground”. 

El boca-oreja prosperó y se vieron llenando salas como Apolo sin aún tener un disco en la calle. “Éramos jovencitos, salíamos más que ahora, no había móviles y la gente quedaba allá donde tocábamos”, explica Mestre tratando de dar una explicación. Los últimos 90 fueron tiempos propicios a la versión irónica o disparatada: Fundación Tony Manero (con quienes compartieron mánager), El Chaval de la Peca... “Nuestra idea era hacer directamente un grupo de éxito, tener ‘hits’, y por eso los robábamos y los marraneábamos”. 

Enfado de Barón Rojo

Aunque en el grupo había “musicazos” que hasta ejecutaban concienzudos solos, Faura destaca una “actitud punk”, que, a título personal, se inspiraba en el atolondrado Bez, de Happy Mondays. “Lo nuestro era darle la vuelta a la canción, cuestionar la autoría y hacer bailar a la gente”, concreta. Algunos de sus himnos más solicitados no llegaron a ser grabados porque no les dieron el permiso. “Como ‘Losing my religion’, de REM, que titulamos ‘Sufro a saco’”, recuerda Faura. En materia de visto buenos editoriales, necesarios cuando una canción sufre modificaciones, hubo disparidades. “Una componente de The Breeders vino a vernos a Apolo y nos dio el permiso para grabar ‘Cannonball’, mientras que Barón Rojo, en cambio, se ofendieron mucho con nuestra versión house de ‘Los rockeros van al infierno’ y nos lo denegaron”.

Esa clase de impedimentos les forzó a cancelar un segundo disco que tenían encarrilado y sustituir buena parte de su contenido para el trabajo finalmente conocido como ‘Razas de la noche’ (2001), preludio de su crepúsculo. “Al principio era todo muy divertido, pero de repente ya nos vimos en una rueda”, medita Faura. La ruptura fue “de golpe y amistosa”.

Faura se convirtió en el cantautor ácido Le Petit Ramon, lideró el grupo rockero Macho y últimamente se ha pasado a la electrónica con el nombre de Yak42, mientras que Mestre cultivó la rumba junto a su Sinfónica de Gavà y ahora dirige el proyecto La Beauty Farra. ¿Y habrá más vida para Azucarillo? “Ganas tenemos. Son las risas de siempre y en el local nos lo pasamos teta”, precisa Faura. “Si nos lo pasamos bien, adelante”.