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'Impro Side Story': el musical que le encantaría a Groucho Marx

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foto jordi oset013 / periodico

Eduardo de Vicente

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Groucho Marx era un maestro del humor del absurdo y el surrealismo. Sus réplicas siempre eran justas, afiladas y muy originales. Parecía que no formaban parte de guion alguno, sino que las estuviera inventando en este mismo momento. Te sorprendía, porque siempre salía por donde menos te esperabas. Pese a ser descarado, irreverente e incorrecto caía bien por su gran ingenio y su simpatía. Todas esas características las reúne igualmente un montaje que ahora puede disfrutarse en el Club del Onyric-Teatre Condal, Impro Side Story, un espectáculo de improvisación en el que cada día todo cambia, ya que los espectadores marcan las pautas del textoImpro Side Story, y, además, está salpicado con canciones que también los actores van construyendo sobre la marcha. Lo de menos es si los versos riman o no, lo más importante es que consiguen su objetivo: la carcajada. Seguro que a Groucho le encantaría.

Los tres actores son Rai Borrell, Anna Herebia y Marc Gómez acompañados al piano por Roger Julià. Son espontáneos, divertidos y pícaros. Lo primero que te sorprende son sus voces. No es de extrañar, ya que el primero es también imitador y los otros dos, expertos en doblaje, y lo aprovechan para jugar con los tonos y acentos. Si cierras los ojos te da la impresión de que estás escuchando una película. Han pasado por diversos musicales en los que han demostrado su talento pero aquí no se trata de que canten bien sino de que se adapten, más o menos, a las circunstancias ya que saben cómo empieza y acaba este espectáculo, pero por en medio puede pasar de todo. Solo actúan los jueves, quedan tres semanas y el aforo es muy limitado. Nosotros no podemos improvisar y tenemos que darnos prisa para no perdérnoslos.

Una frase que será clave más adelante

Al entrar al teatro nos ofrecen un papelito rojo donde debemos escribir una frase breve sobre el tema que se nos antoje y depositarla en una chistera a modo de urna que se encuentra en mitad del escenario. Luego veremos para qué sirven, jeje! Un consejo: mejor llegar con unos minutos de antelación no sea que no nos dé tiempo de aportar nuestro granito de arena. El trío aparece en escena e interpreta una canción en la que hablan de la pereza que les da ensayar y lo poco que les gusta, por lo que se han conjurado para poder hacer una obra en la que no tengan que someterse a esas pesadas sesiones de repetición.

A partir de ese momento abordarán diversos géneros del musical empezando por el infantil a lo Disney pero con una dificultad adicional: el tema, las palabras o el desarrollo de la trama lo irán improvisando en función de los papelitos anteriormente citados o la voluntad de algunos espectadores. El resultado puede ser una versión increíblemente loca del Bajo el mar de La sirenita. El público también deberá escoger entre si quiere que se decanten por un tema de musical juvenil (tipo Grease) o uno épico (estilo Los Miserables). Lo que seguirá no lo sabrán ni los propios actores hasta que lo vayan desarrollando. De paso, también aprovechan para ironizar sobre los clichés clásicos del género y sus tramas melodramáticas. Si tu frase no ha aparecido durante la primera hora, no hay que preocuparse porque el tramo final es el no va más. Utilizan todas las frases sobrantes para ir introduciéndolas y el sinsentido ya es completo. Como una regadera… 

Amigos invitados por sorpresa

Por si fuera poco, entre ellos se van poniendo trampas y se van sorprendiendo de las réplicas del compañero pero deben seguir adelante. En algunas ocasiones invitan a amigos que también dominan este difícil arte de la improvisación y que contribuyen, aún más, a que el caos sea total. Por ejemplo, una de las estrellas por sorpresa fue la cómica Judit Martín (Eulàlia Reguant o Maria Dolores de Cospedal en Polònia), reciente ganadora del premio Gato Perich.

Que nadie espere ni un texto elaborado ni unas canciones que cuadren, aquí todo es fiesta, desmadre, confusión, desorden. Y cuanto más, mejor. Un auténtico disparate que muchas veces no tiene ni pies ni cabeza… ni falta que le hace. Una barbaridad tan llevada al límite que resulta imposible no partirse de risa en la silla. Y cada día es diferente en función de la aportación del público. Eso sí, tanto la canción inicial como la final sí que están estudiadas ¿Qué aburrido, no? No sabemos qué cara pondrían ante ellos Ibsen o Bergman, pero seguro que Groucho saldría al escenario para someterse al reto.